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MIRADA CURATORIAL

Una potente obra de Mónica Heller se muestra en la Bienal de Venecia

Dos especialistas de arte dan su opinión sobre el proyecto argentino, que hasta noviembre podrá verse en el evento de arte contemporáneo más importante del mundo.

Heller Bienal de Venecia
OBRA. La videoinstalación está compuesta por 13 módulos audiovisuales independientes a partir de proyecciones y pantallas LED de diferentes dimensiones. | FOTOS PABELLÓN ARGENTINA BIENAL DE VENECIA

El jueves abrió sus puertas la 59a Exhibición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, que cada dos años se convierte en una cita ineludible para entender hacia  dónde se dirige el arte contemporáneo en el mundo: “Es la más antigua y prestigiosa del mundo, el evento de artes visuales contemporáneas donde juegan las grandes ligas”, dice el magíster Tomás Ezequiel Bondone.

La Bienal, que el año pasado se vio forzada a suspender su realización por la pandemia, vuelve a la presencialidad con 79 pabellones nacionales en los que artistas de cada uno de esos países, mostrarán sus propuestas artísticas.

En el Pabellón de Argentina, la artista Mónica Heller montará una videoinstalación, proyecto que tiene como curador a Alejo Ponce de León y que fue elegido entre 40 propuestas presentadas en una convocatoria pública y abierta.

El eje de esta nueva edición, que cuenta con Cecilia Alemani como curadora general, es ‘La leche de los sueños’ —y es con base en lo que luego convergen los artistas seleccionados y sus obras—, en un claro homenaje al libro de Leonora Carrington, que lleva al lector en un paseo a través de cuentos donde la magia y la imaginación son los protagonistas.

Así, con una temática dividida en la representación del cuerpo y la metamorfosis, el vínculo de los humanos con la tecnología y la relación del cuerpo con la tierra, la artista argentina trabajó en un proyecto titulado: ‘El origen de la substancia importará la importancia del origen’.

Heller en Córdoba. En 2021, Mónica Heller expuso en Córdoba (en el Museo de las Mujeres) en el marco de la muestra De tal Palo, en la que participó con tres videos en espacios continuos. “Leemos en las composiciones de la obra de Mónica relatos despojados de intenciones, hay una narración pero sin consecuencias ni deducciones. Son escenas que se suceden fuera de una organización lineal del tiempo, o por lo menos no reconocible.
Toda esta serie de elementos particulares que definen la obra de Mónica es muy interesante, sobre todo en lo que puede significar en términos de experiencia. Ahí está la potencia de su obra: en el cómo lo cuenta, más que en el qué”, explica Cecilia Salomón, quien junto a Laura del Barco son las responsables de definir los ejes curatoriales de las muestras en el MUMU.

Polémica. El proyecto de Mónica Heller, que no estuvo exento de polémica y miradas encontradas en torno a porqué no ir a la bienal con alguien ya consagrada, fue elegido por un jurado mixto y federal. “Hace algunos años que los artistas que nos representan en esta bienal son elegidos a través de concursos, algo que antes no sucedía. Y este año hubo un jurado bastante interesante, compuesto por referentes, directores de museos y gestores no solamente de Buenos Aires, sino de provincias como San Juan y Santa Fe. Creo que estos son pequeños síntomas interesantes porque se abre la posibilidad de entender el panorama de las artes visuales del país con una mirada un poco más federal”, detalla Bondone.

La obra. Se trata de una obra de sitio específico, realizada ‘ad hoc’ para esta bienal. Con una temática vinculada a lo onírico, lo incongruente y lo fantástico. Es una obra múltiple que contempla 13 módulos que funcionan como un ensamblaje dinámico que invita a cada visitante a construir sus propias asociaciones y recorridos.

“Está muy a tono con los lenguajes internacionales. Ella trabaja con lo que se llama el género del videoarte, aunque es un videoarte expandido que incluye realidad virtual y simulaciones en 2D y en 3D. Trabaja con una especie de híbrido, apropiándose de creaciones compartidas en la web y a partir de allí hace toda una cuestión fantástica, muy onírica y surrealista. Creo que es una obra que se corre de los formatos y lenguajes tradicionales, con un lenguaje hipermoderno y que de alguna manera habla de lo que puede estar sucediendo en los grandes circuitos internacionales del arte, museos, exposiciones y ferias”, agrega Bondone.

Para Salomón, la representación de Argentina de la mano de una artista como Heller es sumamente propicia: “Sin dudas va a ser una presencia brillante y aguda. Vital, en un contexto internacional. Mónica tiene una mirada expandida de la realidad y la capacidad de devolver al mundo generosas escenas de un ecosistema surreal dentro de una realidad desplazada, una fantasía en bucle”, finaliza.