Toda ciudad que se precie de tener una vida cultural importante tiene como parte de sus atractivos recorridos que mixturan el paisaje urbano y sus arquitecturas con el arte.
Ciudades como Oviedo son conocidas por sus rutas escultóricas, con unas 130 esculturas entre las que resaltan ‘El regreso de Williams B. Arrensberg’, conocida más popularmente como ‘El viajero’; ‘La Regenta’, ubicada frente a la Catedral de Oviedo, o ‘La maternidad’, de Fernando Botero.
Obras como el ‘Toro de Wall Street’ (del escultor italiano Arturo Di Modica), la escultura de ‘Atlas’ ubicada en el Rockefeller Center y hasta la mismísima estatua de la Libertad se han convertido en íconos escultóricos de Nueva York.
En Barcelona, obras arquitectónicas como ‘La Sagrada Familia’, ‘Casa Batlló’ o ‘Park Güell’ de Antoni Gaudí, conviven con esculturas de artistas de la talla de Fernando Botero (‘El gato’, ubicado al final de la Rambla, en el Raval), ‘El Toro pensador’, de Josep Granyer i Giralt y el Monumento a los mártires de 1809 (barrio Gótico).
En Córdoba, un recorrido junto a Jorge Torres, director del Museo Caraffa, nos muestra un recorte de la vida escultórica en nuestra ciudad.
PRIMERA PARADA: ENTRE HEPP Y CORREA MORALES
Bajando desde Ciudad Universitaria hacia el centro, encontramos la escultura del brigadier Juan Bautista Bustos, quien fuera el primer gobernador de Córdoba y a quien Juan Schiaretti quiso recuperar dándole la importancia y la trascendencia en la historia de Córdoba y a nivel nacional: “Se hizo un concurso que ganó el escultor Marcelo Hepp, quien tenía mucho oficio en monumentos en espacios públicos. Lo interesante es que convive con una escultura de gran importancia, que muchas veces pasa un tanto desapercibida pero que incluso figura en los catálogos internacionales”, explica Torres, refiriéndose a la estatua de Gregorio Deán Funes, que data de principios de siglo y que fue realizada por Lucio Correa Morales, quien entre otras obras hizo ‘La cautiva’, una famosa escultura en Buenos Aires. “En ese momento todos los artistas estaban pendientes de lo que ocurría en Europa.
‘La cautiva’ tiene una mirada de recuperación de aquellas razas y aquellos protagonistas de la historia argentina rescatados como héroes y tan combatidos en otro tiempo”. Este monumento se emplazó en Córdoba en 1911.
SEGUNDA PARADA: UNA OBRA DE PEREZ ESQUIVEL
En el patio de esculturas del Museo Caraffa nos encontramos con ‘Madre y niño’, una escultura de Adolfo Pérez Esquivel, reconocido por haber ganado el premio Nobel de la Paz en 1980. “Esta obra nos muestra un Pérez Esquivel desconocido porque todo el mundo lo conoce por el premio Nobel. Pero él es escultor. Está hecha en mármol tallado, entró en 1964, fue tercer premio del Salón Provincial de Córdoba, un salón muy importante que se hacía de pintura, dibujo y escultura”, destaca el funcionario.
Con una mirada fundamentalmente política marcada en toda su obra, Pérez Esquivel es autor también del ‘Vía Crucis Latinoamericano’ y ‘Paño Cuaresmal’, realizado en 1992 en conmemoración de los quinientos años de la conquista de América.
TERCERA PARADA: UNA OBRA CON MOVIMIENTO
Bajando por Bv. Chacabuco y emplazado en el edificio de Osde, se encuentra una escultura que forma par te de la ordenanza municipal que exige a los edificios tener una obra de artistas cordobeses, a cambio de la eximición de impuestos.Esto hizo que en muchos palieres de edificios haya pinturas o esculturas, como otra forma de cobijar arte.
“Esta obra es de Carlos del Corro, un artista expresionista que se destacó sobre todo en la escultura; era docente en la Escuela de Bellas Artes y pertenecía a un grupo de los '70, llamado grupo Elece, integrado también por los artistas Crinejo, Rodríguez, Berra y Guzmán”, destaca Torres.
Y agrega: “La obra tiene una cuestión aérea, volátil, aprovechando los materiales (chapa y hierro) y sobre todo subrayando el carácter de movimiento. Es una abstracción que sugiere un movimiento que puede ser de un ave o de un ángel”.
CUARTA PARADA: LA MUJER INMIGRANTE
En la esquina de Obispo Salguero y San Jerónimo (en la plazoleta San Roque, frente a la iglesia homónima, una de las más antiguas de Córdoba) se encuentra una escultura homenaje a la mujer inmigrante. “Es una mujer que se erige sobre una base que representa un barco; la forma del barco no molesta la esbeltez de la figura ni la contradice sino que dialoga con ella. La mujer está embarazada y tocándose la panza. Daría la idea de alguien que nace entre los dos mundos”. De forma alargada y formas geométricas puras, la obra se encuentra lamentablemente deteriorada por las inclemencias del tiempo. Fue erigida en el lugar el 8 de marzo de 1994, durante la gestión de Rubén Martí.
QUINTA PARADA: LAS NIÑAS DE LA CAÑADA
Llegando a La Cañada y Deán Funes, aparece una obra de Miguel Angel Budini. “La escultura pone de relieve seres de un espacio marginal pero no con un sentido crítico social, como lo hacía (Antonio) Berni, sino más condescendiente, más cariñoso, interpretando a los niños de una manera dulce y con mucha dignidad, a pesar de la pobreza. El escultor tenía mucha influencia de Horacio Álvarez, que tenía la mirada puesta no tanto en el paisaje sino en los personajes que lo habitaban”.
En efecto, en la época se retrataban mucho los rancheríos y las irregularidades topográficas de Córdoba, como lo hicieron Álvarez, Ernesto Farina y Egidio Cerrito, quienes estaban fascinados por el mundo de la pintura metafísica italiana. “Córdoba era una ciudad monacal y doctoral, un pozo rodeado de barrancas donde vivían los marginales, con barrancas, ranchos y pisos de tierra. Cuando estos artistas volvían de mirar todo eso en Europa, se encontraban con que ese misterio metafísico estaba en Córdoba; entonces trataban esos temas paisajísticos”, detalla.
Vagabundear para conocer*
El escritor Jorge Luis Borges sostenía que la mejor forma de conocer una ciudad era caminando o a caballo. Las rutas escultóricas que pueden encontrarse en las ciudades son, de hecho, una manera diferente de disfrutar del arte no tanto como la convención lo estipula, yendo a una galería de arte o a un museo sino en el vagabundear, ese ir recorriendo las ciudades para entender la compleja riqueza del paisaje urbano.
Aquí entra en juego el concepto del flaunerismo (o vagabundeo), una idea que desarrolló mucho Anais Bazin, que sostenía que el único soberano de París era el flâneur (paseante, callejero). Pero contrariamente a lo que se piensa, el flaunerismo es lo opuesto a no hacer nada: es una forma de hacer, desde la contemplación. Un ir descubriendo en el andar, desde una pieza escultórica hasta una puerta o un adoquín. Un ir saboreando y disfrutando en ese laberinto que es la ciudad y donde uno va a encontrarse con piezas de arte de diferentes épocas.
En lo que hace a la ciudad de Córdoba en particular, falta presencia de esculturas en espacios públicos y un trabajo de contextualización de las piezas existentes a través de la iluminación, textos o señaléticas que aporten más información al observador.
Pero recorridos por hacer hay muchos, nosotros hemos esbozado aquí uno descendente, que pasa por Plaza España, una obra de arte en sí misma para mí, con los frisos o sobrerelieves de artistas muy importantes como Horacio Suárez Serral, Carlos Peiteado y Miguel Angel Budini, que a partir de la construcción del Centro de exposiciones han sido recientemente restauradas.
(*) Jorge Torres. Estudió Artes plásticas, es profesor de dibujo y pintura, dirigió el CAC entre 2002 y 2008, y desde 2011 es director del Museo Emilio Caraffa.