CRíTICAS

Huérfanos de Brooklyn, un thriller de época dominado por Edward Norton

La película es un thriller exigente, al que Norton pareciera haber apostado su alma, aunque el resultado no es el más acertado.

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PROPUESTA. Norton actúa, dirige y es autor del guión del film. | Warner.

Verborrágica, intensa y con un humor cuya irreverencia no escatima ternura, el relato que Jonathan Lethem escribió en 1999, ambientó en esa década y fue premiado por la crítica, parecía ideal para que Edward Norton lo trasladara al cine, como su segundo largometraje, en el que actúa, dirige y es autor del guión.

Norton, cautivado por la década de los años 50 en La Gran Manzana, con sus humeantes cabarets de jazz y alcohol y calles lúgubres y oscuras, decidió ambientar la historia en esa época. Cabe decir que su adaptación está apoyada en su propio lucimiento personal, que le posibilita una interpretación estupenda, magnífica en la metódica elaboración de tics que va mechando entre un diálogo y otro, producto del Síndrome de Tourette, que define a su protagónico.

La película es un thriller exigente, al que Norton pareciera haber apostado su alma, aunque el resultado no es el más acertado. Una de sus debilidades es la extensión de sus diálogos. Sí es demasiado evidente que el narcisismo de Edward Norton para obnubilar si puede al resto del elenco es bastante notorio. Aunque no logró eclipsar el personaje del corrupto político que interpreta Alec Baldwin; también es verdad que enfoca bastante levemente y de costado a un personaje esencial como el de Bruce Willis, su mentor, que desaparece a los pocos minutos de iniciarse la película, lo que da lugar a una investigación riesgosa.

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Con una duración demasiado extensa, cuyas escenas se convierten en una regocijo de ambientaciones de la época, autos lustrosos, caras sangrientas y música de jazz, que enfervoriza a los fanáticos, la producción levanta mayor vuelo y se vuelve más ágil narrativamente en el último tercio del film. Cuando el personaje de Norton y Gugu Mbatha-Raw van camino a su redención y consideran que sus cuentas con el pasado están saldadas.

Cabe aclarar que si bien pareciera ser un relato de detectives, no lo es. Su intención es indagar en las identidades de algunos activistas sociales, o  políticos, inmersos en los oscuros negocios con el Estado.