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Crítica cine

Los miembros de la familia: Los hermanos sean unidos, aunque no sea ley

La película nacional busca un nuevo modo de hacer humor en el cine argentino.

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Ruta. La película se estrenó en el Festival de Berlín. | Cinetren

Calificación: Excelente

Los miembros de la familia es una comedia distinta en el cine argentino. La frase puede sonar a un latiguillo, seguro, pero lo cierto es que en su segundo largo Bendesky busca afianzar algo que hace rato explora: los vínculos adolescentes entre hermanos. Mejor dicho, los vínculos que todavía se mantienen más por inercia (que no quita el amor) y como parte de eso que nos define cuando crecemos, queramos o no, son quienes se criaron con nosotros y cómo vivimos su mundo (y ellos el nuestro). En ese sentido, Los miembros de la familia, estrenada en el Festival de Berlín, es su mejor película: Bendesky entiende un instante de dos hermanos, de esos que los cruzan cuando ya poseen algunas heridas que sepultaron la inocencia, pero también juega con la idiosincrasia de la vida en un pueblo playero, uno de pocos habitantes. 

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Esa combinación es la que permite una comedia distinta, sentida pero no sentimental, y observacional antes que socarrona. Bendesky respeta los absurdos pero sabe cómo medirlos, cómo mostrarlos, cómo hacerlos presentes dentro y fuera de la relación de los hermanos y cómo hacer que definan el sentido de asombro y de sentimientos de su película.

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Una de las claves para lograr esa distancia es cómo Bendesky entiende las formas de sonar de determinados instantes, de determinados sentimientos y, sobre todo, de cosas que implotan y que nos van definiendo. Lo tremendo, lo inesperado, como aquí es la muerte que lleva a la hermana (Laila Maltz) y al hermano (Tomás Wicz) a este pueblo invernal costero en Argentina, es casi tan espantoso como el vacío que acecha a la relación. Ahí aparece su calma furiosa y también su brújula: no se trata de reír, de sentir, de separar esos vínculos como si fueran rutina de una comedia dramática. Bendesky sabe mezclar ambas sensaciones, ambos infiernos, y lograr que posean un andar completamente coherente, completamente sensato. Es vital para aquello que logra Bendesky lo que hacen sus actores, que saben transmitir ese limbo emocional (y turístico), sus distancias, sobre todo aquellas que van creando respecto del mundo (las que duelen y las que no). El film de Bendesky no es tanto una comedia adolescente sino la forma de un director de entender el mundo desde esos instantes de sus personajes.