Medio siglo después de su muerte, Pablo Picasso (1881-1973) sigue fascinando al público y vendiendo arte a precios millonarios, a pesar de las polémicas en torno a su relación con las mujeres.
Picasso falleció el 8 de abril de 1973 en Mougins, en la Costa Azul francesa, a los 91 años.
A su muerte, el primer catálogo de obras, completado en 1978, arrojaba nada menos que 33 volúmenes y más de 16.000 imágenes. Pero la cifra real de obras, desde las pinturas a la escultura, pasando por los grabados o la cerámica, podría ser mucho más elevada.
Como parte del repertorio de homenajes realizados a la memoria del artista, el Museo Nacional de Bellas Artes inauguró a fines de marzo en su sala 33 la exposición “Picasso en el patrimonio del Museo”, integrada por más de 30 obras -incluidos grabados, óleos y cerámicas- del precursor del cubismo.
Mientras tanto, museos del mundo entero, y particularmente en Francia y España, programaron unas 50 exposiciones sobre el artista.
Picasso retrató a Gertrude Stein y viceversa
En 1938, la escritora y coleccionista Gertrude Stein publicó un relato breve, titulado 'Picasso', en el cual desmenuzó con lucidez la rica evolución de su obra desde los inicios hasta el año de la publicación.
El volumen también recupera algunas anécdotas que aportan un testimonio valioso sobre la vida del pintor nacido en Málaga, ya que Stein y Picasso tejieron una sólida amistad que se extendió hasta la muerte de la narradora en el año 1946.
En 1905 el artista retrató a su compinche y así lo recordaba la autora:
"Fue en 1905 cuando pintó mi retrato (...) Posé para él ese invierno unas ocho veces y al final borró mi cara: me dijo que ya no me podía mirar; y se fue una vez más a España".
"Justo después de regresar de España pintó mi cara sin verme y me dio el cuadro. Quedé muy contenta y sigo estándolo con mi retrato; para mí, soy yo", observó Stein.
Picasso, absoluto y perturbador
Picasso es reconocido como uno de los fundadores del cubismo junto a Georges Braque. Stein sitúa aproximadamente en 1908 el origen de este novedoso lenguaje.
"Los cuadros dentro de un marco siempre habían existido pero ahora los cuadros querían liberarse de los marcos y esto también suscitó la necesidad del cubismo", describió la escritora y coleccionista de arte en la obra mencionada.
En opinión de Stein, Picasso afrontó el engorroso desafío de liberarse de todo preconcepto acerca de la forma humana para captar su naturaleza auténtica.
Según la narradora, "todo el mundo suele completar el todo recurriendo a su conocimiento previo, pero para Picasso, cuando veía un ojo, el otro ojo no existía para él, solo existía el que veía".
"Y como pintor", reflexionaba Stein, "estaba en lo cierto: uno ve lo que ve, lo demás es reconstruido por la memoria, y los pintores nada tienen que ver con la reconstrucción, con la memoria: se ocupan solo de lo visible, de ahí que el cubismo de Picasso sea un empeño por plasmar lo visible y que el resultado sea desconcertante para él y para todos".
En ese sentido, la mirada que inauguraba Picasso tenía la peculiaridad de "saltar" desde la dimensión de las "cosas conocidas" hacia las "cosas tal como se manifiestan".
Aquella sutileza, de acuerdo con Stein, trazó la línea divisoria que separaba a su amigo de otros artistas contemporáneos. El pintor nacido en 1881 fue capaz de entrever una "realidad que más que verse se sentía, que más que basarse en la naturaleza se oponía a ella", graficó una de las mujeres retratadas por Picasso.
A la vista de lo anterior, las pinturas de Picasso entrañan un dinamismo que necesariamente desafía la mirada convencional que escanea cualquier secuencia de objetos sin esfuerzo, "en piloto automático".
La cabeza, los ojos, el rostro, el cuerpo humano (expresiones recurrentes en la narrativa picassiana) rompen la superficie, emergen y "luchan" por adueñarse de los planos.
"Al mirar a un amigo, uno solo ve algunos rasgos de su rostro. De hecho, Picasso no era inmediato, analizaba su visión: no quería pintar lo que no había visto. Los otros pintores se conforman con las apariencias, siempre con las apariencias, que no es lo que ven sino lo que saben que está ahí", explicó la amiga del pintor.
Como si lo anterior no bastara, Stein tomó nota de una experiencia personal que permite ahondar un poco más en la especificidad del arte de Picasso.
La escritora quedó asombrada al observar los paisajes desde las alturas: "Cuando estuve en Estados Unidos, viajé mucho en avión y al mirar la tierra vi todas las líneas que el cubismo hizo cuando aún ningún pintor se había subido a un avión; vi en la tierra las líneas cruzadas de Picasso, yendo y viniendo, desarrollándose y destruyéndose...".
El tratamiento de 'lo feo' en la producción de Picasso
Picasso reconoció, a la luz del testimonio de su amiga Stein, que el proceso creativo exige al creador "mancharse" con elementos aparentemente abyectos.
En aras de obedecer a la intensidad del impulso creativo, parecería inevitable que tome forma lo feo, sucio o crudo. ¿Serán estas erupciones las que definen la experiencia creativa como tal?
Es probable que Gertrude Stein respondiera afirmativamente. "Picasso dijo una vez que quien crea una cosa se ve abocado a hacerla fea. En el empeño por crear algo intenso, en la lucha por crear esa intensidad, el resultado siempre tiene algo de fealdad".
"Los que vengan después", subrayaba la autora, "podrán sacar de esa fealdad algo bello. porque ya sabrán lo que están haciendo, teniendo ante sí la cosa ya inventada; pero el inventor, al no saber lo que va a inventar, inevitablemente, lo que acabe creando tendrá algo de fealdad".
Picasso en el Museo Nacional de Bellas Artes
Tal como describe el sitio oficial del Museo, las obras de la exposición “Picasso en el patrimonio del Museo” se distribuyen en 5 núcleos temáticos que recorren distintas etapas de la fecunda producción de Picasso, desde el año 1905 hasta 1959:
“Primer tiempo. De la figuración al cubismo” incluye los primeros grabados en punta seca y al aguafuerte, técnicas que el pintor exploró a comienzos del siglo XX para representar arlequines y personajes de circo.
Pertenecen a este primer segmento de la exposición la “Serie de los Saltimbanquis” ‒de la cual se exhibe “El baño”‒, y la acuarela “Mujer desnuda de espalda”, que podría estar inspirada en Fernande Olivier, la primera pareja del artista plástico.
Entre 1908 y 1909, Picasso plasmó el lenguaje del cubismo en grabados, lo que dio origen a obras tales como “Dos figuras desnudas: mujer con una guitarra y niño con una copa” y “Naturaleza muerta con frutero”.
El segundo eje temático, “En el atelier. El artista y su modelo”, reúne creaciones donde aparecen representados el propio artista y las mujeres de su entorno íntimo, como aquella joven amante Marie-Thérèse Walter, quien posó para pinturas y grabados a lo largo de las décadas del 20 y del 30.
La influencia del arte clásico se manifestó nítidamente en la serie de grabados sobre “El taller del escultor”, realizada entre 1933 y 1934, dado que "el escultor (tal vez el propio Picasso) aparece personificado como un dios de la Grecia antigua", según se explica en el sitio bellasartes.gob.ar.
El tercer núcleo de las obras exhibidas se llama “Femmes. Retratos de mujeres”, donde se repiten con intensidad las imágenes de ciertas mujeres que lo marcaron tanto en la dimensión personal como en su búsqueda artística. Entre ellas se destacan Fernande Olivier, Olga Khokhlova, Marie-Thérèse Walter y Dora Maar, Françoise Gilot y Jacqueline Roque.
Roque, a quien Picasso conoció en un taller de cerámica, tuvo el privilegio de ser representada en distintas versiones (al óleo, en grabados y en cerámicas) hasta su muerte del pintor, en 1973.
El cuarto eje, “Hacia el Guernica. Arte y compromiso político”, recoge el conjunto de grabados que, hacia 1937, en plena Guerra Civil Española, el gobierno republicano le encargó al artista para el pabellón del país en la Exposición Internacional de París, junto con su célebre mural el “Guernica”. Dichos grabados, que el autor bautizó con el nombre “Sueño y mentira de Franco”, proponían una sátira al dictador español Francisco Franco.
El último de los ejes de la exposición, “Metamorfosis. Entre lo animal y lo humano: faunos, centauros, toros y caballos”, presenta las clásicas escenas de tauromaquia que se inscriben en la serie “Corrida de toros”, formada por ocho platos de loza roja realizados en 1959 en la Factoría Madoura. También se exhiben la aguatinta “Caballo”, concebida para ilustrar “Historia Natural” (la enciclopedia del naturalista Georges Louis Leclerc), Conde de Buffon; y el plato de loza blanca “Cabeza de Fauno” (1955).
CA/DS