Acaba de tener repercusión mediática un rescate cultural, se trata del hallazgo de una copia de la película muda del director norteamericano John Ford (John Martin “Jack” Feeney, 1894-1973), padre del género western, titulada The Scarlet Drop (La gota escarlata), filmada en 1918. Esta es una de las sesenta películas mudas que realizó Ford entre 1917 y 1928. No se encuentra completa, pero supera largamente a los 30 minutos que existen en el archivo Getty.
Tal rescate lo realizó el académico chileno Jaime Córdova, perteneciente a la Universidad de Viña del Mar y director del Festival de Cine Recobrado de Valparaíso. En la edición 28ª de este último, durante el mes de septiembre pasado, exhibió la película muda con el acompañamiento al piano de la concertista Carla Díaz.
A la película “la encontré en enero del año pasado entre las películas que un viejo coleccionista, del que todo ignoramos, había acumulado a lo largo de su vida, y que tras su muerte quedaron más de cuarenta años olvidadas en una bodega de Providencia, barrio de Santiago de Chile, hasta que llegó el día en que hubo que demoler el inmueble”. Así narra el encuentro con el material Rubén García López, en artículo publicado en la revista online Transit, donde también reproducen declaraciones de Córdova: “La película técnicamente no está restaurada, sino que fue digitalizada en 4K en los laboratorios de Cineteca Nacional, en Ñuñoa (Santiago), y yo tuve a cargo la limpieza física, material, de la película, y la reparación de empalmes y de perforaciones que estaban rotas. La película estaba muy dañada, lo cual indica que fue una película muy popular en su época, la exhibieron mucho. Y la perforación estaba bastante débil, forzada, rota; había centímetros en los cuales no había perforación, y yo sospecho que muchos de los intertítulos de la película los recortaron o bien los sacaron completamente porque se rompieron. ¿Por qué los intertítulos? Porque estaban fabricados en material de menor calidad que el material de la imagen. Por lo tanto, en la película de nitrato, muchas veces es lo primero que se encoge y, al proyectarlo encogido, la perforación se rompe. Entonces, es muy probable que por ese motivo la persona que tuvo la película, en circunstancias desconocidas, haya optado por sacar estos fragmentos, proyectarla y verla”.
“Se estabilizó la imagen, porque estaba encogida y se movía. Lo único que se hizo fue eso, nada más. A mí no me gusta intervenir las películas. Si la copia hubiera estado mojada, le faltaran fragmentos de imagen… No tenía hidrólisis, que es la enfermedad del nitrato, cuando se empieza a desprender la emulsión… No traía nada de eso; 106 años. Estuvo guardada en condiciones de las que no sabemos nada. Creo que hay películas que deciden vivir. Me encontré una vez un Ricardo III (1955), de Laurence Olivier: todas las bobinas tenían la enfermedad del vinagre, hubo que tirarla entera a la basura. Esa es del 55, esta del 18. Y ha sobrevivido mucho mejor. Decidió salir adelante y salir al camino, y darse a conocer, lo cual yo encuentro milagroso”.
La línea argumental de The Scarlet Drop, refiere a la historia de dos familias, una pobre y otra rica, y a un desertor de la leva para la Guerra de Secesión, Kaintuck Cass (encarnado por el actor Harry Carey). El héroe rebelde, convertido en delincuente, se enamora de la hija de la familia rica en el marco de la conquista del oeste, incluyendo la fiebre del oro.
La nota escrita por García López reconstruye la historia de esta película, así como la etapa de cine mudo en la producción de Ford. Es más, señala algo clave: Harry Carey fue el modelo para la construcción del actor-personaje “duro” que encarnó John Wayne en la etapa de cine sonoro y color de Ford. También remarca la admiración que este tenía por la figura del presidente norteamericano Abraham Lincoln.
Figura histórica que aparece con doble homenaje en Los ocho más odiados (2015) de Quentin Tarantino, por la existencia de una carta del mismo Lincoln (tan apócrifa como verdadera) a un oficial negro que la exhibe con orgullo (mayor Marquis Warren, representado por Samuel L. Jackson) y cuyo contenido desconocido es clave en toda la trama. Pero el homenaje de Tarantino también es técnico: utiliza película 65 mm. para llevarla a formato 70 mm., emulando el super Panavision, formato utilizado en el último western de John Ford: Cheyenne Autumn (1964).
Este salvataje histórico corona el año en que la Cinémathèque Française estrenó en Cannes una nueva versión de la película muda Napoleón (1927) de Abel Gance, versión a cargo de su director general Frédéric Bonnaud, que prefiere referirse a ella como una “reconstrucción” y que demandó quince años de trabajo por parte de la institución. Se basa en la versión Apollo (nueve horas y media de duración) que, recortada a siete horas, se supone es la definitiva. Otra versión, denominada Ópera, tenía una duración de once horas y cuarenta y cuatro minutos.
Lo que tienen en común, tanto Napoleón como The Scarlet Drop, es que se las proyecta desde el material original que se encontró, rollos positivos de exhibición, porque de ellas no existen negativos. De hecho, para la reconstrucción de Napoleón, se buscaron todos los rollos que fueron exhibidos, una tarea tan detectivesca como titánica.
El resultado, festejado por la crítica cinéfila, luego de un breve recorrido por salas dentro de Francia, tiene como destino la plataforma Netflix. Siete horas de cine continuado, experimento que Gance concibió como película total, tal vez inabarcable.