Febrero puedes ser el mejor mes del año para reencontrarse con aquellos libros que tanto nos gustaron, o que nos quedaron siempre pendientes y es hora de ponerse al día. ¿Cómo no leer los clásicos de la ciencia ficción?
Género inabarcable si los hay, les proponemos cuatro novelas para dejar volar la imaginación y reflexionar sobre la vida, la soledad, la sexualidad o la política.
El hombre ilustrado, de Ray Bradbury
Una colección de relatos de uno de los grandes creadores de clásicos del género, como “Crónicas marcianas” o “Farenheit 451”. El hombre ilustrado es una recopilación de 18 cuentos donde un narrador anónimo conoce a un curioso personaje con el cuerpo completamente cubierto de tatuajes. Pero esas ilustraciones están vivas y empiezan a desarrollar su propia historia. Un libro escrito con maestría y con la fuerza típica del autor, que no aburre nunca.
Restringen la importación de libros con una resolución de Guillermo Moreno
El hombre en el castillo, de Philip Dick
Philip K. Dick se enfrenta al reto paraoico de describir cómo sería el mundo si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial en la novela que consolidó el género de la ucronía. Clásico de clásicos, inspiró una serie de 40 capítulos que es tan sólida como la extrordinaria novela.
Nueve películas que dan ganas de leer el libro original
La mano izquierda de la oscuridad, de Urusla K. Le Guin
La mejor novela de una autora extraordinaria y prolífica. Una relectura de Orlando, de Virginia Woolf en clave de ciencia ficción. En el planeta Gueden, sus habitantes tienen la particularidad de adoptar uno u otro sexo en la época de celo, lo que convierte a esa sociedad en un extraordinario lugar donde no existen las diferencias sexuales.
Soy leyenda, de Richard Matheson
Osvaldo Soriano recordaba con mucho cariño esta novela, la primera que leyó en su vida, y lo volvió a emocionar que su autor se haya jugado la vida para salvar a su gato cuando se le incendió la casa. Entretenida historia de vampiros, no sé si la mejor del Siglo XX como dicen algunos, escrita por el autor de “El hombre menguante” y del cuento que dio origen a la primera película de Steven Spielberg, “Duelo a muerte”. Si empezás, seguro que no podés soltarla. La pelicula homónima retoma la idea general, pero se convierte en otra historia, así que si la viste, podés leerla como una historia diferente sin problemas.
