La noticia en el mundo de la cultura global debería ser que se vendieron 814 mil ejemplares en dos días del libro The Eras Tour Book, según informa la revista Variety esta semana. El lanzamiento editorial en Estados Unidos lleva la firma de la cantante Taylor Swift y se trata de un libro ilustrado, impreso a color, donde se ofrece al público un documento histórico sobre esta etapa en la carrera de la joven artista. Todo por US$ 40 la unidad, nada barato.
Pero la novedad es que tal éxito de ventas es producto de Taylor Swift Publications, la editorial que creó Swift bajo el concepto “autopublicación”, forma productiva que permite a un autor –novel, en busca del éxito– controlar y hacerse de las ganancias del libro. Por caso, The Eras Tour Book dejó atrás la intermediación de las cinco grandes casas editoriales de Estados Unidos (capaces de enfrentar un emprendimiento logístico de semejante envergadura): Penguin Random House, Simon & Schuster, Macmillan, HarperCollins y Hachette.
Según lo expresado por sus fanáticos, compradores del libro, la calidad de The Eras Tour Book no está a la altura ni del precio ni de los demás productos ofrecidos hasta ahora por esta franquicia unipersonal. En las redes sociales como Reddit y TikTok, los fanáticos debaten y señalan los errores tanto tipográficos como gráficos (fotos de mala calidad, falta de páginas, etc.), al punto que al libro se lo rebautizó como The Errors Tour Book.
En todas las publicaciones especializadas se destaca la revolución que Swift produjo en el negocio de la música, algo que le reporta más de mil millones de dólares como fortuna. Ahora, ¿por qué no contrató a profesionales del libro para entregar un producto óptimo? Tal vez la lógica de ese control novedoso sobre la comercialización de su obra tiene en la urgencia y la improvisación los mayores defectos. El libro se vende en las tiendas Target, más de 1.300 en cuarenta estados, como ocurre con sus vinilos y demás productos musicales o derivados.
Es decir, tampoco acudió a distribuidoras y librerías, lo que hace suponer una ambición desmedida por hacerse con la ganancia de manera inmediata. Esta motivación impuso cierta ceguera sobre el libro como fenómeno cultural, porque no es lo mismo que la música, se trata de otro tipo de “producto”. Al punto que su forma de circulación, por locales de venta en red de una corporación, remite a una investigación periodística publicada en enero del año pasado por The New York Times: “Searching for the Faces of Migrant Child Labor” (Buscando los rostros del trabajo infantil migrante).
La misma consta de un centenar de entrevistas a niños indocumentados de entre 15, 16 años y, en algunos casos, de tan sólo 12, que se encuentran atrapados en un sistema de explotación laboral que viola la legislación estadounidense sobre trabajo infantil. Ellos trabajan para empresas como las cadenas de supermercados Whole Foods, Walmart, Target o incluso General Motors y Ben and Jerry’s. La dimensión del fenómeno: el número de menores indocumentados no acompañados que llegaron a la frontera sur de Estados Unidos durante 2022 superó los 130 mil.
Para la publicación económica Business Insider el mayor activo de Taylor Swift es su audiencia fiel, los Swifties. Cabe preguntarse en cuánto incrementan la fortuna de la artista esos niños que trabajan en Target, también si son sus seguidores, si tienen el libro, o tan solo forman parte del sistema como “baja aceptable” en la guerra por acrecentar el capital.
Ahora volvemos a la autopublicación como fenómeno transcontinental. En el Norte de Francia –zona cercana a Biarritz, vascongadas francesas–, el lunes pasado fue condenado por los tribunales de Bayona a cuatro años de cárcel por tráfico de drogas un tal Alain Julia, 69 años, quien durante 37 años acumuló ocho condenas. Su abogado defensor destacó ante el juez que nunca se lo condenó por violento, incluso que se trata de un exitoso escritor. En 2022 publicó Isis, una pasión criminal, novela policial de 570 páginas, en cuya contratapa declara que es el sexto trabajo luego de que se desatara una pasión por la escritura originada en un taller literario. El libro lo autopublicó en la editorial Sydney Laurent.
Otro salto geográfico es necesario. El sello Sydney Laurent, centrado en los servicios de autopublicación, tiene domicilio en París, pero el síntoma de su caída ocurrió en la costa sur francesa. Su fundador, Marc-Henry Solange, en febrero de 2022 abrió una librería de 1.300 metros cuadrados en Saint-Laurent-du-Var, con más de 38 mil títulos, la mayoría provenientes de los autores que pagaron por sus servicios. En marzo de 2023 la misma quedó abandonada a raíz de que se decretó la liquidación judicial de Editions Sydney Laurent, y sus vinculadas Editions Saint-Honoré y SL Promotion. El dueño del local abandonado tiró todos los ejemplares en contenedores estacionados en la puerta, algo que indignó a los vecinos, como si fuera un atentado cultural.
Marc-Henry Solange, es el nombre “de escritor” del fundador, quien también es autor de su propio sello. El nombre real es Jean-Marc Fauré, quien fuera condenado en 1995 a prisión por un caso de fraude que provocó la caída de un importante banco monegasco. Devenido editor, hace más de diez años que viene estafando a los que quieren autoeditarse (con una editorial llamada 7 Writen): les pidió el adelanto (entre mil y 4 mil euros), y gracias.
Tal estafa ya tocó a su fin, queda esperar cuántos son los damnificados, y si Fauré utilizó mano de obra infantil en la confección de los libros. O podemos imaginar qué hubiese sido del libro de Swift de haberlo publicado.