CULTURA
Crítica

El sujeto en sombras

Perfil
. | CEDOC

La deriva, siempre, la deriva. Marcos Bertorello revuelve aguas oscuras, pliegues y rizomas, con los cuentos de El moñito de Jacques Lacan, en paisajes íntimos abundantes de terrenos resbaladizos y llenos de agujeros, despeinando las filiaciones y los agenciamientos de sus personajes. Protagonistas menores que devoran los kilómetros emocionales que los separan del misterio más grande: uno mismo. Misterio porque uno es la mirada y el deseo del otro. Ese misterio que puede aparecer en una cita sin happy end, La desilusión de Carrie Fisher, o que tienta otra oportunidad para viejos amores imaginarios, Las parrillas de Chacho Álvarez, primero y último de estos nueve relatos editados por Azul Francia. Entre ellos, los deslindes y junturas de la realidad y la ficción, en los desvíos y rupturas de la lengua, una cartografía del deseo en el nuevo milenio.   

Lenguaraz el escritor como si Juan Martini se fuera de copas con Ricardo Strafacce –atención en Bertorello, al igual que en Strafacce, y el agudo enfoque de las nuevas masculinidades desvalorizadas–, la palabra en sus cuentos queda desatada, desacatada, desterritorializada. “Me gusta la deriva delirante de cualquier narrador”, confiesa quien cuenta la rocambolesca desventura de La bombacha de Marilyn Monroe; con los ingredientes de la obra narrativa y poética de este además crítico y docente universitario, que suele mezclar géneros, aquí el policial, en otro puede ocurrir el fantástico al estilo de las Criaturas desgraciadas que quieren sobrevivir, en el desarme de cualquier cadena normativa ficcional y real. 

Protagonistas menores devoran los kilómetros emocionales que los separan del misterio más grande: uno mismo. Misterio porque uno es la mirada y el deseo del otro

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Psicoanalista con impronta lacaniana, en las tramas de Bertorello, tal cual había presentado en los iniciáticos cuentos de Porno (2009) y en la nouvelle Quieto en la orilla (2012), las singularidades se disuelven. Pero esto no significa la lisa y llana negación del sujeto, y entonces la trama del texto que confiere el título, con un atribulado analista que no sabe si quedarse o irse, pero que va sin importar los carteles de derrumbe, atropella directo “al grano”, con el amigo, la familia, amante y paciente. “Esto es un desastre, Eleonora, un verdadero desastre. Nos invitaron a nuestro propio velorio y nos comportamos como si estuviéramos en una fiesta de cumpleaños. A veces la alegría es más terrible que las lágrimas”, en La secretaria del ministerio, quizás el cuento más redondo en estos esquizoanálisis de cámara del pasado reciente argentino.  

“El sujeto está completamente en sombras” fue una de las respuestas de Lacan en 1957, en medio de un diálogo picante ante filósofos franceses, entre ellos Maurice Merleau-Ponty, y tras la conferencia célebre “El psicoanálisis y la enseñanza”. Hacia ese hoyo negro enfila en picada la letra de Bertorello, que parece que se va oscureciendo para “dar luz las experiencias más dramáticas de la vida”. Alguna duda, preguntarle al oficial Fernández de El poema de Agatha Christie. Relatos de Bertorello para los tiempos en que el espejo es negro, negro pantalla de celular y notebook, y refleja pedazos sin ojos ni dientes. Y sin embargo ardientes de furia y tristeza.