Su caballerosidad es un rasgo de carácter que, luego confiesa, viene de su educación. Prima junto con su simpatía y la lucidez que lo lleva a escribir novelas como esta última que trae a la Argentina. Su nombre es Falcó, como el del protagonista; un hombre peligroso y a la vez entrañable, con valores que para, Arturo Pérez-Reverte, son dignos de admiración: valor y entereza ante su destino.
-Mariana: ¿Cada novela es un ejercicio de entrenamiento?
-Arturo: Yo soy un lector que accidentalmente escribe novelas. Algunos autores dejan de ser lectores y lentamente mueren, aunque caminen, están muertos. Al hacer una novela te obligas a leer y eso te devuelve la inocencia, descubres cosas y es muy estimulante.
-M: Oriana Fallaci te dijo poco antes de morir: "Arturo, es que escribir novelas mata más que las bombas". ¿Es un gran esfuerzo también estar permanentemente conectado con la escritura, buscando información, trabajando en la creación?
-A: Lo que pasa es que, al ser un escritor profesional como yo, una novela es un trabajo. Cada novela es un desafío y un problema de eficacia a resolver. Un trabajo disciplinado. yo me levanto cada día a las 7 de la mañana, hago ejercicio, voy a nadar, y luego trabajo de 8 a 3 de la tarde, todos los días de mi vida. A veces tengo ganas y a veces no. Es un esfuerzo muy agradable y gratificante pero agota. Y Oriana decía eso.
-M: ¿Tu propia vida, tus vivencias están un poco en cada libro?
-A: A veces me pasa que tengo recuerdos y no sé si sucedieron realmente o los escribí. La vida se mezcla con la literatura, es una situación incómoda pero al mismo tiempo me gusta.
-M: “El infierno es un poderoso estimulante” es una frase que inicia tu libro. Para Falcó, el protagonista está hecha a medida. La guerra es el ámbito y es el infierno que lo estimula.
-A: Hay gente que necesita la adrenalina, la aventura, la incertidumbre, incluso el miedo. Gente que necesita caminar por la vida y sentir que está en territorio hostil. Como en el mar, es peligroso y tienes que estar preparado siempre para lo imprevisto. Cuando trabajaba en la guerra, a mi no me gustaba la guerra, me gustaba como me sentía yo en la guerra. La guerra me obligaba a estar siempre bien despierto. Esa sensación se lo he prestado a Falcó, para quien el peligro significa un estimulo.
-M: La guerra fue tu universo de vida durante 21 años, estuviste en conflictos armados en Chipre, Líbano, las Malvinas, El Salvador, Nicaragua, Angola, El Golfo. Aunque de todas ellas, la guerra de Eritrea, en 1977 te marcó especialmente, anduviste desaparecido varios meses y te ayudaron tus amigos de la guerrilla. ¿Qué has aprendido en la guerra?
-A: Aprendí que en la guerra no hay buenos y malos. En Eritrea, los amigos que yo había tenido, los que me cuidaban, en combate, mataban prisioneros, violaban mujeres. Entonces me di cuenta de que el hombre es al mismo tiempo bueno y malo, oscuro y luminoso. Eso me rompió todos los esquemas del bien y el mal. De esa mirada es de donde sale Falcó.
-M: Es una mirada escéptica, de pérdida de confianza en el ser humano, sin embargo hay ciertos valores, como la grandeza y su capacidad de pelear y enfrentarse a la dureza de la vida, la valentía, que destacas y rescatas…
-A: Yo fui muy bien educado, para ser un caballero, con reglas, con palabras como: honor, patria, dignidad, bandera, amor. Luego salí a un mundo de canallas y me fueron arrancando esos recursos. Cuando ya no los tuve, me tuve que agarrar de los pocos que me quedaban. Cuando veo en la gente solidaridad y lealtad, eso me reconcilia.
-M: El escenario de Falcó es la Guerra Civil Española, los años 30 y 40 del siglo XX y la creación de un personaje en el que la fortaleza y el instinto de supervivencia mandan. ¿Te cae bien Falcó? ¿En que se parecen?
-A: A tí también te cae bien, porque me costó trabajo crearlo para que te cayera bien. Tiene claros y oscuros, el desafío era hacer de Falcó que es un tipo amoral, un criminal, mata, tortura, trata a las mujeres de manera machista. Hacerlo también guapo, simpático, inteligente, seductor y encantador, Un tipo con el que los hombres pudiesen tomarse una copa y las mujeres irse con él a la cama.
-M: A él le gustan las mujeres valientes como Eva Rengel que tenia algo sólido y oscuro que Falcó puede reconocer, porque está hecho de la misma materia: frío, desarraigo... Y ahí pierde un poco los estribos. ¿Siempre las mujeres son tu debilidad? ¿La obsesión?
-A: El hombre no es interesante en términos narrativos, desde Homero hasta acá está todo contado, pero la mujer tiene distintos ángulos: lucidez, estragos, amarguras, sombra, coraje. Son fascinantes. Por eso en mis novelas siempre están las mujeres. Mujeres capaces de pelear. Nadie pelea como la mujer cuando tiene que hacerlo, ese es el tipo de mujer que me interesa, la mujer capaz de defender lo suyo. Nadie como una mujer puede desmontar a un hombre. Lo hace minuciosamente. Esa capacidad implacable de lucidez y de análisis es propia de la mujer.
-M: En la guerra, Falcó ve enfrentados, en las calles de España, a falangistas, socialistas, comunistas, anarquistas, matándose entre ellos, muchos se conocían de las universidades, habían sido hasta amigos. No se sabía bien cuáles eran los bandos. La diferencia es que su guerra era otra y en ella, los bandos estaban claros, de un lado él y del otro todos los demás, esa era su ideología. ¿Este cuento es como develar la confusión, la incoherencia, el escepticismo respecto a las grandes ideas?
-A: Hice varias guerras civiles como reportero y una cosa que aprendí ahí es que cuando estás lejos se ve todo claro. En España, Franco era el malo y los republicanos eran los buenos, aquí los milicos eran los malos, los Montoneros eran los buenos. Cuando te acercas y estas con ellos, te fumas un cigarrillo, te das cuenta de que son humanos, entre un chico de 16 años que es comunista y otro que es falangista no hay ninguna diferencia, la vida los ha puesto ahí. Ver esto es bueno porque te cura de las etiquetas.
-M: ¿Se están perdiendo las ideologías en el mundo?
-A: Algunas no es malo que se pierdan. Creo que se están diluyendo, el problema está en que está llegando el populismo, que no es una ideología sino un estado de ánimo. La ideología tiene un fundamento, el populismo no lo tiene. El populismo esta lleno de impulsos, siempre recurre al pueblo al que dice representar. Me preocupa la sustitución de algunas ideas por el populismo.
-M: Para Falcó la palabra patria no tiene valor. El populismo usa esa palabra.
-A: En latín, "patria" significa "la tierra de tus antepasados". No es una bandera. es el lugar de la memoria donde están tus ancestros. Lo otro, esa patria de bandera por la que hay que morir o matar, es peligrosa porque los canallas utilizan la palabra patria para envolver sus negocios sucios.
-M: Nicolás Maduro usa la palabra patria en Venezuela.
-A: Maduro es un sinvergüenza que usa palabras nobles para fines perversos.
-M: ¿Qué pensás de la llegada de Trump a Estados Unidos?
-A: Es justo lo que hablamos de la llegada del populismo, Trump no es republicano ni demócrata, es populista. la utilización de la ideología para una aventura personal.