“Partido picante”, “clásico del ascenso”, “pulsaciones a mil”, “folclore del fútbol”. Ninguna de esas frases hechas justifican los gestos del jugador Arnaldo González, de Nueva Chicago ante la platea de Atlanta en el partido que el Bohemio, líder de la Zona A de la Primera Nacional, le ganó al equipo de Mataderos por 2 a 0, que está último y se está yendo a la Primera B Metropolitana.
Pero, ¿qué hizo de grave González? Se puso una mano en la cabeza señalándose una supuesta kipá, la pequeña gorra ritual usada por los varones judíos, y se tocó el pantalón, aludiendo a una circuncisión, gestos que son claramente discriminatorios contra la comunidad judía, con la que se asocia habitualmente a la hinchada de Atlanta, por tener su cancha en un barrio donde hay muchos habitantes que profesan esa religión.
Horrible actitud de un jugador profesional que debería tener mayor responsabilidad, porque sus repudiables gestos no solo fueron vistos por la platea local, sino tomada por las cámaras de televisión.
El club de Mataderos ya sufrió una importante sanción por la violencia de sus hinchas durante un partido, y ahora vuelve a ser noticia por la actitud de uno de sus jugadores. Es histórico, reiterado y repudiable que se repitan los gestos antisemitas contra los hinchas de Atlanta, así como también señalar a hinchas de otros equipos como “villeros”, “bolivianos” o “paraguayos”, como si la pertenencia a determinada religión, nacionalidad o vivir en un asentamiento precario fuera un sinónimo de insulto.
Las redes sociales estallaron con la inmediata viralización de las imágenes y el repudio generalizado, más allá de algún desubicado que haya podido tomar la actitud de González con un dudoso humor.
El 10 de Chicago se fue expulsado por agredir a un rival luego de que el árbitro expulsara a su compañero Facundo Mater, dejando irresponsablemente a su equipo con dos jugadores menos. Pero lo peor fueron los repudiables gestos a la vista de todo el mundo, que deberían tener una sanción deportiva por incitación a la violencia, pero también una sanción social para que de una vez por todas, estas cosas no sucedan nunca más ni en una cancha de fútbol ni en ningún lugar de la sociedad.
CP