La lluvia, en menos de media hora, convirtió el Cilindro de Avellaneda en un gran charco de agua. Y lo que se presagiaba como un partidazo –por la dinámica inicial y sobre todo porque a los tres minutos ya iban 1 a 1– se convirtió, al final, en un asterisco más en la tabla de posiciones: ahora, Racing y Tigre deberán completar los 67 minutos pendientes quién sabe cuándo.
El dato formal y frío, que el árbitro Pedro Argañaraz contempló en su informe, dice que el partido se suspendió a los 23 minutos del primer tiempo debido al temporal. En el mismo instante en que Argañaraz paró el partido, se lo argumentó a los jugadores: “Así no se puede jugar”. Y cuando los periodistas le preguntaron por qué no se tomaba un tiempo para ver si la lluvia paraba, el árbitro desestimó esa idea: “No hay que ser meteorólogo para darse cuenta de que esto no va a parar”, dijo.
Argañaraz había detenido el juego a los 20 minutos para consultar a los futbolistas y, tras escucharlos, aceptó hacer un intento más, pero tres minutos después lo suspendió.
Antes de que la lluvia formara una cortina sobre Avellaneda, Racing había convertido a través de Diego González. Fue al minuto de juego, luego de una buena intervención de Acuña, que bajó la pelota y se la dio rápido al Pulpo, que estaba abajo del arco.
Sin embargo, la alegría duró poco, porque dos minutos más tarde, el colombiano Sebastián Rincón aprovechó una mala salida de Agustín Orion (¿cuántos errores similares cometió el arquero en toda su carrera?), y con un tiro esquinado marcó el empate. Después, la lluvia se intensificó y llegó el final precipitado.