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Misión imposible

San Antonio, con Manu Ginóbili, arranca esta tarde los playoffs ante uno de los rivales más duros que le podían tocar: Golden State Warriors, el último campeón.

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Un pibe de 40. Tuvo una temporada excelente, con aportes ofensivos y defensivos espectaculares. | AFP

San Antonio atravesó una temporada en la que sacudió la salud cardíaca de los tradicionalmente recios texanos. Llegó un momento, incluso, en el que los Spurs –que desde que Tim Duncan se incorporó a la franquicia nunca se quedaron afuera de los playoffs– creyeron estar viviendo una pesadilla mal guionada. Fue el 13 de marzo, cuando tras perder un partido clave contra los Houston Rockets amanecieron en el décimo lugar de la Conferencia del Oeste.

Pero un envión final en el que Manu Ginóbili resultó clave sirvió para que en las últimas fechas San Antonio garantizara su entrada a los playoffs, aunque una noche antes de que se cerrara la temporada regular la derrota contra New Orleans hizo que aquel esfuerzo monumental dejara en los aficionados un gesto de sorpresa y de preocupación.

Sorpresa porque la franquicia comandada con genio, necedad y mano férrea por Gregg Popovich terminó séptima. Y preocupación porque esto implica que deberá enfrentarse en primera ronda con la Naranja Mecánica del básquet planetario: los Golden State Warriors de Durant, Iguodala, Klay Thompson y Draymond Green.

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Es cierto: Stephen Curry no jugará esta serie al mejor de siete partidos que comienza hoy a las 16 de Argentina, con ventaja de local para Golden State. Pero el resto del equipo de California estará a la orden de un maestro de la motivación y el juego ofensivo como Steve Kerr.

Al mismo tiempo, San Antonio seguirá sin contar con el extraordinariamente versátil, talentoso y poco sonriente Kawhi Leonard, con lo cual el plantel entero, pero muy especialmente LaMarcus Aldridge, Rudy Gay y Patty Mills, deberá responder.

La tarea de nuevos valores como Dejounte Murray y Kyle Anderson, y de veteranos como Pau Gasol, Danny Green y Tony Parker, resultará tan fundamental como la aparición estelar –que sería poco realista exigir– de un hombre de 40 años llamado Emanuel Ginóbili.

Sus últimos playoffs gloriosos fueron en 2014, cuando San Antonio salió campeón. Pero después de un 2016-2017 olvidable, esta temporada regular de Manu fue excelente, pues promedió 20 minutos, 9 puntos, 2 rebotes, 2,5 asistencias y 0,7 robos por partido, y sobre todo porque realizó contribuciones ofensivas espectaculares y defensivas que, pese a que no figuran en las planillas de estadísticas, llegaron en los momentos más difíciles.

Frente a semejante panorama, inserto en un contexto aún más difícil, pues la Conferencia del Oeste es particularmente competitiva y este año incluye a una impiadosa máquina de atacar conocida como Houston Rockets, esperar el sexto título de San Antonio sería absurdo.

Pero nada impedirá que les prendamos velas a todos los santos para que Ginóbili, en el año que los Spurs vivieron en peligro, pueda dar otra asistencia brillante, hacer otro triple, meter otra bandeja de zurda, clavar otra volcada y sacar otro euro step de la galera antes de que el melancólico telón final caiga sobre la obra grandiosa que un competidor inclemente comenzó a construir en un lugar de la Argentina que en Estados Unidos llaman con naturalidad Bahía Blanca.