DEPORTES
Aniversario de la muerte de Maradona

El compinche de Maradona en "Cebollitas" cuenta cómo era y comó jugaba a los 10 años

Claudio Rodríguez fue uno de los primeros "socios" futbolísticos de El Diez. Amigos de toda la vida, relató a PERFIL cómo fueron los años más felices de Diego dentro de una cancha.

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Diego Maradona y Claudio Rodríguez en un entrenamiento de Chacarita Juniors en 1993 | CEDOC

Nunca alcanzan las palabras para explicar el talento futbolístico de Diego Armando Maradona. A veces, la memoria y el cariño magnifican las cosas. Pero los privilegiados que lo vieron desde los primeros partidos de los Cebollitas, a fines de los años ’60 y principios de los años ’70 coinciden en que fueron los años más maravillosos y felices de Diego adentro de una cancha. Uno de los testigos y también protagonistas de aquellos años es Claudio Rodríguez, uno de sus principales socios futbolísticos de Maradona en aquellos años.

Rodríguez habló con PERFIL hace un año, minutos después de pasar a rendirle su último homenaje al amigo de la infancia, con quien casi termina trabajando en el cuerpo técnico de Gimnasia y Esgrima de La Plata, en el último compromiso laboral de Maradona antes de su muerte, y evocó aquellos años.

“Hablando con Claudia Villafañe, le dije que le hubiera venido bien volver a encontrarnos con los chicos que habíamos jugado juntos, queríamos festejar los 60 de los 60. Pero después vino la pandemia, toda esta locura y no se pudo. Yo particularmente pasé los mejores años de la vida de Diego Armando Maradona al lado de él. De los 8 años y medio hasta los 14 que estuvimos en los Cebollitas y en Argentinos Juniors, para mí fue la mejor época de Maradona”, lo evocaba, emocionado, el ex jugador.

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Con Maradona jugaron en aquel mítico equipo dirigido técnicamente por Francisco Cornejo y Maradona y Rodríguez, junto a Gregorio Carrizo y otros chicos eran imbatibles, al punto que llegaron a estar 140 partidos invictos. “Jugábamos a los juegos de chicos, a la escondida, al Poliladron, íbamos a la calesita, al fútbol, al metegol. En la pileta, nos pasábamos 13 o 14 horas en el predio Las Malvinas de Argentinos Juniors, dormía en mi casa, fueron cosas que uno no se olvida. Después de grande vino al cumpleaños de 15 de mi hija, tengo los mejores recuerdos de él, una amistad de fierro”, evoca.

En la cancha se entendían como nadie. Es mítica la escena donde en un partido que tenían una diferencia enorme, ganaban 6 o 7 a 0 y se pusieron a jugar a tratar de bajar un hornero que había atrás del arco. “Con Diego nos entendíamos bien en la cancha, estábamos todo el día juntos, muchas veces dormíamos juntos, porque aparte éramos los más quilomberos. En Río Tercero, hacíamos cosas de chicos de doce o trece años, era el año ’73, dormíamos cinco en cada pieza, y con Goyo Carrizo, Dallabona, Diego y yo dormíamos juntos. Y nos poníamos a golpear puertas y al que salía le dábamos almohadonazos, se lo fueron a decir al entrenador, Francis Cornejo y se metió en la habitación de ellos, y cuando golpeamos, salió él y le pegamos a él. Le arrancamos la cabeza… Todos los días nos mandábamos una…”, recuerda.

 

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Claudio Rodríguez abraza a Maradona en una formación de Cebollitas.

 

“La mejor época futbolística de Diego fue con nosotros y cuando debutó en primera con Argentinos Juniors. Cuando llegó a jugar con nosotros, lo único que hacía bien era jugar bien y bailar. Bailaba rock and roll porque le enseñaron las hermanas más grandes. Y después no sabía jugar a nada, pero a los tres meses, al metegol, que jugaba conmigo, le ganábamos a todos. Aprendió a jugar al billar. Un superdotado. Él le puso mucho empeño, cuando entrenaba con nosotros, quería inventar todos los días algo…” asegura, y cuenta que ya mayor, antes de irse a Boca Juniors, en el verano de 1981 lo llevó a Argentinos otra vez. “Fuimos a jugar la copa de verano a Mar del Plata y Diego no sabía cómo hacer para inventar algo nuevo. Entonces, en un córner puso tres pelotas apiladas y las sostenía con la mano, las soltaba y antes de que se caigan, le pegaba. A las 15 o 20 veces que le pegó, de tres tiros, dos hacía el gol olímpico… Era terrible” define.

Terrible e inagotable. Rodríguez sigue: “Un día nos pusimos a pegarle al travesaño y le pegó diez veces seguidas. Porque practicaba, y hasta que no le pegaba, no se iba. Otra vez, en Moreno, había que juntar las pelotas del entrenamiento. “Nos quedábamos hablando, pateando. Entonces el utilero nos apuró, que nos teníamos que ir. Y Diego le dijo: subite el micro que te guardamos todas las pelotas… Yo también le pegaba bien a la pelota, ¿eh? Y bueno, le metimos todas las pelotas adentro de la bolsa pateándole desde 40 o 50 metros”, se enorgullece.

 

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Rodríguez tiene su propia versión del famoso y tan mentado “entorno maradoniano”. Como tantos otros amigos históricos de Maradona, se queja de cómo lo aislaron. “A veces se cortaba la comunicación con él por la gente que lo rodeaba, te atendían el teléfono y no te lo pasaban, te decían que había cambiado el número. Después te lo cruzabas a Diego en persona y te puteaba porque no lo habías llamado… Claudia nos dijo lo mismo, que los últimos años era muy difícil hablar con él”.

Y también del final del ídolo. “Se lo dije a la hija, para mí él no tenía ninguna enfermedad. Tenía una tristeza muy grande, que por eso se le vino todo encima. La tristeza y la depresión que tenía, te hace sentir mal y te agarrás todas las enfermedades que puede haber porque la peor de todas es la depresión, la tristeza”, define. “Yo lo conozco bien, es un chico muy inteligente, es una luz. Sabe todo, que se haga el boludo es otra cosa, pero sabe todo, todo, todo. Si le comen la plata, si no se la sacan, si le tienen que dar diez y le dan doce o le dan ocho… en todo. Sabe todo de todo”, dice, hablando como si Maradona estuviera vivo. “Pero tuvo una enfermedad, un vicio que lamentablemente lo llevó por mal camino, la gente que se aprovechaba de eso no quería que salga, y bueno, llega un momento que no te pasaban el teléfono… No sé quién era el que hacía eso, pero te bloqueaban. Me lo hacían a mí, se lo hacían a Claudia, a las hijas… a todos. Uno no está seguro de quién lo hacía, pero pasaba”, asegura.

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Una nota sobre Rodríguez y Maradona, en un medio partidario de Argentinos Juniors

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-¿Qué le faltó a Diego?

- Le hubiera servido mucho a él juntarse con nosotros, porque fueron años felices para él. Me dijo Claudia “ellos no querían que se junten, porque tenían miedo de que al volver a la infancia, se dé cuenta de que lo estaban garcando todos y los eche a todos… ese era el problema”. Tenían miedo de que se le diera vuelta el chip y volviera a los 13 o 14 años, que recordara aquella vida linda que vivió y quisiera volver. Dicen que tomaba 25 ansiolíticos por día, ¿te parece que podía tomar alcohol? Estaba dormido… a Diego se le había ido la sonrisa de la cara… la única foto sonriendo es la del parche en la cabeza. Se le había ido la sonrisa de la cara a un tipo que siempre fue alegre. Ahí se notaba que estaba todo mal. Yo lo hubiera puesto a cargo del fútbol juvenil de AFA y lo tenía las 24 horas ahí, le hubiera dado un cargo así, para que hable con los chicos, que no trabaje en el campo…