A quienes decían que San Lorenzo no jugaba bien, la respuesta puede ser este partido. A quienes afirmaban que San Lorenzo ganaba siempre 1-0 y no demostraba nada, la respuesta puede ser este partido. A quienes decían que San Lorenzo no podía pensar en el título, la respuesta puede ser este partido. Este partido es la goleada de ayer contra Gimnasia, bajo un sol tremendo en el Bajo Flores. Fue un 4-0 pero sobre todo una homologación para el equipo de Rubén Darío Insúa, el constructor con look ochentoso que ordenó lo que parecía imposible de ordenar.
El Ciclón vapuleó a un Gimnasia –el último partido que había ganado por ese resultado en el Bajo Flores fue contra Lanús en 2015– y su hinchada, que llegó al Gasómetro agobiada por un calor extremo, se retiró del estadio con una ilusión indisimulable: ¿por qué no soñar con salir campeón?
Es cierto que a los 15 minutos del primer tiempo, Gimnasia se quedó con un jugador menos tras la revisión del VAR por la expulsión de Guillermo Enrique, y ahí el partido se rompió, sobre todo luego de que San Lorenzo se pusiera en ventaja con un cabezazo de su goleador, Andrés Vombergar.
La expulsión de Enrique cambió el desarrollo porque Gimnasia se refugió cerca de su área y facilitó la tarea del local, que con superioridad numérica hizo estragos en la última línea de su rival, especialmente en la parte complementaria.
Justamente, en el segundo tiempo, con el cansancio acumulado por una temperatura que superaba los 35 grados y ante un rival sin reacción, el equipo de Insúa lo terminó de definir a partir de un penal exquisito de Adam Bareiro. Después, todo fue decoración: el paraguayo puso el tercero a los 32 y tres minutos después, Gastón Hernández selló el 4-0.
“La mentalidad de cada jugador cambió. Este cuerpo técnico vino a inculcar eso, a darle sentido de pertenencia al equipo”, dijo Bareiro luego del encuentro, mientras el Gasómetro ovacionaba a Insúa. En esa declaración del delantero –y en el “mire mire qué locura, mire mire qué emoción, ese es el Gallego Insúa que volvió a Boedo para ser campeón” que bajaba desde las tribunas– puede estar la explicación de este presente azulgrana, con siete victorias consecutivas en el Bajo Flores y apenas tres goles recibidos en la Liga Profesional, el equipo menos goleado.
Insúa ordenó todo, y le dio un plus a cada futbolista. Lo que antes eran insultos y nervios, ahora es disfrute y confianza. Con ese enroque, la ilusión viene sola.