Mientras el torneo argentino ingresa en la recta final para conocer al campeón, con su formato de mata-mata, las ligas europeas también finalizan sus competencias de puntos corridos. De un lado y del otro lado del mundo hay perspectivas disímiles sobre cómo disputar las ligas.
En Alemania, el Bayern Munich volvió a ser campeón, interrumpiendo el veranito 2024 del Leverkusen y alcanzando su 12º título en los últimos 13 campeonatos. La victoria, repetida y prematura de los bávaros, no despertó cuestionamientos sobre la emotividad de la competencia.
Por el contrario, en Francia el Paris Saint-Germain volvió a salir campeón también con un dominio absoluto (con 11 de los últimos 13 títulos) y la Ligue 1 se plantea instrumentar un sistema de playoff con semifinales y final entre los cuatro mejores equipos del año para definir al campeón.
El debate entre los torneos de puntos corridos y los playoffs es tan viejo como el deporte competitivo y en la Argentina es de pura actualidad. Enterados de la noticia francesa, en la Asociación del Fútbol Argentino se envalentonaron. Pablo Toviggino, tesorero de la AFA y tuitero activo, escribió: “Impresionante! Torneo con playoffs para definir al campeón! El fútbol francés, modelo para muchos periodistas y políticos de nuestro país, revoluciona el fútbol mundial e implementa un sistema novedoso!”.
En la primera división del fútbol argentino existía un formato de veinte equipos y diecinueve fechas que se disputó entre 1991 y 2012. Es el más recordado y el que siempre se evoca, porque la equidad competitiva era altísima y permitió campeonatos de equipos que no habían ganado nunca, como Lanús y Banfield, y descensos de equipos grandes, como River e Independiente. Para clasificarse a las competencias internacionales se utilizaba la sumatoria de puntos de ambos torneos y, para dirimir el descenso, el promedio de tres años.
En la última década, la Argentina careció de un sistema de competencia y aparecieron mezclados varios formatos extraños entre copas y ligas de 30 equipos, donde recientemente se impusieron los playoffs. En este tiempo, en el ascenso los cambios fueron aún mayores y en un lustro experimentamos tres formatos de competencias distintas.
Hace 25 años, un grupo de jugadores de Nueva Chicago que disputábamos el Nacional B, en un mes cambiamos drásticamente nuestras vidas. Entre mayo y junio de 2001 les ganamos a tres de los cuatro punteros de aquel torneo y junto con Banfield (segundo de la zona metropolitana) ascendimos. Pasamos de ser integrantes de un equipo armado para salvarse del descenso a la tercera categoría del fútbol argentino, a ser un equipo de Primera División. Antes de ganarle la final en Córdoba al sólido Instituto del Tata Martino (puntero de la zona interior), habíamos vencido en la semifinal a Quilmes (puntero en la zona metropolitana) y en cuartos de final a Gimnasia de Entre Ríos (segundo de la zona interior).
Está claro que cada formato tiene ventajas y desventajas, así que veamos a grandes rasgos sus cualidades distintivas, para comprender por qué ante contextos disímiles, el mismo formato no aplica igual en cada país.
El torneo de puntos corridos premia la regularidad, y si se juega ida y vuelta en ligas desparejas, hay pocas chances de sorpresa. Lo que ocurre actualmente en Francia y Alemania, y en menor medida en España. Le quita emoción a la recta final de la competencia, porque todo puede estar definido.
A su vez, el sistema de playoffs no sufre de previsibilidad, porque tiene partidos de eliminación directa que generan una tensión y emoción diferente. Es el formato elegido en Estados Unidos, donde priorizan el entretenimiento. Como crítica elimina el mérito deportivo del año y es mucho más manipulable por una mala performance o un condicionante externo (errores arbitrales, ausencias de jugadores o situaciones adversas).
Por lo tanto, ceñirse a la pregunta ¿es más justo premiar al que suma más puntos o al que gana una serie mano a mano? es limitar el análisis. Para responder esa pregunta hay que mirar el contexto y cruzarlo con el aspecto prioritario para que una competencia sea atractiva: un mix entre justicia y competitividad.
En países donde siempre ganan los mismos, los playoffs aumentarían las posibilidades de todos y son una búsqueda de equidad. Mientras que, en países como la Argentina, donde en el pasado reciente nunca se han repetido tres campeones y los partidos son parejos, el formato de playoffs aumenta la injusticia porque hace más determinante el peso de los condicionantes externos, como lesiones, sanciones y arbitrajes sospechados.
En lo personal, pese a haber sido beneficiado por el sistema de playoffs, creo que en la Argentina los torneos Apertura y Clausura son lo mejor en la Primera División y el de puntos corridos por una temporada para las categorías de ascenso.