DOMINGO
LIBRO

Datos, hechos y ficciones

Complejidades de una sociedad hiperinformada.

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La sobrecarga de información siempre agobió a la humanidad. Pero la revolución tecnológica la llevó a límites insospechados. | juan salatino

El consumo de noticias en medios digitales es menos rutinario que en los medios tradicionales. Es más, los grados y tipos de rutinización y las prácticas generales varían sustancialmente entre las redes sociales y las páginas web para enterarse de los acontecimientos actuales. Así, buscando claridad analítica en lo que queda de esta sección, examinaré cada opción por separado, y comentaré brevemente sobre el papel de los motores de búsqueda como fuentes de noticias. También señalaré las situaciones en las cuales es común para los entrevistados usar una opción en relación con una o ambas de las otras. Una segunda diferencia es que, de manera consistente con los hallazgos de las encuestas ya resumidos en este capítulo, el consumo de noticias digitales parece ser más intenso y significativo en la experiencia vital de las personas jóvenes que en la de sus contrapartes mayores. En consecuencia, los párrafos que siguen estarán mayormente llenos de ilustraciones de las experiencias de entrevistados que tenían 35 años o menos al momento de la entrevista. 

Algunas personas adoptan rutinas de consumo de noticias en las redes sociales que se asemejan a las que son comunes para la televisión y la radio. Revisan las mismas plataformas, de modos habituales en ciertos momentos del día. Lionel, un deportista profesional de 21 años, dice: “Leo las noticias a la mañana, justo después de despertarme; generalmente leo Twitter o miro el noticiero [en el televisor]”. Ana, que tiene la misma edad y también es estudiante, comenta: “Me informo mucho a través de Twitter. Lo primero que hago a la mañana es entrar en Twitter y revisar los trending topics”. 

La importancia de Twitter para el consumo de noticias es consistente con la evidencia presentada en el capítulo anterior sobre el grado en el cual los entrevistados veían esta plataforma principalmente como una fuente de información. Pero Facebook, como también fue mencionado en ese capítulo, también es un punto de acceso para las noticias. Julián, que tiene 29 años y trabaja como productor cinematográfico, comenta: “Hay un momento a la mañana cuando todavía no empecé mi día laboral, así que reviso Facebook y Twitter para enterarme de qué pasa [en las noticias]”. Para algunos otros entrevistados, la rutinización del consumo de noticias en las redes sociales no sucede antes del día laboral, sino mientras están trabajando –como escuchar la radio en el trabajo–. Magnolia, que tiene 22 y trabaja como asistente en una escuela primaria, dice: “Miro Facebook, así que también las noticias, durante el recreo, alrededor de las diez de la mañana. Me pongo al día con lo que sea que aparezca primero [en sus actualizaciones de Facebook]”. 

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Para otros entrevistados, el consumo de noticias en redes sociales está lejos de ser rutinario. Aunque tengan plataformas preferidas, no tienen momentos o lugares fijos para acceder a ellos por noticias. Al contrario, revisan las plataformas en momentos y lugares aleatorios y se encuentran con las noticias de un modo no rutinario como resultado. Cuando le preguntaron por la última vez que había accedido a las noticias antes de la entrevista, Juana, una estudiante de 20 años, dijo que había sido esa mañana, antes de empezar una clase. Y agregó: “Llegué al campus cerca de las ocho de la mañana. Estaba leyendo las noticias en Twitter mientras entraba en la cafetería. Era un tuit de Infobae sobre una noticia”. Patricio, otro estudiante, dice que normalmente mira las noticias en su casa, siempre y en cualquier momento: “Como estoy constantemente con mi celular y mi computadora, entro a las redes sociales y miro [noticias], y también recibo videos por WhatsApp y los miro”. Teófilo, el obrero de la construcción, se entera de los eventos de actualidad a través de varias organizaciones periodísticas que sigue en Facebook. Pero, a diferencia de Magnolia, la asistente escolar, no tiene un horario preestablecido para hacerlo. Al contrario, “es cuando tengo tiempo libre”. Ludmila, 36 años y empleada en una tienda de ropa, tiene una práctica similar: 

“Abro Facebook siempre que puedo. Quizás un poco a la hora de la siesta. O, si voy de compras a la mañana y quizá mi jefe llega más tarde y estoy ahí esperando, bueno, lo abro un poco y miro las noticias. Las noticias siempre aparecen [en mis actualizaciones de Facebook]. Siempre. Sí, las miro un poco.”

Los comentarios de Ludmila apuntan a la naturaleza casual del consumo de noticias en las redes sociales, que prevalece entre muchos de los entrevistados. Como fue señalado en el tercer capítulo, las personas dicen que es más común para ellas encontrar noticias en las redes sociales como resultado de estar en ellas, que ir a buscarlas en las distintas plataformas que utilizan. En palabras de Sofía, una estudiante de 29 años y asistente administrativa: “Tengo que ver una noticia [en mis actualizaciones] para leerla; no voy a buscarlas”. Luciana, una contadora de 30 años, agrega: “Veo un titular [en Facebook] que me llama la atención, clickeo y lo leo. Si no, no lo leo [...] No es que voy a Facebook a leer sobre eventos de actualidad. Pero, si veo algo, lo leo”. Sara, una estudiante de 21 años, recuerda una situación reciente: “Estaba en una reunión con amigos y entré a Facebook. Aparecieron noticias de mi pueblo [entre mis actualizaciones] y como una me interesaba, entré a leerla”. Javier, el empleado de la tienda, transmite una situación similar: “Estaba en Facebook y pasó que alguien compartió una noticia [sobre los pagos a la deuda externa nacional por parte del gobierno argentino]. La leí porque me interesaba quiénes eran [los legisladores] que habían conformado el quórum en el Congreso para aprobar el pago”. 

La mayoría de las personas no va a las redes sociales principalmente por las noticias –exceptuando a los usuarios intensos de Twitter–, sino con otros fines. Así, el consumo de noticias se vuelve un derivado de esos otros propósitos que tienen que ver mayormente con la autoexpresión, la administración vincular, el ocio o simplemente matar el tiempo, como fue descripto en el tercer capítulo. Los hallazgos de la encuesta demuestran que más de cuatro de cada diez encuestados nunca buscan las noticias en las plataformas que usan (Figura 4.8); el 56,32% de ellos no está de acuerdo con la frase “La información a la que accedo en las redes sociales sobre las noticias es más importante que la información sobre mi familia y amigos”, y solamente el 11,86% está de acuerdo con ella (Figura 4.9). 

Julián, que tiene 29 años y trabaja como productor cinematográfico, está constantemente en las redes sociales y se entera de las noticias de actualidad de ese modo. Señala: 

“Con Facebook y Twitter hay como una teoría del derrame de las noticias [según la cual] eventualmente te enterás de lo que sucede en el mundo. Como todos empezaron a compartir memes y noticias, especialmente durante los años electorales, se volvió imposible no enterarte de los eventos actuales.”

Los comentarios de Julián apuntan a otro aspecto notable de la experiencia de consumir noticias en las redes sociales: las plataformas suelen funcionar como un sistema de alerta ante primicias importantes. Marisol, una cocinera de 31 años, dice que había visto la noticia más reciente antes de la entrevista en Facebook: “Consumo mucho Facebook, vi la noticia y me interesó saber qué había pasado [...] porque no la había publicado una sola persona en su muro, sino muchas. Entonces sí, me llamó la atención”. Lucila, que tiene 27 años y trabaja en medios, da un ejemplo poderoso vinculado al asesinato del fiscal Alberto Nisman en Buenos Aires: 

En enero de 2015 estaba en Facebook [un día] y vi que todos hablaban sobre Nisman. Y yo me pregunté: “¿qué pasó con Nisman?”. Entonces entré a la página de La Nación, y era una noticia enorme. [...] Como otras veces, pensé: “Guau, pasó algo importante”, y fue porque vi a muchas personas hablando de eso en Facebook. 

Los testimonios de Julián, Marisol y Lucila también evidencian el carácter ambiental de las noticias en las experiencias cotidianas con los medios digitales. Muchos otros entrevistados también se sienten rodeados de información sobre eventos de actualidad, especialmente como producto secundario de estar en las redes sociales. Clara, una psicoterapeuta de 30 años, habla de su experiencia con el “bombardeo informativo”: 

“Lo que pasa mucho con Reddit o con Facebook es que hay un bombardeo de información. Entonces, ya sé que hoy vi varias noticias, pero hay cosas que directamente no recuerdo porque solo leí los titulares y vi algo distinto inmediatamente después.”

Estefanía, una empleada de 26 años en una organización sin fines de lucro, ve a las redes sociales como un sistema de alerta a través del cual las primicias están siempre disponibles: 

“Todo es tan inmediato que hoy, por ejemplo, para leer muchas noticias ni siquiera necesito ir a Lanacion.com, porque en Twitter [...] cuando pasa algo del otro lado del mundo [...] refrescás [la página de] Twitter y te enterás de inmediato porque alguien retuiteó algo de alguien más que estaba ahí. [...] En Facebook también: estás ahí y te enterás de todo en un instante. “

Tal como muestran varias citas presentadas hasta aquí en el capítulo, las redes sociales son una fuente importante de tráfico hacia las páginas de noticias. Pero otros entrevistados dicen que van directamente a esas páginas. Quienes lo hacen tienden a adoptar patrones más rutinarios de consumo de noticias que quienes recurren principalmente o bien a las redes sociales o a los motores de búsqueda. Para algunos, visitar las páginas de noticias es parte de su rutina matutina. Mora, una diseñadora industrial de 30 años, dice: “Todos los días me despierto y más o menos [...] entro a un portal de noticias”. Clara, la abogada, comenta que en su caso 

“generalmente es durante el desayuno [frente a la computadora en casa] o en el teléfono si desayuno fuera de casa. O en la computadora cuando llego a la oficina e [inmediatamente] después de hacerme una taza de café. Esos son los momentos en que miro los diarios [en línea].”

Y agrega: “Casi siempre visito las páginas de los mismos diarios”. Joaquín, que tiene 28 y trabaja en el departamento de informática de una gran organización, recibe el diario en papel todos los días: “[Pero] consumo el diario todos los días en internet; es una de las primeras cosas que hago después de despertarme”. Detalla cómo lo hace: 

En mi teléfono celular durante el desayuno. Visito Todo Noticias, Clarín, Perfil, y lo tengo un poco como un hábito. Reviso las páginas de arriba a abajo. Me fijo si pasó algo durante las últimas horas que me llame la atención. Así consumo [noticias] usualmente durante el desayuno. ¡Soy como una versión actualizada del viejo con el diario! 

No todos los entrevistados visitan las páginas de noticias principalmente a la mañana. Tal como las opciones de medios tradicionales, algunos comienzan sus rutinas más tarde en el día. Luciano, un empresario de 36 años, visita las páginas de noticias en línea “religiosamente todos los días a la tarde”: 

“Leo Ámbito Financiero todos los días en internet. No compro el diario [a la mañana]. Pero me lo bajo de internet a la tarde porque a esa hora prácticamente todas las noticias están [bien] desarrolladas. [...] Me interesan los asuntos económicos y políticos, y me dan un resumen perfecto [de lo que está pasando].”

Patricia, una maestra de escuela, cuenta que visita las páginas de noticias tarde: “En mi teléfono de noche y en la computadora a la tarde. [...] Paso aproximadamente 10 o 15 minutos [en páginas de noticias a diario]”. 

Las búsquedas activas son el tercer modo principal en el cual las personas consumen noticias digitalmente. Aunque sean prominentes en términos de acceso a los sitios de noticias, fueron mucho menos comunes en las respuestas de los entrevistados que las dos alternativas previas. Esto puede ser una distorsión de naturaleza poco problemática para esta práctica. Cuando surgió en las conversaciones, o después de que fuera sondeado, las personas mencionaron comúnmente las búsquedas como un paso sucesivo a o bien haber encontrado noticias en las redes sociales o bien haber visto historias intrigantes en una página web. En ese caso, el uso de motores de búsqueda era muy poco rutinario en su temporalidad. Sin embargo, la mayoría de las personas tendieron a usar el mismo motor de búsqueda, Google, al punto de convertir ese sustantivo en el verbo “googlear”. Camilo, un estudiante de 19 años, dice que leyó un artículo después de “googlearlo”. En unos pocos otros casos, los entrevistados recurrieron a Google News como forma de organizar su menú de noticias. Martín, que tiene 30 años y también es estudiante, comenta: “Tengo la aplicación de Google News que te envía todo tipo de noticias, pero está dividida por tema en lugar de por publicación”. En este caso, la búsqueda se vuelve una fuente altamente rutinaria. Martín lee la selección de resúmenes de noticias “todos los días en el colectivo, durante el viaje de hora y media” hasta la universidad. 

Las prácticas de lectura que atraviesan a las tres principales opciones de consumo digital de noticias podrían ser caracterizadas ampliamente como breves y fragmentarias. Josefina, la empleada del sector público, di- ce, aludiendo a Twitter, que la historia más reciente que había leído antes de la entrevista “¡tenía 150 caracteres, así que fue muy rápido! [Se ríe]”. Pero un vistazo rápido a las noticias no es potestad exclusiva de las redes sociales. Germán, un abogado de 41 años, pasa “minutos [en] los titulares [de las noticias]”. Y agrega: “Una vez cada tanto me meto en profundidad con una historia particular que me interese, pero casi siempre son los titulares”. Así, sin importar cuál de las tres opciones digitales usen para acceder a una noticia, parece bastante común para los entrevistados enfocarse principalmente en el titular, secundariamente en los párrafos iniciales, y solo ocasionalmente en leer texto restante. María, una estudiante de 22 años, cuenta: “Normalmente leo el titular, la bajada, y el resto del contenido diagonalmente. Si hay un párrafo que me llame la atención, lo releo, pero sí, en general [leo] diagonalmente”. Por ejemplo, cuando habla de una noticia importante sobre los Panamá Papers que involucra al presidente Mauricio Macri y a la legisladora aliada Elisa Carrió, María comenta: “No sé realmente qué dijo Macri sobre esto. Sé, por ejemplo, lo que dijo Elisa Carrió, porque alguien compartió la publicación [en las redes sociales]. Pero yo leo los titulares, no clickeo [los links]”. De manera similar, Clara, la psicóloga clínica, señala: “Miro mucho los titulares, pero no abro muchas noticias”. Marina, la analista fi- nanciera de 22 años, coincide: “Muy raramente leo la noticia entera, salvo que sea algo que me interesa mucho”. Como lo dijo Patricio, un estudiante de 19 años: “No es que leo el artículo entero, pero en general le pego una mirada [solo] para informarme un poco”. 

El tiempo limitado y la escasa atención dedicada a las noticias parece estar vinculada con la predominancia de ciertos estados afectivos vinculados a las prácticas de consumo de noticias. 

Los entrevistados compartieron un amplio espectro de emociones cuando hablaron de sus experiencias de lectura, escucha o visionado de noticias. Sin embargo, las  emociones negativas tendieron a dominar el discurso. Los adjetivos que usaron los entrevistados para transmitir sus estados emocionales dan un pantallazo de sus humores predominantes: enojo, angustia, miedo, impotencia, odio, preocupación, horror, tristeza, conmoción, envenenamiento, pánico e indignación. La mayoría de los adjetivos estaban asociados con el consumo de noticias duras, reconocidas abrumadoramente como malas noticias. Como dice el refrán, “la sangre vende”. 

Sofía, estudiante y asistente administrativa en un consultorio médico, dice: “Hoy leí en Facebook [una noticia] de Todo Noticias que alguien había encontrado un recién nacido adentro de una bolsa [de basura]. ¿Por qué? ¿Qué necesidad hay [de publicar esa noticia]? Son todas malas noticias, no hay una sola buena [...] Es pura angustia.” 

Agustina, una estudiante de 21 años, coincide y confiesa: “Me pone muy triste mirar las noticias. Siento que no puedo hacer nada y que está todo mal”. Martina, la secretaria en el estudio de abogados, tiene una hija de cinco años: “Desde que la tuve, cada vez que veo una noticia sobre un chico secuestrado, apuñalado, muerto, violado, lo que sea, me da mucha ansiedad”. Elsa, una maestra y psicoterapeuta jubilada de 66 años, dice que siente “miedo” cuando mira las noticias. “Me da miedo por mis hijos y mis nietos también. [...] Mi hija trabaja como veterinaria en el Bajo de San Isidro (un barrio en las afueras de Buenos Aires) y me pregunto: ¿qué pasa si [ladrones] le roban, qué podría pasarle a ella?” Fabián, el encargado de edificio, cambia el registro por el enojo: “No puedo tolerar [las noticias]. Nada cambió en los últimos 20 años. [...] Estuve trabajando sin parar durante los últimos 24 años y cuando pare, ya sé que voy a jubilarme con la mínima”. José, un empleado administrativo de 45 años, también está enojado y agrega una dimensión de impotencia que también estuvo presente en muchas otras entrevistas: 

“El tema de la inseguridad me enoja mucho. Por ejemplo, el tema de cuando matan gente, como el padre que estaba con su hijo de tres años y lo mataron. [...] Ese tipo de cosa me angustia mucho. ¿Querés saber por qué me da angustia? Porque lo peor de esto es que no hay posibilidades de que hagan algo, eso es lo más triste.”

No todo el consumo de noticias está vinculado con estados emocionales negativos. Algunas personas expresan sentimientos bastante neutros, como Martín, el estudiante: “No le doy tanta importancia a las noticias como para que ocupen un lugar importante en mi vida. Es como que hay un hueco y lo lleno con eso (refiriéndose a las noticias)”. Otros conectan las historias a afectos marcadamente positivos. En la mayoría de los casos, cuando esto sucede, los tipos de contenidos de los que hablan las personas son o bien noticias ligeras o de opinión. Maribel, otra estudiante, le preguntó al entrevistador: “¿Viste la noticia del chico que usaba muletas para mirar el partido [de fútbol]? Bueno, esa noticia me llegó. [...] Fueron a buscar al chico, lo entrevistaron y hablaron de su vida cotidiana. No sé, es como que me conmovió mucho”. Martín, que también está en la universidad, recordó que hace poco había visto una entrevista con la superestrella del fútbol Lionel Messi: “Sonreí cuando vi a Messi feliz y hablando. Espero que esté en forma y que ganemos la Copa América”. Finalmente, Carla, la abogada, siente una pasión por la revista estadounidense The New Yorker. “Amo a The New Yorker. Estoy suscripta, así que lo leo cuando llega. Me gusta la tipografía, realmente es puro placer.” 

La predominancia del afecto negativo vinculado a las noticias contrasta fuertemente con el consumo de contenido de entretenimiento. Para algunos, esto es porque ven recibir las noticias como algo que tienen que hacer en lugar de algo que quieren hacer. Isabel, la estudiante, mira entretenimiento televisivo por las noches: “Alterno entre dos novelas, una en Telefé y la otra en Canal 13. [...] Es como que me siento a mirarlas porque es divertido [...] y porque ya cumplí con mis deberes: Leí las noticias, ¡fui a la facultad [se ríe]!”. Algunas veces las personas quieren evitar las noticias para alejarse de una realidad abrumadora, como en el caso de Sara, otra estudiante universitaria. “Cuando mirás novelas y cosas así, te desenchufás completamente de la realidad, de las cosas que pasan, y te entretenés y te divertís. Mientras que mirando las noticias o lo que sea, te ponés paranoico o temeroso.” Estos diferentes estados emocionales vinculados al consumo de noticias y de entretenimiento también están vinculados con los distintos niveles de atención otorgada a los dos tipos de contenidos. Paola, una modelo profesional de 22 años, compara mirar las noticias y series televisivas del siguiente modo: 

“Aunque le presto atención al noticiero, no le presto tanta atención como a las series televisivas. Dejo que [el noticiero] pase de costado. [...] Mientras que le presto mucha atención a las series, me gustan, me meto en ellas. [...] Siento lo que sea que le pase al personaje, una ola de adrenalina, y cosas así”. 

El comentario de Paola subraya las consecuencias de la predominancia del afecto negativo para el consumo de noticias, que van de la autolimitación a la abstinencia total. Retomando el tema del entretenimiento, a Lola, una jubilada de 77 años, le gusta Animales sueltos, un programa televisivo de noticias políticas, nocturno y popular. Sin embargo, hace poco redujo el tiempo que lo mira y llenó el espacio con ficción serializada. Dice que después de mirar ese programa me voy a dormir toda atravesada. [...] Todo está tan feo con la grieta [entre intereses políticos] y cómo se enfrentan una y otra vez, que a pesar de que lo que digan sea interesante, me resulta abrumador, así que me voy a dormir un poco electrificada. Por eso hace un tiempo que no miro ese programa. 

Germán, el abogado, también redujo su consumo de noticias, en su caso mirando exclusivamente las notas clave. “Me informo sobre los temas [principales] o los titulares, pero como hay algunas noticias que son estresantes, ni siquiera sé cómo están enmarcadas [...] o la estrategia detrás de los discursos [mediáticos]. No, yo no consumo [muchas noticias].” 

Otros entrevistados recurren en cambio a la abstinencia casi absoluta. Es el caso de Ester, la empleada doméstica de 61 años, que señala: “Hay muchas noticias que te hacen sentir mal, ¿viste? Por eso prefiero no verlas”. Verónica, una directora de escuela de 46 años, comparte un sentimiento similar: “Lo que me pasa muchas veces es que escucho tantas cosas que me hacen sentir mal que prefiero seguir otro camino”. Carmela, que tiene 30 años y vive en un pueblo cercano a Rosario, visita la ciudad con frecuencia, así que prefiere evitar las noticias por completo. “Generalmente ves las noticias y todo es robos, choques de autos, muertes. No miro esas noticias [...] Porque me asustan. Quizá siento que hay tantas cosas [malas] pasando en Rosario, que es mejor no saber qué pasa.”

 

☛ Título: Abundancia

☛ Autor: Pablo Boczkowski

☛ Editorial: Unsam Edita

 

Datos del autor 

Profesor en el Departamento de Estudios en Comunicación de la Universidad Northwestern en EE.UU., donde fundó y dirige el Center for Latinx Digital Media.

Co-director del Centro de Estudios de Medios y Sociedad en Argentina, iniciativa conjunta entre Northwestern y la Universidad de San Andrés.

Es autor, entre otros volúmenes, de Digitalizar las noticias. Innovación en los diarios online.