DOMINGO
Música y fotografía

El rock argentino

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| Cedoc

Es un reto llenar la distancia entre las imágenes y las palabras. Mi vida pasó siempre a través de miles y miles de fotos que me marcaron, con cada fotograma. Es un honor tener esa pasión por la fotografía y por la música. 

El rock argentino traspasó fronteras y mis fotografías, también. Veo desfilar los años 80 todos los días en mi trabajo como si fuera un libro de historia; los músicos más importantes pasaron ante mis ojos y sigo atada de alguna manera a todos ellos por su talento y mi admiración por su música. Y puedo ver cómo la historia se acopla con la música y la imagen.

Cada foto que hoy miro de Sumo, Spinetta, Federico Moura, Miguel Abuelo, Pappo, Tanguito, me provoca algo, como cuando revelaba en el cuarto oscuro y veía o descubría “la foto”. Y eso siempre me genera un sentimiento, un recuerdo, una canción.

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Haber vivido esa etapa del rock argentino como mujer y fotógrafa, y fue un gran desafío que me sigue emocionando. Quizás el hecho de haberme atrevido en esos años a emprender una profesión de hombres y con hombres tiene, desde mi mirada actual, cierto sabor a feminismo y valoro mucho también a esas mujeres que, en la misma época, se animaron desde el escenario.

Cuando en 1996 hicimos una selección de fotos para la muestra Rock nacional: 30 años, tuvimos en nuestras manos los originales de las fotos de Tanguito, Los Gatos, Manal, Spinetta, Moris, Arco Iris, Vox Dei y todos esos grandes músicos, retratados por fotógrafos que admiro profundamente. Allí se exhibieron 20 mil imágenes maravillosas, y copiamos cada una de ellas de negativos originales; revisamos casi 100 mil fotos.

Esos treinta años de rock, que en mi caso ya suman veinte años más de recorrido, pasaron por nuestros ojos a lo largo de meses y meses de trabajo mirando, escuchando y editando, buscando y contactando a cada fotógrafo que hubiera fotografiado a alguien de la historia del rock argentino. Y entre esas 100 mil fotos, estaban las mías, que también cuentan esa historia.

Hay fotos que me conmueven más que otras por el contexto, la circunstancia y cierta cosa que ocurre en el aire y no alcanzo a definir. Las fotos de Federico Moura en estudio, unos meses antes de su muerte, en 1988, por ejemplo. Y también las de Luca Prodan. En ambas sesiones de fotos tuve la sensación de que algo no andaba bien. Federico ya tenía los síntomas del HIV y Luca, esa profunda mirada triste. Ambos llegaron al estudio con sus karmas, que se reflejaron en las imágenes.

Cada músico que fotografié me dejó parte de su historia y de su imagen. Ese feedback que se tiene que producir en la toma fotográfica también me daba cierto pudor. En el fondo, nunca dejé de ser fan de todos ellos. Era o es raro tener a alguien tan grande enfrente y tener que ser creativa frente a monstruos de la creatividad. En ese momento los admirás, y a veces creés que los conocés, porque la música transmite algo casi privado de quien la compone o la canta. En ocasiones, ese desafío de talentos encendió cierta adrenalina que me permitió no morirme de miedo frente a ellos al fotografiarlos.

Hay algo en el rock argentino que traspasa todas las barreras creativas: las canciones son parte de nuestras vidas y cada vez que las escuchamos algo se enciende adentro de nosotros. Lo mismo pasa con la fotografía. 

Descubrí la personalidad de cada músico a través de la fotografía, en sus shows, en las giras, en las grabaciones y en el estudio fotográfico. Y pude ver con un gran angular la relación de cada uno con sus pares y las dinámicas de las distintas bandas, los líderes reales que muchas veces no son los más admirados por el público, porque no los conoce.

Haber convivido con ellos y retratado esos momentos de música, creatividad, risas, anécdotas, emociones, aplausos, giras, escenarios, micros, soledad y muchos peligros, con profunda admiración, me permitió crecer en mi profesión y también como persona. Algunas veces siento que quedé atrapada en los 80. Sin embargo, transité por muchos otros caminos con mi cámara y sé que se lo debo a esos maravillosos principios en el rock.

Como dijo Charly: estas fotografías durarán por siempre, por eso mismo las hice así. Mi ilusión, mis penas. Y este souvenir. (…)

Podría decir que he tenido una vida llena de contrastes y revelaciones, luces y sombras, rock and roll, amor y fotografía. Ahora es el momento de los flashes: imágenes del pasado que me vienen así, en forma de luz, como si fueran impresiones de otra vida que viví y que en parte me llevaron a ser quien soy. Por eso quise poner todas estas experiencias por escrito. El asunto, como en los archivos, es darle un orden.

Hay un momento que para mí fue un fin y un comienzo; un instante de mi vida que fue tremendo por lo fuerte, por lo importante, por lo trascendente, que me marcó para el resto de mi vida. Sucedió en 1976, recién egresada del colegio, a los 18 años, cuando vivía en Santa Fe y Salguero con... Charly García.

*Autora de Acceso directo, Ed. Planeta (fragmento).