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Nativos digitales

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

Es un genio”, dice una mamá mientras cuenta cómo su hijo, de tan solo 2 años, agarra el celular y aprieta el botón para adelantar un video en YouTube. “Es una genia”, dice el abuelo sobre su nieta, “todavía no sabe escribir pero ya sabe pasar las fotos en la tablet”.

Me animo a decir que a esta altura (casi) todos escuchamos en boca de un adulto una historia o una anécdota en estos términos, con la tecnología, de un lado, y un niño o niña, del otro. Ahora bien, si las chicas y los chicos pueden usar la tecnología del mismo modo, ¿estaremos ante una ola de genialidad y nos esperan años increíbles para la humanidad? ¿O, como leí alguna vez, quizá los genios sean los ingenieros que diseñaron esos dispositivos para que pueda utilizarlos incluso alguien que todavía no sabe leer ni escribir? Aunque hay pocas dudas de que la realidad esté más cerca de esto último, me interesa que pensemos juntos por qué lo escuchamos con tanta frecuencia.

Voy a hacer un ejercicio tratando de imaginar qué pasó en mi casa cuando yo era niño, digamos hasta que cumplí 5 años. ¿Cuándo di mis primeros pasos? Según mi madre, poco antes de cumplir mi primer año. ¿A qué edad empezaron a caminar mi padre y mi madre? Más o menos a la misma edad. ¿A qué edad esperaban que esto ocurriera? Digamos que, más allá de la sorpresa natural ante estas situaciones, el momento en que ocurrió no era novedoso. De hecho, si se lo hubieran preguntado antes de mi nacimiento, hubieran arriesgado que iba a suceder alrededor del cumpleaños número uno.

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¿Y el momento en que dije mis primeras palabras fue muy distinto? Creo que también lo esperaban. Desconozco si fue “mamá” o “papá”, pero es altamente probable que no haya sido “hipotenusa”. Ninguna gran sorpresa. Nada muy distinto de lo que ocurre en todas las familias. Y unos años después, seguramente aprendí a leer sin sorpresas extremas. Se repiten los mismos patrones: cerca de la edad prevista, más o menos de la forma prevista y de manera muy similar a como había sido cuando papá o mamá fueron bebés.

Pero cuando un bebé agarra una tablet y hace un movimiento de dedos para pasar las fotos una a una, hay sorpresa extra y colectiva. Y esto tiene una explicación que se desprende de los ejemplos anteriores, ya que ocurre todo al revés: “los sorprendidos” no tuvieron una tablet en sus manos a esa edad, y creen que no hubieran podido manejarla a pesar de que no hay mucha evidencia de ello (de hecho, todo lo contrario). O peor aún, en muchos casos su mayor evidencia es que hoy, como adultos, les cuesta manejar las nuevas tecnologías.

¿Por qué a mí me cuesta tanto y a mi hijo tan poco manejar esta tecnología? El Center on the Developing Child (Centro de Desarrollo Infantil), de la Universidad de Harvard, es muy claro al respecto: “La capacidad de cambio del cerebro disminuye con la edad. El cerebro es más flexible o ‘plástico’ temprano en la vida y da cabida a una amplia gama de entornos e interacciones, pero a medida que el cerebro en proceso de maduración adquiere mayor especialización para asumir funciones más complejas es menos capaz de reorganizarse y adaptarse a los desafíos nuevos o inesperados. (…) La plasticidad de la edad temprana hace que sea más fácil y más eficaz influir en la arquitectura del cerebro en desarrollo de un bebé que volver a cablear partes de su circuito en la edad adulta.

En otras palabras: es lógico que los chicos puedan usar la tecnología desde pequeños. No son unos genios, son chicos (o, si se quiere, son unos genios porque son chicos). Todo esto se vuelve más entendible si explicitamos que quienes fabrican estos dispositivos, estas tecnologías, estas aplicaciones, no están ajenos a los últimos avances en neurociencias y pedagogía. José Errasti, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo (España), explica de una forma muy clara lo mucho de normal y lo poco de genial que hay en que los más pequeños sepan usar la tecnología. Un Homo sapiens adulto de hace 40 mil años pensaría que las personas de la actualidad somos superhombres y supermujeres; pero si lo hubieran traído al presente siendo un recién nacido, manejaría Instagram y Facebook de forma prodigiosa a los 5 años.

A esta división entre genios y sorprendidos algunos le pusieron otros nombres: “nativos digitales” e “inmigrantes digitales”. El término “nativo digital” fue popularizado por el escritor Marc Prensky en 2001. Se usa para referirse a aquellas personas que nacieron con las nuevas tecnologías como parte de sus vidas y no tuvieron que adaptarse a ellas en algún momento de su adultez. A los nacidos entre 1980 y 1985 se los suele considerar el umbral para ser nativos digitales, aunque en países donde la tecnología e internet llegaron más tarde podría ser algunos años después. Para ponerlo en términos más concretos, si alguna vez se fueron de viaje con un mapa de esos que se doblaban en siete u ocho partes, es altamente probable que sean inmigrantes digitales. ¿Tuvieron un celular o una tablet en sus manos antes de saber hablar o escribir? O la pregunta que me parece más apropiada para definir al nativo digital: ¿fueron a la escuela con celular en el bolsillo? Tal vez sea un perfecto resumen del nativo digital. Injusto, como cualquier resumen, pero ejemplificador. Me gusta la definición que da Sree Sreenivasan en su charla en TEDxNewYork: los inmigrantes digitales son aquellos que nacieron antes que nacieran los creadores de las tecnologías… que hoy usan los nativos digitales. El concepto de “nativo digital” tiene algunas críticas  (muchas de las cuales comparto), pero puede resultar útil para ubicarnos en el momento histórico en que estamos.

Nativos e inmigrantes digitales. Adultos analógicos y niños digitales. Genios y sorprendidos. Como sea, está claro que en la actualidad conviven personas (de bebés a adultos jóvenes) que nacieron con la tecnología bajo sus brazos, que fueron usuarias de tecnologías desde muy pequeñas y que viven y piensan de manera digital. Por otro lado, los inmigrantes digitales fueron incorporando las tecnologías (sobre todo las relacionadas con internet) como parte fundamental de sus vidas adultas y tienen una forma de pensar que nace más desde lo analógico hacia lo digital. Somos ya no generaciones distintas, sino concepciones distintas del mundo.

* Autor de Guía para la crianza en un mundo digital, Siglo XXI editores (fragmento).