El ministro de Economía, Sergio Massa, logró romper el paredón de vencimientos de la deuda en pesos que había generado tensiones en el mercado financiero ante los temores de un reperfilamiento por el fin de las renovaciones a medida que se acercaban las elecciones primarias. Las negociaciones con los bancos tuvieron el visto bueno del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque su principal punto de discusión fue el acuerdo político hacia adentro de la coalición gobernante y el salto de las incertidumbres que se generaron ante la renovación del poder en la Casa Rosada.
Hubo dos debates centrales en la mesa de discusión: la liquidez a la que pueden acceder los bancos ante un riesgo de reperfilamiento de los bonos en pesos; y el gesto político que necesitaba tener el jefe del Palacio de Hacienda para sostener su plan económico hasta el fin del mandato de Alberto Fernández. De hecho, el impacto real del acuerdo con los bancos privados tendrá un impacto menor, en el total de los vencimientos.
Deuda en pesos: el Gobierno acordó con los bancos un nuevo canje y Massa dio los detalles
En pie quedó la torre de julio, en donde el peso del sector público es casi total, lo que le permitirá al equipo económico hacer uso del ingenio para lograr la renovación de los vencimientos y sacarse de encima los problemas del corto plazo. Las entidades financieras tienen en su poder un 20% de los vencimientos que están en manos privadas, y operan desde marzo hasta junio próximo, pero su impacto político en el estado de ánimo del mercado era mucho más grande, según señalaron a PERFIL analistas de la City.
El riesgo político, la clave
“No vamos a desconocer que hay un riesgo asociado a la política. Los bancos se protegen de necesidades financieras o de algún anuncio poco feliz en el caso de que haya una nueva gestión. Es un fantasma que tiene el mercado. El riesgo y las tasas altas están”, admitieron fuentes oficiales, luego del encuentro que mantuvieron las autoridades con los representantes de los bancos que operan en el país.
Todavía falta el acuerdo del Directorio del Banco Central para definir el funcionamiento del PUT (una opción de venta a futuro) que tendrán las entidades bancarias para resguardarse de una falta de liquidez, ante una eventual decisión de un reperfilamiento de los vencimientos. Esa fue la condición que pusieron los banqueros a la hora de firmar: tener acceso a los pesos para redefinir su estrategia. Por caso, saltar de bonos a leliqs, si consideran que existe un temor alto de falta de fondos para liquidar o desconfianza de los inversores para renovar.
Según señalaron desde el BCRA, el artículo 18 de la carta orgánica de la entidad dice que podrá "comprar y vender a precios de mercado, en operaciones de contado y a término, títulos públicos, divisas y otros activos financieros con fines de regulación monetaria, cambiaria, financiera y crediticia". En resumen de cuentas, ese punto autoriza la operatoria ya que "el put es un activo financiero", aclararon fuentes cercanas al presidente Miguel Pesce. De esa manera, el Central despejó las dudas técnicas sobre su aplicación.
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“El tiempo para poder ejecutarlo tendrá un límite menor a los 15 días”, detallaron las fuentes oficiales, quienes aclararon, además, que la operación “no resguarda precio, porque es a valor de mercado del día anterior”. “De ninguna manera tiene un riesgo de emisión e inflacionario. Si los bancos se vuelven locos, van a sacarla y se van a leliq”, aseguraron integrantes del equipo económico, que participaron del diseño de la nueva estrategia.
La nueva canasta de instrumentos
El llamado a reconversión de los bonos que vencen en marzo, abril, mayo y junio por una canasta de nuevos instrumentos fue anunciado a última hora del lunes por el Ministerio de Economía. Se realizará el jueves próximo y estarán en juego 7,5 billones de pesos, según los cálculos extraoficiales. Los paredones con el sector privado se concentran en ese plazo de tiempo.
Se ofrecerán dos canastas de instrumentos al 30% de Nuevo Bono CER, con vencimiento en abril de 2024; 40% de Nuevo Bono CER, con vencimiento en octubre de 2024; y 30% de Nuevo Bono CER, con vencimiento en febrero de 2025. Además, un 30% de Bono Dual, con vencimiento en febrero de 2024 (reapertura); 40% de Nuevo Bono CER, con vencimiento en octubre de 2024; y 30% de Nuevo Bono CER, con vencimiento en febrero de 2025.
“El objetivo de esta operación de conversión, a diferencia de las anteriores, es extender el perfil de vencimientos cortos al tramo medio/largo de la curva, reduciendo la incertidumbre y volatilidad de mercado y mejorando las condiciones de previsibilidad del financiamiento del Tesoro”, señaló un comunicado de prensa del Ministerio de Economía.
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¿Un plan de desestabilización?
En el Palacio de Hacienda creen que las denuncias públicas que realizó Juntos por el Cambio buscaron ponerle nafta al incendio financiero que se acercaba con los vencimientos de deuda en pesos. “Es llamativo que hayan salido con un comunicado antes de que se conozcan los detalles. Nadie puede pensar en pagar la deuda de contado. No sabía si era verdadero o falso el comunicado”, ironizó un funcionario cercano a Massa.
En el mercado, fuentes que participan de las operatorias, se mostraron conformes con la nueva curva de vencimientos. “Veremos qué porcentaje entra en la canasta de nuevos instrumentos que lanzaron, pero que se puedan pasar los vencimientos para el 2024 y 2025 es una muy buena noticia”, aseguró el presidente de la Alyc Patentes y Valores, Santiago López Alfaro. Sin embargo, consultado por este medio, el exministro de Economía y principal referente del equipo económico de JxC, Hernán Lacunza, sostuvo que el nuevo cuadro "empeora" la situación que heredará el próximo gobierno.
Desde el entorno del ministro de Economía aclararon que “las consideraciones del FMI sobre el ordenamiento de la deuda son conceptuales”, pero admitieron que en Washington estaban al tanto de la nueva estrategia del Gobierno para estirar los vencimientos. Con ese OK del staff del Fondo, en el Palacio de Hacienda dieron señales políticas de alineamiento ante la decisión financiera. En definitiva, los bancos necesitaban ver señales de comandancia de gestión y una garantía para salir a tiempo, si es que los vientos de cambio obligaban a un golpe de timón.
am / ds