Para que se le abran las puertas del mercado internacional de capitales, el gobierno de Cristina Kirchner tendrá que aceptar la mayoría de las condiciones que exige el Club de París para renegociar la deuda pendiente de casi US$ 10 mil millones.
Esa es la idea que se desprende de la invitación oficial cursada ayer por el Club a la Casa Rosada para iniciar un proceso formal de negociaciones “en la semana del 26 de mayo”. En el alambicado lenguaje de ese grupo informal que reúne a los Estados acreedores de la Argentina, la invitación revelada por Clotilde L’Angevin encierra una serie de claves que permiten inferir las exigencias que encontrará la misión negociadora que viajará a París en mayo para negociar la deuda en default desde 2001.
L’Angevin, que ocupa el estratégico puesto de secretaria general del Club de París, tomó el cuidado de explicar que, después de analizar la propuesta presentada por el ministro Axel Kicillof en su viaje de mediados de enero a Francia, los acreedores pidieron “una serie de aclaraciones” al Ministerio de Economía en Buenos Aires. Sobre la base de esa “propuesta revisada” (que se mantiene en secreto), se decidió invitar al gobierno argentino a negociar un “acuerdo de liquidación de [la deuda] atrasada”. El Ministerio de Economía, en tanto, confirmó la invitación en un comunicado y aseguró que la propuesta “busca fomentar los flujos de inversión que recibe el país”. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que ayer por la mañana aún no había recibido la notificación, considera clave el acuerdo para volver a tomar deuda en el exterior.
Condiciones. Sin embargo, los términos elegidos por L’Angevin para definir el marco de la discusión indican claramente que un arrears clearance agreement (acuerdo de liquidación de atrasos) excluye un reescalonamiento de la deuda basado en un programa del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esa fórmula significa que el acuerdo debe incluir el capital adeudado más los intereses y los punitivos. También excluye la posibilidad de una reestructuración.
Clotilde de L’Angevin fue explícita al respecto al decir que la propuesta argentina de enero preveía el “reembolso integral” de los atrasos, “incluyendo los intereses en mora que se adeudan a los acreedores del Club de París”. En realidad, no puede ser de otra manera. Sin un programa del FMI, que la Argentina rehúsa aceptar, las reglas del Club prohíben toda reducción del valor de la deuda y –consecuentemente– de los intereses y punitorios. Eso significa que no habrá quitas.
En concreto, el Club de París quiere ser íntegramente reembolsado para evitar que se cree un peligroso precedente que pueda ser utilizado por otros países deudores. Capital, intereses y punitorios redondean un total de US$ 10 mil millones. La primera propuesta formulada en enero por Kicillof preveía pagar 20% de la deuda en 12 meses a partir del acuerdo y completar el saldo con los nuevos bonos emitidos por el Estado o en cuotas distribuidas en un período de 15 años. Esa idea fue rechazada. Ahora, la hipótesis sobre la cual trabajan el ministerio de Economía y los acreedores es un pago en efectivo de 20% de la deuda en un plazo de un año.
Aún no está definido el calendario de esa primera cuota ni el significado preciso que tiene la noción de 20% ofrecida por Argentina. ¿Se trata de 20% del capital en mora (lo que limitaría el pago inicial a 1.400 millones) o del total adeudado en la actual, lo que obligaría al gobierno a desembolsar 2 mil millones? Los acreedores también exigen que el saldo sea pagado en un período sensiblemente menor al que propuso Argentina. Finalmente, aceptaron la idea de un “plazo máximo” de cinco años a fin de no ser acusados de provocar una sangría brutal en las magras reservas del Banco Central.
Esa base de negociación, aceptada por todos los acreedores, diluyó en gran medida las divisiones que existían entre “duros” y “blandos” dentro del Club de París. Estados Unidos, Alemania y Japón, que eran los tres países que mantenían la posición más intransigente con respecto a la participación del FMI, aceptaron iniciar la negociación de mayo sobre esas bases. El anuncio se hizo ayer para que no interfiriera con la visita de Cristina Kirchner a París la semana próxima. La deuda con el Club quedó “explícitamente excluida” del almuerzo con su par francés François Hollande.
El FMI pasa factura
El Fondo Monetario Internacional (FMI) colocó ayer a la Argentina en una nómina de países con “demora excesiva” en la verificación de cuentas, que es obligatoria para las naciones miembras del organismo. Los técnicos del organismo detallaron en un documento al Directorio que el país no cumple con la exposición de datos contemplada en el artículo IV del acta de la entidad, con un retraso de 76 meses. Con esta comunicación, las autoridades del FMI recordaron al equipo económico local que la Argentina deberá someterse a esa revisión que es común a todos los socios, si quiere avanzar en la concesión de créditos o aún en la negociación con el Club de París.
*Desde París