El debate en torno al lugar que debe ocupar la Argentina en el mundo actual mostró a los seis candidatos presidenciales fieles a sus libretos, con un Mauricio Macri reivindicando el eslogan de "la vuelta al mundo" que consiguió su gobierno y el resto de los contendientes haciendo causa común para desarticular aquellos argumentos, cada uno desde su ángulo fuerte.
La elevada deuda, la "sumisión" al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la voluntad de las grandes potencias y hasta la renuncia a la lucha por la soberanía sobre las islas Malvinas encontraron a Alberto Fernández, Roberto Lavagna, José Luis Espert, Juan José Gómez Centurión y Nicolás del Caño en una misma esquina del cuadrilátero con extrañas coincidencias pese a sus claras divergencias ideológicas.
"Cuando llegamos, la Argentina era uno de los países más aislado del mundo. Tenía pocas relaciones y su socio estratégico era Venezuela. Por suerte en 2015 cambiamos y establecimos relaciones con muchísimos países independientemente de su ideología", indicó el mandatario antes de pasar a enumerar las victorias de su gestión: un Mercosur revitalizado, de la mano de Brasil; relaciones de confianza con líderes del mundo que le permitieron presidir el G20 y la reconstitución de los vínculos dañados con Uruguay y Paraguay. "Todo esto lo hemos hecho con una única visión y objetivo: trabajo y mejor calidad de vida para los argentinos. Para esos fueron los viajes, las reuniones, las conferencias y las visitas", subrayó Macri.
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Muchos esperaban que el Presidente aprovechara aún más el primer segmento de la noche, después de todo, el leitmotiv de la "inserción inteligente" de la Argentina en el esquema global fue parte del núcleo duro conceptual de su relato de poder. Si hasta incluso había sido uno de los temas que Macri estuvo preparando a fondo con su Secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo. Con la última decisión de formalizar el quiebre diplomático con el gobierno de Nicolás Maduro, en los días previos a su arribo a Santa Fe, hasta habían abonado el terreno para que Venezuela, una de las banderas políticas preferidas de la Rosada, ganará espacio en el debate presidencial.
Fernández eligió hacer foco en la ausencia de las inversiones que tanto promovía Cambiemos desde 2015 y hasta se permitió una chicana ensayada con la sucesión de semestres en base a la fallida promesa del crecimiento en la segunda mitad de 2016 que no se dio. El candidato del Frente de Todos arrancó su exposición de presentación con hincapié en la globalización y el modo cómo se puede ingresar "dignamente, de pie, preservando los derechos de la Argentina" en un fenómeno "que ha venido para quedarse". También reivindicó el Mercosur como la plataforma para entablar los vínculos con otras regiones, como la Unión Europea, cuyo acuerdo dijo desconocer en la letra chica. "No le temo a la apertura. Lo que no voy a permitir es que la apertura se lleve puesto las industrias y el trabajo argentino", remarcó.
El Mercosur, de hecho, consumió una parte importante de los minutos dedicados a las relaciones exteriores y mostró, a las claras, las estrategias preparadas en las semanas previas. Como la de Espert en su afán por perseguir el voto de Lavagna sin dejar, por ello, de cuestionar a Macri y Fernández. Por ejemplo, cuando cargó directamente contra las definiciones sobre el bloque del otro economista en el escenario, a fin de marcar la diferencia de escuelas: "El candidato Roberto Lavagna decía recién que al Mercosur hay que rescatarlo. Nosotros creemos que el Mercosur ha sido un simulacro, una mentira de apertura económica de la cual no se puede rescatar nada".
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Para el candidato ultraliberal, el Mercosur no constituyó más que la una imposición del ex presidente Carlos Menem, en connivencia "con aquel industrialismo retrógrado de Argentina, para no competir. El comercio es con todo el mundo. Nada podemos rescatar del comercio solo con pares iguales a nosotros". A su turno, en cambio, Lavagna optó por ignorarlo y ceñirse a su planteo contra el discurso del Gobierno del éxito comercial de su política exterior.
"No es cierto que las exportaciones estén subiendo, mucho menos que la participación de las empresas medianas y pequeñas haya subido. Desde el 2005 hasta ahora ha disminuido el número de empresas exportadores en 1.700 casos. Salvo en commodities no hemos progresado y eso refleja, en todo caso, el bajo nivel de actividad económica actual de Argentina". Sí destacó, no obstante, el potencial de la industria del conocimiento, si bien señaló que se trata de una ley original de 2004, cuando todavía era ministro de Economía.
Curiosamente, la política de endeudamiento del actual Gobierno emparejó a extraños compañeros de baile. Desde los dos extremos ideológicos, Del Caño y Espert fueron los dos que mayor hincapié hicieron en el tema y en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y las grandes potencias. Asimismo, la reivindicación de los derechos soberanos argentinos sobre las Islas Malvinas y la política del "paraguas" seguida por el Ejecutivo de Macri fue sujeto de planteo común de los participantes.
De todos, Gómez Centurión puso el mayor énfasis en plantear una nueva política de defensa para el país mientras el grueso de los presidenciables se concentraba en el aspecto económico. Si hasta se retrotrajo a la difusa presencia china en su base espacial patagónica para preguntarle a Alberto si pensaba repetir esa "cesión de soberanía" de la gestión kirchnerista —aunque Fernández no le contestó— y embistió contra la política migratoria actual que permite "los tour sanitarios, carreras universitarias y planes sociales para extranjeros que no son residentes". Pero como le ocurrió en otras partes del debate, se quedó sin tiempo y su voz sólo se desvaneció.
M.B./D.S.