Con los resultados de estas PASO, el gobierno sale muy fortalecido. Desde el punto de vista demográfico, gana en los distritos más importantes: la Ciudad, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, La Pampa, San Luis, donde también se da una derrota de los sistemas feudales. Hay otros triunfos simbólicos, como en Santa Cruz, con la peor elección en la historia de los Kirchner. Y hay ratificaciones de liderazgos de Cambiemos tanto en Jujuy como en Corrientes, con lo cual estamos ante un resultado que, indudablemente, favorece al oficialismo.
De hoy a las elecciones de octubre -para las que todavía faltan diez semanas- la sensación de que la economía está mejorando debería consolidarse, sobre todo porque los mercados deberían tranquilizarse después de este resultado. Estos números le dan fortaleza al gobierno y credibilidad con respecto al mercado financiero. Esto debería calmar la presión que sufrió el tipo de cambio con lo cual la inflación que podía generarse por el incremento del valor del dólar las últimas semanas, si baja el dólar o se estabiliza, debería absorberse sin demasiados problemas y, si se confirman los resultados, en octubre, poder desplegar una agenda de reformas estructurales.
No de ajuste, pero sí en temas que tienen que ver con la competitividad de la Argentina: la carga tributaria, la sustentabilidad en previsión social, el sistema jubilatorio, una eventual ley de responsabilidad fiscal que comprometa a las provincias a un esfuerzo de reducción del gasto público. Todo eso debería, obviamente, consolidarse en octubre si los resultados de estas PASO se ratifican.
La provincia de Buenos Aires, aún con una leve diferencia, revierte la idea de que era un terreno inexpugnable para el oficialismo. CFK hizo una elección peor que la de Aníbal Fernández en 2015, y el Gobierno repite la de María Eugenia Vidal en porcentajes; pero con el desgaste de casi dos años en el poder, es una muy buena elección.