ELOBSERVADOR
Actitudes

Cómo lidiar con gente ‘mala leche’ en el trabajo

Afectan al rendimiento de los equipos generando chismes, molestias, ruidos, bajan la energía, avergonzando a otros en público, y ‘polinizan’ con su mala vibra a cada persona con la que interactúan.

 20220220_genero_empresas_mujer_shutterstock_g
Las estrategias de comunicación en las empresas deben ser integrales. | shutterstock

Desde la psicología existe un concepto denominado “la tríada oscura” utilizado para referirse a los rasgos de personalidad del narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía que podemos detectar con solo prestar atención cómo hablan y se comportan algunos de estos individuos.

Estas personas se centran en sí mismas, fantasean con un poder ilimitado y necesitan la admiración de los demás. Siempre van a decir que hablan con tal o cual persona poderosa, que habla con ella “como si fueran amigos”. En las conversaciones, mientras opinan de lo malo que son los otros, tienden a siempre ponerse como ejemplo de trabajo y resultados, exagerando o utilizando algunas mentiras para construir un relato de mayor impacto. Utilizan la manipulación y la explotación de los demás, con dosis de insensibilidad, falta de moral, crueldad y cinismo. Todo lo que dicen y hacen es para asegurar sus objetivos, su el éxito personal a costa de los demás. Harían lo que fuera con tal de conseguir lo que quieren. Tienden a ser impulsivos, egoístas, y con cierta incapacidad para experimentar remordimiento o vergüenza.

Estudios recientes, desarrollados por sociólogos de la Universidad de Western Ontario (Canadá), sugieren incluir un cuarto factor: el sadismo. Esto es debido a que los ‘mala leche’ pueden experimentar cierta excitación y satisfacción infligiendo sufrimiento físico o psíquico a otra persona, pudiendo gozar cuando a otra persona no le va bien, o disfrutan si alguien sufre porque es despedido.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Los ‘mala leche’ pueden experimentar cierta excitación y satisfacción infligiendo sufrimiento físico o psíquico a otra persona

Muchas veces se comportan como aduladores y serviles ante sus superiores, quedándose adrede hasta tarde para mostrar que mientras el resto se va, ellos siguen trabajando. Esto genera una presión y desgaste en los equipos, no solo por la sensación de sentir que se van antes, sino porque saben que dejan abierto un espacio para chismes de última hora. Otras veces, se comportan como “compañeros autoritarios” que tienden a creerse los asistentes del jefe y bajan línea por su cuenta sobre qué y cómo deben hacerse las cosas.

En general, y ante resultados adversos, no solo ellos buscan evadir la responsabilidad, sino que también tienen a mano una lista de argumentos para justificar que la culpa es de otro, o que los otros no hicieron lo que debían haber hecho para que todo saliera bien.

Sin más pistas, es probable que a estas alturas ya comiencen a identificar a colaboradores, jefes o compañeros que pueden estar enmarcados por esta, ahora renombrada, “tétrada oscura”.

 

Qué hacer ante un ‘mala leche’

En primer lugar, no podemos evitarlos: mientras existan personas trabajando en equipos, existirá alguien con mayor o menor grado de malalechismo. Debemos ser conscientes que muchas de estas manifestaciones pueden ser consecuencia de problemas de autoridad en el hogar, fragilidad de valores (lo que para unos es innegociables, para ellos no) y otros tantos aspectos de las vivencias pasadas que los psicólogos podrán explicar mejor. Sin embargo, aunque debamos actuar, tratar con ellos no es sencillo.

Debido a que el ‘mala leche’ tiende a acobardarse cuando es confrontado debido a que no quiere que percibamos los problemas personales detrás de su comportamiento, busca por todos los medios poner más capas discursivas para tapar la realidad. Por ello, si lo enfrentamos, podemos generar una reacción en cadena.

En ocasiones, estas personas escapan de lo miserable que puede ser su vida fuera del trabajo. En el entorno laboral sienten que tienen el control, el poder. Este es su terreno, se sienten el alfa, por lo que –por envidia o inseguridad – temen que se vea afectado su poder ante cualquiera que vean sobresalir por encima de ellos. Justamente, su baja autoestima los hace pensar que solo pueden mejorar su posición a través de perjudicar a otros. Cuando una persona mala leche ya no puede controlarnos o afectarnos con su comportamiento, hará todo lo posible para controlar cómo nos ven los demás.

Si decidimos no confrontarlos, podríamos requerir al apoyo de áreas de soporte (como RRHH) de forma constructiva para generar espacios de contención y soporte personal y profesional. Si vamos de frente seguro chocaremos, pero si vemos distintas formas de abordar la situación, probablemente, construyamos nuevos puentes.

Como en otros aspectos de la vida, debemos diferenciar entre ser y estar: ser “mala leche” es una situación permanente,

Pero no solo miremos afuera: ¿Y si nosotros somos el ‘mala leche’ del grupo? Así como la persona que tiene mal aliento muchas veces no lo nota, el ‘malalechismo’ es algo que los otros perciben más que nosotros. ¿Sabemos qué generamos en los demás? ¿Tenemos el autoconocimiento, la seguridad y la humildad suficiente para mirarnos en el espejo e identificar algunas de estas conductas tóxicas?

Igualmente, como en otros aspectos de la vida, debemos diferenciar entre ser y estar: ser “mala leche” es una situación permanente, definida por valores (o falta de ellos) además de las otras características descriptas. En cambio, estar siendo ‘mala leche’ es una conducta circunstancial dada por algún momento de inseguridad, de enojo o hastío transitorio que nos hace sacar lo peor de nosotros como mecanismo de supervivencia.

Recordemos que somos la suma de todo lo que hemos vivido, experimentado y sentido, y también de lo que nos faltó. Detrás de todo ‘mala leche’ existe una persona vulnerable, con baja autoestima y con miedo, disfrazada con una armadura que –aunque crea que lo protege – en realidad es una coraza de utilería que no se percibe a la distancia, sino que se desintegra en poco tiempo.

Tal vez, algunas personas pasan por nuestras vidas solo para enseñarnos a no ser como ellas. Si no podemos ayudarlos a transformarse, podemos ayudarnos a transformar la forma en la que interactuamos con ellas.

 

*Ingeniero especialista en estrategias, innovación y transformación digital, autor Inspiración Extrema, conferencista.