No es raro que el semblante de alguien dedicado a la ciencia rigurosa resulte un enigma. Esto nos ocurre, muy especialmente, a quienes intentamos comunicar lo que acontece en ese costado de la sociedad en el que todavía tenemos esperanza como herederos del brillo de Occidente.
Durante alrededor de una hora y media, Marina Simian –bióloga experta en cáncer, investigadora del Conicet, doctorada en Berkley y mil acreditaciones más– explicará con iguales dosis de sencillez y serenidad cómo se puede detectar todo tipo de cáncer extrayendo al paciente una muestra de sangre, y observando la presencia de ciertas células, los micro ARN.
La inferencia estadística que Oncoliq (la startup que fundó Simian en 2021 junto con su socia, Adriana De Siervi, tan brillante como ella) proporciona al comparar grupos de células mediante el uso de datos digitalizados es del 90 por ciento. Por lejos, el sistema más preciso que se haya inventado hasta el momento.
Más aún. El hecho mismo de que se trabaje con muestras de sangre y tests del tipo PCR permite que la intervención sea de bajo costo, además de que abre la puerta a la detección del cáncer aun cuando no se ha manifestado y los diagnósticos por imágenes no muestran ninguna anomalía.
Oncoliq comenzó en 2014 como una hipótesis de investigación en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IByME), dependiente de una de las instituciones científicas más prestigiosas de América Latina: el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina, Conicet.
Lo probaron en ratones, y funcionó. Entonces se animaron a realizar pruebas piloto con mujeres, empezando por enfocar en el cáncer de mamas, uno de los más extendidos. Hoy trabajan en el prototipo de un test sencillo, que se pueda llevar a cabo en cualquier laboratorio, en cuyo proceso Oncoliq solo se asegura la ingesta de datos al algoritmo que corre en una nube propia.
Si bien Marina comprende lo delicado de hablar de cáncer “sobre todo en órganos que hoy no nos chequeamos frecuentemente, como el páncreas, el hígado o el cerebro”, advierte que el trabajo científico llevado a este nivel es completamente despersonalizado.
“Son desafíos matemáticos que nos vamos proponiendo ( ) en algún momento volvés a la realidad y te acordás que eso que estás analizando es una representación del estado de salud de una persona, que depende de la detección temprana para tener chances de seguir viviendo”, explica, “pero cuando te especializás tanto, ya tu campo de acción es muy abstracto”.
Simian apunta sus ojos celestes en todas direcciones mientras explica. Acepta pacientemente la requisitoria de alguien que no entiende pero se entusiasma.
Aunque el lugar natural de la ciencia empírica es el laboratorio, a ella le toca la tarea de hacer crecer el emprendimiento. “Mi rol está mucho más ligado con los viajes y el networking que con el tubo de ensayo ( ) en algún momento nos preguntamos si era apropiado que una bióloga se ocupara de buscar inversión, conectar con socios estratégicos o vincularse con proveedores, y entendimos que saber explicar lo que hacemos es clave. Entonces acepté que iba a pasar la mitad del año viajando”.
El mundo de las startups no les sienta del todo a quienes vienen de sólidas carreras científicas. Hay mucho humo en eventos en los que se finge el éxito, y el alarde de ideas revolucionarias está lejos de la virtud de quienes forjan un destino sobre la base del rigor, el sacrificio y la honestidad en la búsqueda de certezas.
Aun así, esta bióloga porteña con más años de trayectoria que el promedio de los jóvenes con grandes e innovadoras ideas juega el juego porque sabe que la tecnología es fundamental para hacer posible Oncoliq.
“Es que sin los datos digitalizados no podríamos distinguir, en tiempo real, los conjuntos de micro ARN que analizamos para dar un sí o un no al paciente”, explica Simian, quien, de todas formas, advierte que lo que hace la técnica de Machine Learning es trazar probabilidades, al igual que las ciencias empíricas, solo que con más precisión y velocidad.
La inteligencia artificial de estas características pondera una serie de variables dándoles valores numéricos, proyecta esos datos en el tiempo, y entonces da una respuesta binaria que hoy día es 90 por ciento efectiva.
Simian abre los ojos y destaca que la única empresa que hoy ofrece detección temprana de cáncer por muestra de sangre, además de Oncoliq, es norteamericana, tiene buenas perspectivas en el mercado y, sin embargo, su método (muy caro) solo ofrece 50 por ciento de efectividad.
“¿Vos te harías un test que la mitad de las veces acierta y la otra mitad no?”, pregunta con algo de indignación, pero mucho de optimismo: es un gran argumento de venta a la hora de defender su propuesta, por la que en marzo saldrá a buscar 7 millones de dólares para desarrollar definitivamente el algoritmo en la nube propia, y tercerizar la fabricación de los tests PCR con alguna multinacional de la salud que garantice bajo costo y distribución masiva.
Innovar siempre es interesante, y la ciencia aplicada abre caminos insospechados en todos los ámbitos. Pero cuando el ingenio es la herramienta para curar una enfermedad terminal, enaltece a quienes lo aportan.
*Periodista especializado en innovación tecnológica.