Durante el exilio en México, el profesor Rodolfo Puiggrós afirmó públicamente que “Argentina es el único país que celebra sus derrotas”. Se refería, entre otras fechas, al 20 de noviembre. No imaginaba que el 24 de marzo, día nefasto para la sociedad porque se inició la peor dictadura de la historia, iba a ser ubicado entre una nueva celebración. Efectivamente, en marzo de 2006, el entonces presidente Néstor Kirchner declaró esa fecha como feriado nacional.
Aunque ya ha sido dicho en varias oportunidades, vale la pena insistir. El origen del término Feriado proviene del latín, festa, plural de festum. Se define como una jornada en la que se celebra algún acontecimiento. Más específicamente, según el Diccionario de la Real Academia Española, es “un acto o conjunto de actos organizados para la diversión o disfrute de una colectividad”. También es definido como la “reunión de gente para celebrar algo o divertirse”.
El feriado es “diversión o regocijo”, dice la Real Academia, y añade como ejemplo la frase “a los jóvenes les gusta demasiado la fiesta”. Coloquialmente también es usado como “chanza, broma”.
También en el Glosbe, Diccionario Online Multilingüe, se ubica el origen del vocablo feriado al latín festum y pone como ejemplo festum gratias agendi, “Día de Acción de Gracias”, también traducido como “Festival para dar Gracias”.
El 24 de marzo es una fecha sombría, luctuosa, que debe ser incorporada en la memoria de la sociedad como el inicio del peor episodio de su historia. De lo anterior se deduce la incorrección de que ese día, fecha en que dio comienzo la más grande matanza de la historia argentina, se haya declarado feriado nacional. No hay nada que “celebrar” en esa jornada, no hay nada que pueda inducir a “divertirse”. Y mucho menos a dar las “gracias” a quienes sometieron a la República destruyendo las instituciones de la democracia y la Constitución Nacional. Demasiado doloroso ha sido para los argentinos el olvido de la historia o la confusión de episodios como para repetir ese error. El 24 de marzo no puede ser un día de “regocijo” o “diversión”, sino una fecha que señala el inicio de un período oscuro de trágicas consecuencias.
Es por esas razones que esa fecha sombría debería declararse Día de Duelo Nacional por la Memoria, por la Verdad y la Justicia. En todos los establecimientos educativos nacionales y privados, primarios, secundarios, terciarios y universitarios tendrían que realizarse jornadas de discusión y reflexión sobre el golpe de Estado y explicar las consecuencias que tal episodio dejó en la historia argentina. Por ley establecer que durante esa jornada todas las banderas argentinas flameen a media asta en los edificios oficiales en señal de duelo. Las emisoras radiales y televisivas dependientes del Estado dedicar un espacio a rememorar lo ocurrido y recordar que Nunca Más debe repetirse la interrupción de la democracia.
Simultáneamente, habrá que declarar como feriado nacional el 10 de diciembre, fecha en que se recuperaron las instituciones de la democracia y finalizó –para siempre– la dictadura militar. Será, entonces, una jornada de alegría y celebración. Esa fecha coincide, además, con el Día de los Derechos Humanos, que conmemora el día en que en 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Celebrada en todos los países democráticos, es un símbolo de las libertades y derechos ciudadanos.
Qué mejor día para compartir con otras naciones del mundo, ése, el de nuestra democracia recuperada
en 1983.
*Escritor y periodista.