El duelo entre Estados Unidos e Irán del 21 de junio de 1998 por la Copa del Mundo de Francia, en el Estadio Gerland de Lyon, fue uno de los partidos mundialistas con mayor voltaje político en la historia del fútbol por la tradición conflictiva entre estos países y porque por primera vez coincidían en un encuentro de una Copa Mundial, con la enorme exposición que eso significa.
La conflictividad entre EE.UU. e Irán tuvo su apogeo con la victoria de la Revolución Islámica en el país asiático en 1979. Ese año se produce la caída del shah Reza Pahlevi y la llegada de Jomeini al poder, y se comienza un período de reversión de la “occidentalización” que había experimentado el país. La revolución nació de un sentimiento antioccidental, pero aún más antinorteamericano, producto de las injerencias tanto cultural como política de las décadas anteriores.
El punto cúlmine fue la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, que marcó el fin de las relaciones diplomáticas entre ambos países. El cautiverio de 444 días de los trabajadores de la embajada fue uno de los hechos más significativos en esa historia e inspiró la película Argo protagonizada por Ben Affleck. Posteriormente, los EE.UU. ayudaron y financiaron a Irak en su guerra contra Irán, conflicto bélico extendido desde 1980 hasta 1988, y que dejó profundas marcas en la sociedad iraní.
Una vez entrada la década de los 90, las relaciones entre ambos países se tornaron más cercanas, fundamentalmente con la llegada al poder de Mohammed Khatami en 1997, debido a su perfil moderado y reformista. No obstante, ese acercamiento tenía grandes resistencias al interior de Irán ya que el ala más conservadora no se fiaba de los estadounidenses, así como tampoco el gobierno de Bill Clinton confiaban en el gobierno iraní.
Respecto al fútbol en sí, la tradición de este deporte se desarrolló más tardíamente en EE.UU. ya que después de la Copa del Mundo de 1994 adquirió más visibilidad y protagonismo, a tal punto que recién en 1996 nace la liga profesional en ese país, la MLS (Major League Soccer).
En cambio, en Irán el fútbol ya tenía un mayor arraigo, aun en la década de los 80, cuando el régimen islámico intentó censurar y desalentar su práctica, ya que era considerado como algo contrario a sus creencias y por tener un carácter occidental. En los 90, al no poder luchar contra su popularidad, la liga local volvió a florecer ya que la política gubernamental cambió y se fomentó su práctica y, en 1998, Irán volvió a participar de una Copa del Mundo.
Más que fútbol. En ese contexto, el sorteo del Mundial de Francia quiso que ambas selecciones compartieran el Grupo F. Al momento de conocerse el fixture, la propia FIFA comenzó una serie de negociaciones con ambas federaciones nacionales para que las tensiones políticas no traspasaran al campo de juego. No obstante, lo político se mezcló con lo deportivo y Khodadad Azizi, delantero estrella de Irán, declaró: “EE.UU. nos impuso una guerra de ocho años con Irak que costó la vida de medio millón de iraníes. Hay muchas familias de mártires deseando que ganemos. Tenemos esa obligación, es el partido de nuestras vidas”.
Desde EE.UU. se buscaba calmar las aguas y, así, Bill Clinton brindó un mensaje al país (y al mundo, obviamente) en la previa del partido de cómo el fútbol puede unir a las naciones y ayudar a recomponer las relaciones entre los países, como una forma diplomática de que el juego sea solo un juego.
El día del partido, por protocolo, Irán debía hacer el saludo a la selección de EE.UU. pero el gobierno iraní observó que ello sería una señal de debilidad, por lo cual, y luego de arduas negociaciones, finalmente fue la selección norteamericana la que comenzó el saludo previo a los iraníes. A su vez, antes de iniciar el partido, se tomaron una foto conjuntamente ambos planteles, hecho que fue negociado entre las federaciones como un gesto de unidad a través del deporte y también los jugadores de Irán les brindaron ofrendas florales a los estadounidenses como una forma de proyectar una imagen de la sociedad iraní ante el mundo, y de su civilidad.
Una vez terminado el certamen, jugadores de Irán contaron que la federación, por orden del gobierno, les dio instrucciones estrictas en cuanto a su aseo e imagen personal, de cómo debían llevar los bigotes y la forma de peinarse, ya que debían demostrar que esa imagen de Irán en Occidente de ser personas incivilizadas debía cambiar. Por otro lado, la imagen satelital del partido llegaba con 10 minutos de retraso a Irán, ya que las autoridades locales establecieron ello para poder editar ciertas imágenes que pudiesen atentar contra el gobierno, como “desnudos” o carteles en contra del ayatolá o la propia Revolución Islámica.
Partido. El partido fue emocionante: Irán logró su primer triunfo en un mundial ante EE.UU. Por 2-1, con un gol y un golazo de Hamid Reza Estili, mientras descontó Brian McBride para los norteamericanos. A su vez, ese partido significó la eliminación de EE.UU. de Francia 98 y, si bien, Irán quedó eliminado en la tercera fecha, significó un hecho histórico.
Una vez finalizado el encuentro, los festejos se multiplicaron por todo Irán, ya que habían logrado doblegar a EE.UU. en un campo de juego y a la vista del mundo entero, y como no podía ser de otra manera, sirvió de plataforma para el gobierno iraní para politizar la victoria: el ayatolá Ali Khamenei declaró: “Esta noche el enemigo arrogante volvió a sentir el sabor de la derrota en nuestras manos”. Desde el lado norteamericano, le bajaron los decibeles y así Jeff Agoos, integrante de la selección estadounidense, declaró: “Hicimos más en 90 minutos que los políticos en veinte años”.
A su vez la FIFA, aprovechando la exposición del partido, les dio el premio Fair Play a ambas selecciones y les ofreció disputar un partido amistoso en 2000 para demostrar y mandar un mensaje de paz a través del fútbol. El mismo se disputó en California 18 meses después y terminó en empate.
Qatar. Finalmente, llegamos a Qatar 2022, en donde el 29 de noviembre Estados Unidos e Irán se enfrentarán por el grupo B. El partido, obviamente, no tiene el nivel de tensión del de 1998, pero la situación entre ambos países está atravesando nuevamente turbulencias motivadas por el acuerdo nuclear, una economía iraní tambaleante, el apoyo del gobierno de la Revolución Islámica a sus aliados militares de Líbano y Siria en sus conflictos con Israel, las protestas expandidas por todo el país motivadas por la muerte de Mahsa Amini, perpetrada por la Gasht-e Ershad (conocida como Patrullas de la Moral, fuerzas de seguridad encargadas del cumplimiento de las normas islámicas de pudor) luego de no llevar bien colocado el velo en público y cuyas protestas se expandieron en 24 de las 31 provincias iraníes con la consigna “Abajo el dictador”, en alusión al líder supremo Ali Jamenei.
Esas protestas han llegado incluso a las esferas del deporte, ya que el exintegrante de la selección de fútbol Hossein Mahini fue arrestado el mes pasado debido a sus manifestaciones públicas en apoyo a las protestas que se están dando en el país, y en el mismo sentido, la figura de la selección Sardar Azmoun declaró: “No podía decir nada por las restricciones que tenemos, ¡pero no más! Miren lo que hacen con su gente. Esto nunca se borrará de nuestras memorias, ¡asesinos! ¡Larga vida a las mujeres iraníes!” y cuando logró un gol ante Senegal en un amistoso, decidió no festejarlo en apoyo a las protestas, que incluso se escuchaban en las afueras del estadio, ya que fue disputado a puertas cerradas.
También hay que recordar que en Irán las mujeres están bajo la égida de la ley islámica, y además de estar subyugadas a los designios de sus padres, maridos o tutores, casi no tienen libertades propias. Hasta en el fútbol sucede, ya que hasta hace unos años no podían asistir a los estadios de fútbol, pero luego de la intervención de la FIFA, antes de la pandemia comenzaron a aceptarlas, aunque producto de las políticas por el covid-19, se les volvió a prohibir; la FIFA tuvo que interceder nuevamente y la federación iraní habilitó su vuelta recién este año, con algo más de quinientas mujeres que asistieron a ver al Esteghlal, uno de los clubes más populares del país. Unas semanas después, le tocó a las hinchas del Persépolis, su clásico rival.
Irán se ubica al frente de Qatar, Golfo Pérsico de por medio, por lo cual se estima que muchos iraníes asistirán al Mundial y, obviamente, estarán presentes en el mismo estadio con los estadounidenses. Por lo cual, autoridades qataríes de seguridad y de la FIFA están preocupadas por lo que pueda llegar a pasar, con el temor de que células de organizaciones terroristas puedan presentarse en el estadio.
En los últimos días las tensiones se trasladaron también a los escritorios. Luego de algunos ataques de Irán en territorio kurdo en Irak y del envío de drones y armas para atacar ciertos lugares en Ucrania en apoyo a Rusia, muchos activistas, el CEO del club ucraniano Shakhtar Donetsk y deportistas (incluso iraníes) pidieron aplicar la “cláusula FIFA” para excluir a Irán de Qatar 2022.
Es por esa razón que, tomando aquel precedente de 1998, el fútbol nuevamente puede ser el canal para que, a través de la diplomacia deportiva, la situación al interior de Irán tienda a lograr un cambio, respecto al derecho de las mujeres, las libertades civiles y el respeto a los derechos humanos en ese país. No obstante, ello puede ser muy difícil ya que el régimen de la República Islámica cuenta con fuertes apoyos de las élites económicas y militares para su sostenimiento.
No obstante, la conciencia ciudadana y el descontento de la población van creciendo en virtud de las protestas, por lo cual el sostén de la República Islámica puede comenzar a resquebrajarse aun más por esta exposición de los últimos meses, y una vez más el fútbol puede ser la plataforma para que esos cambios puedan canalizarse por medio del juego ya que a todo régimen político le llega su hora, aun cuando menos lo espere.
*Abogado. Magíster en Relaciones Internacionales. Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba y Universidad Blas Pascal.