ELOBSERVADOR
denuncian “intereses particulares”

Extraño silencio de Uruguay ante la catástrofe venezolana

El presidente Tabaré mantiene el mutismo de su antecesor, Pepe Mujica, ante la crisis que vive Venezuela. La oposición ve en ese apoyo cuestiones más allá de la polìtica.

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Juntos. Los mandatarios Tabaré Vázquez y Nicolás Maduro dialogan en un encuentro de líderes del continente. Uruguay calla la situación de Venezuela. | cedoc

Doctor, catedrático de Oncología, ex intendente de Montevideo y primer presidente de izquierda en la historia de Uruguay, Tabaré Vázquez es un socialdemócrata moralmente conservador que, desde su manera de comunicarse con la prensa, su forma de ejercer el poder y su concepción de la investidura presidencial, no podría ser más diferente a José Mujica. Mientras el primero convierte a Uruguay en un caso de estudio por su lucha descarnada contra el cigarrillo, el segundo legaliza la marihuana. Y mientras Mujica se hace famoso por despreciar toda forma de convencionalismos, el segundo rara vez se quita la corbata y, si siente desafiada su autoridad, es capaz de vetar a Néstor Kirchner de la presidencia de la Unasur y, a nivel local, de hacer naufragar una ley de despenalización del aborto.

Sin embargo, ambos han sido cómplices, en mayor o menor medida, del régimen de Nicolás Maduro. Mujica, por una especie de hermandad bolivariana que hasta lo ha llevado a declarar: “Lo que está sucediendo en Venezuela no es culpa de Maduro: la riqueza petrolera del país en el largo plazo terminó constituyendo una especie de veneno para la sociedad, porque deformó toda la economía y los venezolanos se acostumbraron a vivir de las cosas importadas”.

Almagro. Sin esos exabruptos y por razones respecto a las cuales no hay certeza absoluta, Vázquez tampoco ha condenado a Maduro. Incluso, luego de que cinco países miembros de la OEA anunciaran su decisión de denunciar al gobierno venezolano por crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional, su vicecanciller, el ex embajador en Cuba Ariel Bergamino, declaró que “Uruguay no está en condiciones de afirmar” si en Venezuela se comenten actos de esa naturaleza. Como si Luis Almagro, ex ministro de Relaciones Exteriores de Mujica y actual secretario general de la OEA, fuera nigeriano.

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Encima, hace pocos días Vázquez le dijo a una periodista: “Yo tengo familiares que han vivido en Venezuela, entonces lo menos que puede hacer Uruguay, un país de inmigrantes, es recibir con los brazos abiertos a quienes lleguen a nuestro país por distintas circunstancias. Pero no voy a hablar de los temas internos de Venezuela, señora, ¿usted no se dio cuenta?”. Repreguntado, el mandatario ratificó que Uruguay no acompañará a los impulsores del enjuiciamiento internacional de Maduro.

Negocios. Pero, ¿por qué sucede esto? Según Luis Lacalle Pou, senador, ex candidato presidencial por el Partido Nacional y líder de la oposición en los sondeos de intención de voto para las elecciones de 2019, por motivos variados. Consultado por PERFIL, Lacalle Pou opinó: “Un gobierno del Frente Amplio que empezó a tener supuestas afinidades ideológicas con Chávez las continuó con Maduro. Primero Vázquez y después Mujica generaron vínculos comerciales muy fuertes, porque gente muy cercana al presidente actual hizo negocios amparada en su influencia directriz”.

Añadió el legislador: “Nosotros en la Cámara de Diputados pretendimos llevar adelante una comisión investigadora por los negocios uruguayos con Venezuela, el oficialismo la bloqueó y presentamos ante la Justicia una denuncia penal por este mismo tema. Pero nuestro gobierno está atado de pies y manos porque hay un tema de interés particular, comercial, de negocios hechos al calor del poder. Por eso, cada vez que tienen para manifestarse, o no lo hacen o lo hacen tibiamente. Algún día se va a saber exactamente qué es lo que pasó, aunque no creo que la postura del gobierno represente el sentir popular uruguayo. Esta complicidad es una vergüenza”.

El color del cristal. Igualmente contundente, pero con más matices, el dos veces ex presidente Julio María Sanguinetti estimó que Venezuela ha pasado “del populismo autoritario a la dictadura abierta y, ahora, a rozar el totalitarismo”, y que, “además de este ocaso de las libertades, su dictadura es la más ineficiente de todas las que han existido en América Latina”.

Sanguinetti expresó, asimismo, que Vázquez, el canciller Nin Novoa y el ministro de Economía Danilo Astori son “prisioneros de la mayoría parlamentaria del Frente Amplio, que no entiende la democracia ni acepta la globalización”, y que por ello el gobierno “ha claudicado en una posición que Uruguay debió sostener conforme a su tradición en defensa de la democracia”.

Es cierto que Astori, que ha sido clave en los tres gobiernos del Frente Amplio pese a que perdió por amplio margen todas las elecciones internas a las que se presentó, condenó al chavismo, como cuando aseguró: “Los hechos están demostrando el autoritarismo con que el presidente y el Poder Ejecutivo de Venezuela manejan la conducción del país y se refieren a los demás poderes. A uno lo han prácticamente disuelto, que es el Poder Legislativo, y al otro lo manejan a su antojo”. Y también es cierto que Nin fue atacado personalmente por Maduro, quien al mismo tiempo aclaró: “Yo quiero al presidente Tabaré, lo aprecio de verdad”.

Para conocer cuán desprendido está de la actitud corporativa que el Frente Amplio, y muy especialmente su ala tupamara, ha tenido respecto de este asunto, PERFIL consultó al canciller uruguayo, un hombre de confianza de Vázquez que se formó en política con el líder blanco Wilson Ferreira Aldunate como referente.

Nin respondió: “Uruguay hizo 17 declaraciones, entre las conjuntas con otros países y las propias de cancillería, sobre la alteración democrática, las violaciones a los derechos humanos y la crisis humanitaria en Venezuela. Aparte, la sancionó con su exclusión del Mercosur, precisamente por la aplicación de la cláusula democrática. Y en abril de 2015 yo tracé un paralelismo entre el Uruguay de la predictadura y la Venezuela de entonces. Finalmente, cuando se anuló la Asamblea Legislativa y se la sustituyó por la Constituyente, afirmé que ningún demócrata podía sentirse representado por Maduro”.

Aun si Nin tuviera razón en todo, la tesis de Sanguinetti cobraría especial relevancia, porque significaría que Vázquez no gobierna como quiere sino como puede, un punto de vista que comparte Ernesto Talvi, quien, tras más de dos décadas como académico de prestigio en su país y en los Estados Unidos, se convirtió en precandidato presidencial del flamante sector Ciudadanos, del Partido Colorado.

Para este doctor en Economía por la Universidad de Chicago, “Uruguay está rifando su identidad y su tradición de defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos, y esto revela que la política exterior del Frente Amplio en los hechos está manejada no por la socialdemocracia del presidente y el canciller, sino por los grupos afines al chavismo, al kirchnerismo y al castrismo que son mayoría en la coalición”.

Vázquez tiene algo claro: la banalidad del mal y el silencio de los buenos, al que con tanta lucidez se refirieron Hannah Arendt y Edmund Burke, son mortíferos. Y Nin, también: a veces, los enemigos más tenaces están adentro.

*Desde Montevideo.