El debate teórico en nuestra región sobre populismo tiene dos nombres constitutivos, el primero es el de Gino Germani, uno de los grandes maestros de la sociología argentina, un “liberal de izquierda”, según su propia definición. Y del otro lado se encuentran las ideas de Ernesto Laclau. El teórico que sumó algunas de las propuestas de la izquierda clásica, marxistas a los aportes de, por ejemplo, Jacques Lacan. Para Laclau, autor del libro La razón populista, hay algo transformador en el tumulto, en la supuesta desprolijidad de movimientos como el peronismo.
Eduardo Jozami ofrece una perspectiva más positiva de las experiencias populistas latinoamericanas: “cada vez es menos justificable poner en el mismo lugar a Donald Trump que a Evo Morales. Por un lado, sucede que el término populismo se define con tanta amplitud que puede terminar resultando aplicable a cualquier cosa. Así perdería toda utilidad como objeto de estudio. Pero además, hay un componente político que la Academia no puede ignorar. En este momento, pensar que pueda resumirse el pensamiento político de Evo y Trump bajo un denominador común, me parece arbitrario”.
Para Jozami, al englobar las experiencias bajo el mismo paraguas, “se pierde de vista qué han sido esas experiencias en cuanto movimientos políticos. En muchos casos, se señalan rasgos como propios que pueden observarse en experiencias populistas. Uno de los aciertos, a mi juicio, de Ernesto Laclau es que muchos de los rasgos que se critican del populismo son características de la política misma”.
Más de izquierda que populistas. En la elaboración de Laclau “hay un equilibrio entre los rasgos que tradicionalmente se asocian con el populismo –como los liderazgos fuertes, por ejemplo– con lo que llama la expansión horizontal, una forma de constitución del sujeto político con la incorporación cada vez mayor de distintos tipos de demandas, lo que él llama la lógica de las equivalencias. Me parece que eso es un componente democrático importante. Pensar que se puede asociar eso con el modo de hacer política, por ejemplo de Donald Trump, me parece arbitario. El vínculo entre izquierda y populismo está en tensión. Jozami explica que el kirchnerismo no se dice de sí que es populista”.
Creo que las ideas de Laclau consiguieron que tuviéramos mucho menos rechazo por el populismo. Hubo un cambio a nivel global que abrió un gran interrogante acerca de cómo se puede superar al capitalismo. Y apareció una reivindicación de los movimientos populares mucho más amplia que la que tenía a la clase trabajadora como excluyente.
