ELOBSERVADOR
Sindicalista deconstruido

“No me interesa ir donde todos te dicen que sí”

Jorge “Pino” Sola es secretario general del Sindicato de Seguros y secretario de Prensa y Comunicación de la CGT, no se ajusta al perfil prototípico del gremialista argentino.

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Seguros. Es el secretario general de ese gremio y se ocupa de la prensa en la Confederación General del Trabajo. | SERGIO PIEMONTE

Atlético, es amante de la filosofía y capaz de sentarse a hablar en términos amables con quienes están en sus antípodas ideológicas. Y regala libros y lee las poesías en los festejos de su gremio. Habla de deconstrucción y paridad de género, pero admite que las mayores urgencias pasan por erradicar la pobreza estructural que hace que haya niños con hambre y reniega de la grieta. Optimista respecto del futuro del país, pese al estado crítico del presente, asegura soñar con que “cada trabajador sea consciente de su clase, y sea ese su orgullo y no su yugo” y declara que una de sus mayores ambiciones es conciliar el cambio de paradigma que propone la era digital, pero con la preservación de los puestos de trabajo.

—Tu perfil no es el que el común imagina como el de un sindicalista…

—Creo que es algo que tiene que ver con cómo creciste culturalmente, educacionalmente, con cómo ha sido tu vida y con lo que te gusta, en mi caso, el deporte…

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—Tu trayectoria arranca en Venado Tuerto…

—Yo nazco en Rufino y al año mis padres se radican en Venado Tuerto, Santa Fe. Mi familia sigue allá, voy y vengo todas las semanas desde hace más de veinte años. A mitad de los 80 tenía la necesidad personal de empezar a militar en todo lo que fuera político, gremial, social y cultural. Al principio, fue en la izquierda, luego en el peronismo (mis padres siempre fueron peronistas) y me hice delegado de una empresa. En paralelo, seguía jugando al fútbol, leyendo filosofía, literatura latinoamericana, todo entre amigos. Y se fue generando una necesidad de volcar lo que iba incorporando culturalmente en lo que hacía. En los 90, cayeron muchas empresas de seguros y tuve mi bautismo de fuego, porque quebró una empresa (de las dos que había en ese momento en Venado Tuerto) y me hice cargo del liderazgo de ese reclamo de gente sin trabajo. A partir de ahí dije: “esto es lo que quiero hacer”. Me sentía bien representando a las y los compañeros. Entonces también estudié, quería tener un título terciario y me recibí de profesor de Ciencias Biológicas, y quise también tener un título universitario que me sirviera para ser un mejor dirigente gremial. Así que me recibí de abogado estudiando libre en la Universidad Nacional de Rosario.

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Evita. “Como pertenezco a la militancia peronista, estoy más cerca de uno de los sectores de la grieta”.

—¿Cómo vas encarando los cambios globales que marcan hoy el mundo del trabajo?

—A veces, implican deconstrucciones individuales, personales. Pero a su vez, lo más difícil es deconstruir una institución, una organización. Y en ese camino, digamos, hemos irrumpido quebrando una serie de paradigmas que hay en el sindicalismo. Por ejemplo, la igualdad de género. Hoy el 50% de nuestras dirigentes de todo el país son mujeres, muchas de ellas ocupando cargos de secretarias generales en sus seccionales.

—¿Hay otra cosa de la que te enorgullezcas particularmente?  

—Sí, la deconstrucción de una entidad gremial. Eso me pone muy bien, porque veo, por citar un ejemplo en este sentido, un montón de jóvenes que han ingresado a la conducción y que nos parecen una apuesta a futuro. Tenemos una gran cantidad de jóvenes, y eso significa también deconstruir cierto arquetipo de un tipo de sindicalismo…

“El 50% de nuestras dirigentes en el país son mujeres, muchas de ellas secretarias generales”

—¿Cómo ves los desafíos de tu gremio con relación a la vida digital? 

—La pandemia puso en escena algo que es una parte de la digitalización, el trabajo remoto desde la casa. Nosotros lo transitamos sin mayores conflictos. A principio de este año, fuimos el primer gremio que incorporó condiciones y derechos y obligaciones del teletrabajo dentro de un convenio colectivo. El pri-mero en Argentina y Latinoamérica. Después, tenemos el gran desafío de la inteligencia artificial y cómo empieza a reemplazar la mano de obra. Este año, inauguramos una fundación de Inteligencia artificial dentro del Sindicato del Seguro (IAF), hicimos un acuerdo con el laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Buenos Aires, para arribar a un diagnóstico (nos va a llevar entre doce y 16 meses) para saber qué capacidades y nuevas habilidades van a necesitar los trabajadores, a fin de capacitarlos y que nadie pierda su trabajo. 

—¿Cómo es tu relación con otros sindicalistas? 

—Tengo por ahí alguno que me quiere más que otro (risas). Y tengo muy buena re-lación con una enorme cantidad de gente y sobre todo con el Consejo Directivo. Trato de que nada impida tener una cercanía con todos los dirigentes gremiales. Todos los temas que tengo para discutir con alguien, o las diferencias, nunca los planteo a través de los medios, siempre lo hago personalmente. Y eso allana un montón de circunstancias. Como en la vida misma, en la que, para tener relación con alguna persona, fuera cuál fuera, necesitás mirarte a los ojos, hablar, intermediar…

Jorge “Pino” Sola 20230107

—Hablando de la prensa, sos uno de los pocos que se puede sentar con Lanata teniendo una diferencia política notable…

—Sí, en el caso especial de ese programa, siempre lo digo, es una lucha dialéctica, y en ese respeto, si querés intelectual, funciona la cosa desde el principio. Y quizás debe haber sido también porque, desde el principio, me dije: “más allá de que esté en las antípodas de muchas de las cosas, no voy a pelearme, voy a intercambiar opiniones”. Quiero demostrar que el sindicalismo también es otra manera de mirar las cosas y de responder, si se quiere, con algún punto de vista muy entre comillas “romántico”, y no perder por eso el combate en la calle. Eso Jorge Lanata lo entiende. Creo que hay espacios donde, más allá de que sean lugares en los que por ahí no tengan una buena visión de la enorme cantidad de dirigentes gremiales, consideran que el sindicalismo es importante y, por lo tanto, hay que ir a charlar y a discutir. No me interesa tanto ir donde todos te dicen que sí…

—De la famosa grieta, ¿qué visión tenés? 

—Evidentemente, y porque pertenezco a la militancia peronista, tengo más cercanía con uno de los sectores, eso está claro. Ahora, descreo que sea una posibilidad concreta de crecer como sociedad el estar en disputas permanentes. Yo estoy totalmente persuadido –es una palabra que usaba Alfonsín– que en temas esenciales no puede haber diferencias por egos, que es en definitiva cómo funciona la grieta.

“Con disputas permanentes no hay posibilidad concreta de crecer como sociedad”

—Traccionada por el ego, ¿no?

—Sí, y a mí para eso me parece que es fundamental que los partidos políticos vuelvan a tener preeminencia sobre las personas que lo componen; sin desconocer los lide-razgos naturales que existen en cada sector. Los partidos han dejado de ser una he-rramienta de debate en el que todo el mundo se sentaba y dejaba de lado el cargo que poseía para debatir sobre problemas que importaban. Ahora, los candidatos parecen escuchar lo que la gente pide y traducirlo en un discurso. No me parece que sea un buen camino para la política. Creo que hay que recuperar la herramienta del Partido como herramienta fundamental y para eso se necesita el esfuerzo del convencimiento de que esa herramienta es importante para todos. Hoy no existe. De hecho, las dos principales fuerzas son frentes, con la diferencia de que el Frente para Todos es un frente de un solo partido, o sea que es un frente de matices. No fuimos capaces de resolverlo dentro del partido político, más allá de que formalmente sigue existiendo. Yo creo que eso es una parte importante para empezar a recuperar el debate, sobre los ejes centra-les que necesita el país y olvidarnos de las grietas. Desde el Movimiento Justicialista tenemos ideas centrales que claramente van para un lado, pero creo que también hay ideas que podemos conciliar para ¡por lo menos!, ocuparnos de que los chicos no pasen hambre. 

—En una de las celebraciones que tuvieron en tu gremio regalabas libros, en otra leías poemas…  

—Bueno, es lo que soy. Nosotros con mis amigos nos juntábamos los viernes a la noche a comer un asado y por ahí, terminábamos la noche leyendo un poema. O cantando una canción de Leonardo Favio. Y regalar un libro me parece un lindo gesto; si el compañero no lo va a leer, se lo va a dar a alguien a que lo lea. Es decir, ese libro va a andar circulando, ya anda circulando.

—Poner en valor, además, el libro...

—Sí. Recién hablábamos sobre la infancia y esa infancia que no come y esa infancia que es pobre. Con lo cual pensemos qué lejos que está de la posibilidad de leer un libro al menos, de educarse ni hablar. Los números que nos dan los indicadores en términos de educación primaria son preocupantes y aún más en secundaria. Ni hablar de terciaria, que ya sólo queda para una clase social. Entonces me parece que estos pequeños gestos abonan a salir de ese lugar. 

—A muchos nos cuesta ser optimistas respecto del futuro de Argentina. Vos, ¿sos optimista? 

—Sí, soy optimista. Soy perseverante y de hecho la frase de campaña de nuestras últimas elecciones era una que habíamos rescatado del Mayo Francés, que decía que “lo imposible tarda un poco más de tiempo”. Yo soy optimista. Sí. Entiendo que el trabajo es arduo, que no se va a resolver en una generación siquiera, pero hay que buscarlo por el lado de los consensos con todos los actores sociales. Los griegos antiguos, los que hicieron de la filosofía un gran arte, estuvieron siempre en la búsqueda de la verdad. ¿Por qué vamos a tenerla nosotros definitivamente? Si hasta nuestro siempre venerado líder fue cambiando sus conceptos y de acuerdo con las circunstancias, porque el mundo va cambiando. Hay que seguir buscando las mejores soluciones a los principales problemas del país con un consenso fuerte donde la humildad, la sensatez, la sabiduría y el trabajo sean las virtudes.

*Periodista, guionista y docente.