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prevencion y virtualidad

Tecnología y seguridad, la alianza del futuro

El ex presidente postula que la lucha contra las organizaciones criminales se gana con inteligencia, recursos y planificación. El uso de la fuerza representa la última de las instancias, jamás la primera.

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El ex presidente postula que la lucha contra las organizaciones criminales se gana con inteligencia, recursos y planificación. El uso de la fuerza representa la última de las instancias, jamás la primera. | Joaquín Temes

Como es bien sabido, la inseguridad es el tema que más nos preocupa a los argentinos, por encima de la situación económica, la educación y las cuestiones ambientales. Es lo que evidencia, desde hace largo tiempo y de manera constante, cada encuesta y cada consulta efectuada a la población. Un informe reciente del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (Lapop, por sus siglas en inglés), la principal institución académica de nuestro continente en esta materia, da cuenta del motivo de esta preocupación generalizada: Argentina es el país americano donde proporcionalmente más habitantes fueron víctimas de robos o asaltos en su propio barrio.

Esta triste comprobación es tanto más alarmante si la contrastamos con otro dato, igualmente llamativo: en nuestras calles tenemos 558 policías cada cien mil habitantes, lo que nos convierte en el país latinoamericano con mayor proporción de agentes de seguridad pública.

La pregunta cae de madura: ¿por qué si contamos, en términos relativos, con más personal policial que los países hermanos de la región, tenemos tan pobres resultados en la práctica a la hora de prevenir?

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Una de las respuestas para explicarlo es que “mayor cantidad no significa mejor calidad”. Y aunque este concepto, en todo quehacer humano, debería ser obvio, resulta que en materia de seguridad ciudadana estamos actuando en el sentido contrario. Dicho en otras palabras: enviamos a las calles a verdaderos ejércitos de uniformados que cuentan con una preparación de pocos meses. Buscamos la “saturación” como forma de combatir y prevenir el delito, en lugar de perfeccionar la capacitación y los medios.

Esa política va a contramano de las estrategias y prácticas de las mejores policías del mundo, que privilegian calidad a cantidad. Prefieren menos oficiales y agentes, pero muy bien pagos y capacitados, y mucho mejor equipados, en especial en logística y medios tecnológicos.

Ejemplos. Veamos algunos ejemplos que lo demuestran. Según los rankings de las Naciones Unidas, los agentes de Finlandia son los mejores del mundo. ¿En qué se destacan? Principalmente, en estar a la altura de los tiempos que vivimos. Han creado la llamada Netpolizei o “policía de la red”. Durante las 24 horas del día, guardias que operan desde las computadoras “patrullan” los sitios de internet más sensibles, ya que bajo el anonimato que permite la navegación se venden drogas, alcohol y armas.

En este mismo “podio” de las “mejores del mundo” se encuentra el cuerpo de Carabineros de Chile. Su Centro de Análisis y Monitoreo en Seguridad (Ceamos) es un organismo de prospectiva de acciones delictivas. En él, profesionales en matemática, estadística, psicología y psiquiatría se encargan de trazar mapas a futuro que les permiten una prognosis sobre posibles actos de violencia o robos. Es decir, no sólo trazan el mapa del delito ocurrido sino que pronostican los ilícitos para anticiparse y prevenirlos.

Entre las cinco mejores fuerzas del globo figura también la Scotland Yard británica, cuyos miembros no portan armas de fuego. Esta legendaria organización policial acaba de vender su complejo de edificios ubicado en pleno centro de Londres por una suma cercana a los 600 millones de dólares. El producido será destinado en 2017 a la compra de miles de iPads para equipar a sus efectivos. Gracias al GPS de los dispositivos portátiles, la nueva Central de Inteligencia podrá saber al instante cuántos agentes están cerca de un sitio donde se produjo un ilícito. También dispondrán de patrulleros con conexión informática de última generación y miles de cámaras de seguridad callejeras.

Las distintas policías de los Estados Unidos (estaduales, metropolitanas y de condados) también se ubican entre las diez mejores del ranking mundial. En ellas se trabaja con la tecnología más avanzada a la hora de resolver crímenes. Los norteamericanos cuentan con bancos de datos genéticos donde está registrado el ADN de más de diez millones de habitantes que han cometido delitos, faltas y contravenciones. Toda persona que haya estado presa o demorada está debidamente fichada. Si reincide, resulta fácil identificarla y apresarla. En la Argentina, esta modalidad sólo se utiliza para los abusadores sexuales y los autores de crímenes de lesa humanidad.

Un programa sumamente eficaz que incorpora a los medios de comunicación y las compañías telefónicas es el llamado Amber Alert, o “alerta ámbar”, que opera en los cincuenta estados de la Unión. Se utiliza para recuperar a menores extraviados. Ante una denuncia, se activan las alarmas y todos los usuarios de celulares con smartphones del área afectada reciben las fotos de las potenciales víctimas.

Para no seguir extendiéndome, quiero citar el ejemplo de Francia, también ubicada entre los diez primeros puestos de la lucha contra el delito. Desde hace ya varios años, los bancos terminaron con la modalidad de los robos exprés gracias a un ingenioso mecanismo de puertas dobles en sus sedes, similar a un sistema de exclusas, donde cada cliente queda encerrado cuando ingresa y egresa del edificio. Un asaltante podría robar una caja, pero nunca lograría escapar.

Regresando a la Argentina, cabe destacar que, salvo por unos pocos distritos con elevado nivel de ingresos, estamos aún a años luz de las metodologías desarrolladas en los sitios donde se privilegian el profesionalismo, la inteligencia y la inversión por sobre el voluntarismo.

Virtualidad. Desde ya que la solución no pasa por importar “llave en mano” los modelos de otras latitudes, dado que el delito tiene modalidades propias en cada país, que tiene sus propios flagelos a combatir. Sin embargo, podemos tomar como enseñanza varios de los logros foráneos e intentar adaptarlos a nuestra idiosincrasia.

El mundo marcha hacia las comisarías virtuales, donde las denuncias se hacen online. También se dirige hacia agentes y patrulleros superconectados. Las redes sociales son custodiadas día y noche. El “mapa del delito” es clave para saber qué pasó y qué puede ocurrir en breve. La violencia en el fútbol se erradicó con trabajos de inteligencia y duras penas judiciales. Son todas experiencias de las que debemos tomar nota y saber aplicar a nuestras realidades.

Asimismo, es necesario recordar que la ciudadanía puede colaborar de manera decisiva en materia de seguridad, en especial cuando se trata de delitos complejos, tomando en cuenta dos premisas: el anonimato y la premiación. Los sistemas de recepción de datos claves deben proteger a los denunciantes, quienes además deberían verse beneficiados de manera material si permiten asestar duros golpes a las organizaciones criminales. Es sabido que el narcotráfico busca minar la capacidad de resistencia de las sociedades y para ello recurre al terror. Los recientes desembarcos en la Capital Federal y el Conurbano de las temidas “maras” centroamericanas así lo confirman. Con anterioridad, las bandas “importaron” el sistema de sicariato propio de las calles de Medellín y Cali, donde los llamados “abogados de las motos” infundieron un pavor paralizante. Por ello, hacen falta incentivos concretos para movilizar a los denunciantes.

Las recompensas para las fuerzas de seguridad regulares también deben ser significativas, ya que son el primer eslabón que trata de corromper las mafias. La experiencia de otros países de nuestra región, con un terrible saldo de decenas de miles de muertos, nos demuestra que hay que preservar a toda costa a los efectivos de que combaten el narcotráfico, para que no puedan ser cooptados.

En resumen, la lucha contra las organizaciones criminales se gana con inteligencia, recursos y planificación.

El uso de la fuerza representa la última de las instancias, jamás la primera. La prevención, la capacitación y la aplicación adecuada de la tecnología hoy son las claves para pensar la seguridad ciudadana, y lo serán cada vez más en el futuro.


*Ex presidente de la Nación.