Mientras avanza el proceso de desasbestización de los coches contaminados de la línea B del subte de Buenos Aires, el Equipo de Investigación de Perfil Educación comprobó que uno de los trece trabajadores que se estaba realizando estudios clínicos y que había sido confirmado por Metrovías como afectado por asbesto, fue diagnosticado con cáncer de pulmón en agosto, fue operado el mes pasado y le extrajeron un tumor maligno de cuatro milímetros.
Gracias a la labor de la mesa de médicos conformada especialmente para tratar a los trabajadores expuestos a este cancerígeno en el subte porteño, Daniel Fernández ahora se encuentra en recuperación luego de la intervención quirúrgica de casi siete horas a la que fue sometido.
El Equipo de Investigación accedió en exclusiva a los estudios que se realizó Fernández y entrevistó a los tres médicos que detectaron el tumor. Fernández trabajó durante dieciséis años en el Taller Rancagua de la Línea B, ubicado debajo del Parque Los Andes en el barrio de Chacarita, donde manipuló piezas con asbesto y estuvo expuesto a inhalar sus fibras. Pero el operario del subte porteño también es fumador desde hace varios años. Por esa razón, los especialistas sostienen que ambos factores cancerígenos (asbesto y tabaco) le provocaron el tumor en el pulmón.
Sin embargo, para el doctor Ariel Rossi, docente de la Cátedra de Medicina Legal y Deontología de la Facultad de Medicina de la Universidadad de Buenos Aires (UBA) y representante sindical de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) en la mesa conformada por los médicos que intervinieron en el caso, el tumor de Fernández fue provocado por el asbesto y responsabiliza a Metrovías por la situación del afectado. "Esto es claramente por el asbesto, porque el tumor surge de la masa pulmonar y toca la pleura. Si el tabaco apuró más o menos, es imposible saberlo", sostuvo Rossi ante el Equipo de Investigación.
Desde Metrovías, la empresa que controla el subte porteño, aseguraron que Fernández está siendo contenido por una asistente social y se encuentra bajo licencia médica. "Nuestra política es no realizar comentarios sobre temas médicos individuales por respeto a las personas que pudieran estar involucradas y por el secreto profesional correspondiente", afirmó Daniel Pagliero, gerente de Recursos Humanos de Metrovías. "Nuestro compromiso es seguir acompañando a cada trabajador en situación de enfermedad grave con prescindencia de su origen, brindando asistencia personal y apoyo en cuanto a los recursos necesarios hasta su total recuperación. Asimismo, continuamos con los monitoreos ambientales para asegurar que no afecten la salud de los trabajadores en sus ámbitos laborales", completó Pagliero ante el Equipo de Investigación.
Fernández pertenece al sindicato AGTSyP, también llamados Metrodelegados, y es uno de los 190 trabajadores del primer grupo de empleados del subte que fue estudiado entre mayo y julio de este año mediante exámenes neumonológicos, clínicos y una radiografía de tórax que fueron realizados en el Hospital Británico de Buenos Aires.
El equipo de médicos que analizó a los empleados del subte estuvo conformado por Rossi, en representación del sindicato; Alejandro Salvado, jefe de servicio en Neumonología del Hospital Británico; y Lilian Capone, del Consultorio de Patología Ocupacional Respiratoria de la Facultad de Medicina de la UBA. También estuvieron presentes en el análisis de los estudios clínicos representantes de Metrovías y de la ART Galeno de los trabajadores del subte.
"Habiendo dos cancerígenos asociados, asbesto y tabaco, es probable que el diagnóstico esté asociado a ambos. Es difícil saber cual contribuyó más", declaró Salvado al Equipo de Investigación. Capone coincidió pero aclaró que "obviamente la exposición al amianto está relacionado al cáncer, porque fue por mucho tiempo" y destacó que el diagnóstico a tiempo fue fundamental para que el paciente se encuentre actualmente en buen estado de salud.
"Si ellos no tomaban la decisión de operarme yo iba a seguir trabajando y quizás en un par de meses, estaría mucho más complicado. Yo sentí que estos doctores lucharon por mí", confesó Fernández al Equipo de Investigación.
El estudio de Daniel Fernández en el Hospital Británico que confirma un tumor:
Además de Fernández, otros doce trabajadores fueron confirmados el mes pasado por Metrovías como "afectados por asbesto". El diagnóstico dado por los médicos es "neumoconiosis", que refiere a un grupo de enfermedades pulmonares por actividad de minerales. Los trece empleados del subte sufrieron un síntoma conocido como "placa pleural" o "engrosamiento de pleura", que no tiene tratamiento sino que se controla regularmente para confirmar que no evolucionó en asbestosis o en cáncer de pulmón.
Los afectados representan el 7% del total de los trabajadores analizados hasta el momento. No obstante, Rossi advierte que los verdaderos efectos comenzarán a visibilizarse en treinta años, porque actualmente el asbesto en mal estado está comenzado a desintegrarse y a trasladarse por el aire.
Los trabajadores ya se realizaban estudios regulares a través de la ART. Sin embargo, a partir de reconocer la presencia del asbesto en el subte, los análisis clínicos comenzaron a ser más específicos. El período de latencia del mineral en los pulmones puede ser de varias de décadas.
El conflicto surgió a principios de 2018, cuando empleados del Metro de Madrid, España, denunciaron que había un fallecido y varios enfermos contaminados por exposición al asbesto en el país europeo. Como el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había adquirido 36 coches en compra directa del Metro de Madrid en 2011, rápidamente comenzó la alerta en el subte porteño.
Como primera medida, la Sociedad de Estado Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) retiró de circulación los coches españoles CAF 5000 de la Línea B y demandó al Metro de Madrid por casi 15 millones de euros. La demanda se presentó en el Juzgado de primera instancia 101 de Madrid, donde se sorteará la causa.
Además, a fines de 2018, SBASE presentó el Plan de Gestión Integral de Asbesto para la detección, retiro y disposición final de los materiales contaminados con asbesto. Desasbestizar es el proceso de retirar toneladas del cancerígeno de diversas partes del coche. Para eso, SBASE contrató a un operador especializado para quitar y reemplazar las piezas con amianto por otras no contaminadas.
Pero el sindicato AGTSyP sospechaba que había otras flotas que presentaban asbesto. Por lo tanto, a mediados de 2018, mandó a analizar 143 muestras de los talleres de reparación mecánica al departamento de Geología de la Universidad Nacional del Sur. Los estudios concluyeron que más del 40% de las muestras tenían asbesto.
El estudio de la Universidad Nacional del Sur de una de las piezas que pasaron por el Taller Rancagua
En el mismo momento, SBASE realizaba sus propios estudios del aire en los talleres mecánicos y las flotas de subte. Según la empresa consultora CIH Soluciones Ambientales, contratada por SBASE para analizar el aire, el muestreo obtuvo que "los niveles de fibras en aire se encontraron notoriamente por debajo del límite de concentración máxima permitida".
Pero luego se confirmó la presencia de asbesto en los coches Mitsubishi de la Línea B, comprados a Japón en 1996, una flota que los metrodelegados ya habían denunciado como contaminada. Hasta el momento, finalizó la desasbestización de la primera formación Mitsubishi de un total de 16 formaciones. A diferencia de la CAF 5000 que fue descartada, la flota Mitsubishi se determinó desasbestizar en lugar de se desechada.
SBASE sostiene que las únicas unidades confirmadas con asbesto son las que ya fueron desafectadas de la red de subte. Pero, según el sindicato y los estudios de la Universidad Nacional del Sur, también están contaminadas las flotas GEE-Caf y FIAT (ambas en circulación en la línea E) y Nagoya 5000 (en circulación en la C). Las flotas Nagoya 300 y 1200, provenientes de Japón y actualmente fuera de circulación, también contenían el cancerígeno.
El estudio de la empresa contratada por SBASE del aire en el Taller Rancagua
Sólo en 2019, se empezó a incluir a los trabajadores de los talleres Rancagua y Urquiza en el Registro de Agentes de Riesgo (RAR), que actualmente ya considera a 900 operarios del subte. En junio, comenzaron los estudios específicos para determinar la cantidad de afectados. Los médicos aclaran que el desarrollo o no de patologías depende del sistema inmunológico de la persona expuesta.
Ramón Acuña, uno de los afectados por placa pleural explicó al Equipo de Investigación el temor que hay entre los trabajadores del subte. "Este tema tiene una parte de daño físico y otra parte de daño psiquiátrico, porque ahora están los que trabajaron treinta años y los mandan a la casa. Y los que se quedan en el subte sin ninguna certeza", explicó Acuña.
Hay tres enfermedades que puede producir la inhalación de fibras de asbesto: placa pleural, asbestosis y cáncer. No necesariamente el que se contamina con asbesto pasa por las tres etapas, sino que puede enfermarse de una de las opciones de forma directa. Asbesto, también conocido como amianto, es el término que se usa para nombrar a un conjunto de silicatos minerales que suelen romperse en fibras. Está relacionado a la aparición de numerosas enfermedades, por su inhalación, especialmente las que afectan la pleura, es decir, la membrana que recubre la cavidad toráxica y los pulmones.
Todas las formas de asbesto son cancerígenas para el ser humano. A pesar de ello, por su eficiencia, se utiliza en el aislamiento de los edificios, como componente de productos como techos, tuberías, mantas ignífugas y envases médicos, como aditivo de los plásticos y en la industria automovilística.
Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay unos 125 millones de personas expuestas al asbesto en el lugar de trabajo. En Argentina, su uso, importación, producción y comercialización está prohibido desde 2001, a partir de una norma escrita por el doctor Eduardo Rodríguez, quien fue Jefe Programa de Salud del Trabajador, Coordinador de la Comisión Asesora del Asbesto Crisotilo del Ministerio de Salud de la Nación y es especialista en el tema desde hace veinte años.
Rodriguez enfatizó en la responsabilidad de Metrovías de no desasbestizar el subte en 2003, cuando fue reglamentada la norma de prohibición. "Lo más grave es que han dejado que se siguiera trabajando con asbesto, no les informaron ni protegieron a los trabajadores, tampoco les hicieron los estudios especializados para evitar que se enfermen", aseguró al Equipo de Investigación.
El asbesto no se ve, no se huele ni se siente. Pero una vez que entra al pulmón, empieza a afectar el sistema respiratorio. El factor común entre todas las enfermedades que produce es el período de latencia. Pueden pasar hasta cuarenta años hasta que aparezcan patologías, dependiendo del sistema inmunológico de la persona afectada.
El Equipo de Investigación es dirigido por Rodrigo Lloret y está integrado por los mejores egresados del Posgrado en Periodismo de Investigación de Perfil Educación.