ESPECTACULOS
LA SEMANA EN EL CINE

Alfano, los diamantes de sangre y Kadafi

Los "regalos de lesa humanidad", de Argentina hasta África, en un repaso cinéfilo. Fotos.

Los regalos de lesa humanidad de Argentina hasta África.
| Cedoc

Al final de esta semana, volvemos morbosamente al cine de Graciela Alfano en la Dictadura, y tratamos de entender la denuncia en su contra recordando las películas con "regalos de sangre" y las dictaduras africanas, como la de Libia, bombardeada por rebeldes y la OTAN.

En 1977, cuando la vedette habría conquistado a Emilio Massera, el realizador Hugo Moser la dirigía con Jorge Porcel por primera vez en El gordo catástrofe, en la que actuaba Moria Casán, y un año después, en plena dictadura, los tres, Moser, Porcel y Alfano, se reunieron, también con Tristán, para Fotógrafo de señoras. En esa época oscura, Alfano encarnó a Marta en el clásico argentino de Roberto Cossa, La Nona, con figuras como Pepe Soriano y Juan Carlos Altavista. Eso fue en 1979 y para el final de la Dictadura la rubia infartante tendría filmadas más de una docena de películas.

Se cuentan con los dedos, en cambio, sus apariciones en el celuloide democrático; en la ochentosa Los superagentes contra los fantasmas, la de Tiburón, Delfín y Mojarrita, y tres lustros después, en el atardecer de los noventa, en Nada x perder, el esperpento cinematográfico de Osvaldo Sabatini que bien podría recordarse como uno de los símbolos de la crisis de 2001. Estrenado el 22 de noviembre de ese año, el policial mezclaba los músculos del Ova con las curvas de la Grace, y también con las actuaciones (comprometidas o comprometedoras) de Paola Krum, Gerardo Romano, Germán Kraus, Lito Cruz, Antonio Grimau y Ana María Picchio, entre otros artistas. Tal vez, una participación que algunos querrán olvidar.

Lo que hoy un fiscal quiere recordar es si Graciela Alfano, como "cortesana" de los represores, recibió bienes de los desaparecidos. La denuncia por presuntos regalos a la actriz de parte de los líderes de la Dictadura, tal vez, se comprenda mejor si nos referimos a África y sus diamantes de sangre.

La supermodelo Naomi Campbell el año pasado reconoció ante un tribunal de La Haya que un admirador anónimo le había regalado diamantes africanos. La investigación buscaba demostrar que era el ex presidente liberiano Charles Taylor el que se los había mandado y que los había conseguido luego de entregar armas a los rebeldes de Sierra Leona. Ese pedazo salvaje de la historia africana, en el que se mezclan piedras preciosas con crímenes de lesa humanidad, fue recreado en un film de superacción de 2006 con Leonardo Di Caprio a la cabeza, Diamante de sangre.

En los últimos años, Hollywood le echó el ojo a las sanguinarias dictaduras que diezmaron a África y, así como Diamante de Sangre, sacó películas como un exitoso biopic del ugandés Idi Amin (El último rey de Escocia) y una ficción con un villano muy similar al zimbabwense Robert Mugabe (La Intérprete). El que hasta ahora viene esquivando las pantallas es el complicado dictador libio Muamar Kadafi.

El leon del desierto es una película épica financiada en 1981 por el gobierno de Kadafi pero producida al modo hollywoodense y, a la vez, con un tono pro-árabe y anticolonialista que hoy difícilmente encontramos en el cine de Estados Unidos. El film cuenta la lucha y el sufrimiento de los libios frente a la invasión de la italia de Mussolini. La resistencia de Omar Muhhtar frente al fascismo, personificado por el astro internacional Anthony Quinn, enorgullecía a la dictadura de Kadafi como hoy inspira a muchos rebeldes del pueblo que lo persigue.

Pero si de Hollywood y de Libia se trata, el acercamiento cinematográfico más famoso a la geografía libia lo realizó Anthony Minghella con la eterna El Paciente Inglés. Uno de los principales escenarios de los arenosos romances de la Segunda Guerra que relata la película es la Cueva de los Nadadores, ubicada en la zona fronteriza entre Egipto y Libia, pero que, al mejor estilo Hollywood, no fue filmada por Minghella, sino recreada en otro país, en Túnez.

¿Nos traerá la caída de Kadafi una nueva ola de versiones hollywoodenses de la historia Libia o sólo una era sanguinaria entre sus rebeldes? ¿Y llegará el romance de Alfano y Massera a nuestro cine?