ESPECTACULOS
ENTREVISTA

Jorgelina Aruzzi y Juan Minujin: acerca de las relaciones humanas y el amor

La pareja acaba de estrenar "La verdad"en el Paseo La Plaza. Hablan de la situación económica y cómo afecta a la actividad teatral.

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Unidos. Juan Minujín y Jorgelina Aruzzi, dos protagonistas en ascenso. | cedoc

La mentira tiene patas cortas, se suele decir. Pero Martín, el personaje que interpreta Juan Minujín en "La verdad", obra que acaba de estrenarse en la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza (funciones de miércoles a domingos), parece no darse cuenta. Hasta que el castillo de arena en el que vive se derrumba y empiezan los problemas. Que arrancan con las sospechas en torno a su relación con la mujer de un amigo (Jorgelina Aruzzi) y después se multiplican. Héctor Díaz y Valeria Lois completan el sólido elenco de esta comedia del francés Florian Zeller adaptada por Fernando Masllorens y Federico González del Pino que tiene el plus de contar con un director con mucho prestigio, Ciro Zorzoli (Las criadas, Tarascones).

Es una comedia, pero en muchos pasajes el clima se pone más denso, más áspero, más complejo”, asegura Minujín. “Toda la red de mentiras que arma Martín, el personaje que me toca, se va desarmando de a poco y eso provoca una gran crisis. El terreno donde jugamos es el de las relaciones humanas y el amor”, agrega el actor.  

“Martín va sufriendo modificaciones a lo largo de la historia. Sobre todo respecto del tema de qué decir y qué no decir para no lastimar a los seres queridos. Podría ser perfectamente una comedia dramática, pero elegimos que sea más divertida, le pusimos ese tipo de impronta”, aporta Aruzzi.

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“Hay una carga muy grande con respecto a este tema, yo siento eso –continúa Minujín–. Decir la verdad tiene un valor enorme. La verdad está del lado del bien y la mentira del lado del mal. Pero lo lindo de esta obra es que esa división está más borroneada y se pueden escuchar puntos de vista menos morales. Te hace preguntarte hasta qué punto está bien decir la verdad siempre, hasta qué punto es necesario, hasta qué punto el otro quiere escucharla. Es un tema más complejo de lo que parece. Y la obra pega unos cuantos giros narrativos que te llevan a mirar las cosas desde diferentes lugares”.

A partir de lo que fueron trabajando en los ensayos y reflexionando en las conversaciones con la prensa, cuenta Aruzzi, quien en breve también retomará su celebrado espectáculo Niní en el aire en el teatro Apolo, los integrantes del elenco fueron encontrando distintas puntas para entrarle al tema: “Capaz que uno debería tener una especie de medidor de mentiras. Si decís muchas mentiras para sostener algo, eso que estás sosteniendo seguro que es una mentira, pero mentir mentimos todos. Mentimos para actuar, para negociar, nos mentimos a nosotros mismos pensando que vamos a ser eternos. El tema de esta obra es qué les decís a tus seres queridos. Yo estoy a favor de decir la verdad si podés, pero hay gente que no puede, es inútil obligarse”.

Profesionales de larga experiencia, tanto Minujín como Aruzzi saben muy bien cuáles son las demandas del teatro comercial: se requiere dinámica y efectividad, más que experimentación. “Trabajás para un público, obviamente –sostiene la actriz–. Está claro que existen espacios diferentes y que en el circuito comercial hay menos lugar para la experimentación que en el off, donde igual es justo aclarar que muchas veces la gente se aburre”. Minujín acuerda con su compañera: “En el teatro comercial es importante la efectividad. Hay que tratar de lograr un equilibrio, de todos modos, un mecanismo que haga circular los sentidos de la obra y no deje afuera lo que queremos contar”.

Darle al público compromiso y alta calidad

La fuerte crisis económica que atraviesa la Argentina ha afectado notoriamente al sector teatral, incluso en la calle Corrientes, donde funciona el circuito de mayor convocatoria. No todo el mundo puede pagar hoy 900 o 1.000 pesos (el valor de la entrada para las funciones de La verdad). “Obviamente, la situación te genera un poco más de zozobra que en otros momentos –admite Minujín–. El contexto es crítico para todos. Estamos expectantes, pero lo que a mí me preocupa más es la situación general, más allá de lo que pase con la obra. Como hemos hecho en otras situaciones complicadas del país, la remaremos. Pero es cierto que hacía rato que no había una crisis tan importante. Igual uno no se detiene a esperar que pase la tormenta. La atraviesa como puede”. Aruzzi remarca que la Argentina de hoy le da pena y subraya que “es muy importante sentirse amparado por Gustavo Yankelevich y Pablo Kompel, que son dos productores muy serios, que no bajan una obra porque no vende entradas, que quieren mucho al teatro y a los artistas y que entonces se la rebuscan con descuentos y promociones para hacer las cosas más livianas. Yo entiendo muy bien el esfuerzo que representa hoy pagar una entrada, entonces se produce una comunión más fuerte con el público, porque salís a actuar sabiendo que esa persona que está ahí eligió esa obra y vos tenés la obligación de ofrecerle algo bueno, de calidad”.