ESPECTACULOS
Guionistas

Cuando la palabra vale más que mil imágenes

Los autores de las ficciones argentinas hablan sobre la manera de trabajar en el país, la falta del showrunner, la mala paga y las limitaciones. Opinan, entre otros, Esther Feldman, Erika Halvorsen, Marcos Osorio Vidal y Leandro Calderone.

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"El marginal 3". Quiroga se sumó a Underground en la tercera parte. / "El tigre veron". Chávez reza las palabras escritas por Osorio Vidal. / "Atav". Leandro Calderone, el coguionista del éxito de El Trece. / "Maradona". La biopic del Diez, en manos de Guillermo Salmerón. / "Entre hombres". Maggiori adaptó su propia novela para HBO. / "Pequeña Victoria". La idea original es de la guionista Halvorsen. | cedoc

Los guionistas son los que escriben las historias de las ficciones argentinas, muchas de ellas reconocidas con premios nacionales e internacionales, pero suelen pasar inadvertidos para el público. Dentro de la industria sus nombres aparecen en las aperturas casi de manera fugaz, y en Wikipedia, en las nominaciones de los premios. Son hombres y mujeres que dedican su vida a imaginar historias entretenidas volcadas en un papel para que después los actores provoquen suspiros, intriga, llanto y risas en el espectador. Para entender cómo es la labor de los guionistas, cómo lo viven, la situación actual del gremio, PERFIL entrevistó a Erika Halvorsen (Pequeña Victoria), Marcos Osorio Vidal (El Tigre Verón), Leandro Calderone (Argentina, tierra de amor y venganza), Ernesto Korovsky (100 días para enamorarse), Omar Quiroga (El marginal 3), Guillermo Amoedo (Tu parte del trato), Esther Feldman (Sandro de América) y Guillermo Salmerón (Sueño bendito).

Situación actual. “Los y las guionistas no somos valorados, es un mal que ocurre en la Argentina; no pasa en el resto del mundo, como México y Estados Unidos, donde trabajé. Los productores argentinos creen que las ficciones se crean por obra del Espíritu Santo, y que escribir un guión es algo sencillo. Somos ninguneados. Yo entiendo que el público no sepa nuestros nombres, pero en la industria sí te conocen y te das cuenta de que la valoración que tienen en el exterior por los guionistas es muchísimo mayor que la que tienen acá”, analiza Esther Feldman, autora de Sandro de América, y quien estrenó el viernes la serie mexicana El dragón para Univisión-Telemundo, que el viernes estará disponible en Netflix.

Ernesto Korovsky, autor de 100 días para enamorarse, sostiene que “yo no me siento mal por que aplaudan al títere y no al titiritero; creo que somos una parte que no se ve, la gente cree que un programa de una hora lo escribís en una hora. Se sientan frente a la tele, se sacan los zapatos, se meten en la historia... y vos no existís, y está bueno...”

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Omar Quiroga, coguionista de El marginal 3, da un panorama de la situación del gremio: “Lamentablemente estamos mal, al igual que el resto de la industria. Hay muchos colegas sin trabajo desde hace varios semestres. Desde 2016 casi no recibí propuestas de trabajo que no sean regionales. Antes me sonaba mucho el teléfono. Ojalá no fuera así, pero es innegable que el cambio de la política de fomento sobre el audiovisual achicó el mercado de guiones”.

Modus operandi. En Argentina, el proceso de creación de una ficción comienza con una idea que generalmente proviene de los productores ejecutivos de las empresas más importantes del país (Underground, Pol-ka, RGB, Pampa Films, Mediapro, etc.). Erika Halvorsen, la guionista y creadora del éxito Pequeña Victoria, reconoce que “los guionistas trabajamos por encargo”, aunque remarca que todos los autores tienen historias que acercan a los productores con el deseo de darles vida. “Me pasó con Pequeña Victoria –cuenta Halvorsen–, fue un voto de confianza de Daniel Burman, que me dio la libertad necesaria. De hecho, tuvimos varias versiones pensando en diferentes países posibles. Luego apareció la propuesta de Viacom de hacerlo en televisión abierta”.

En Estados Unidos, los guionistas tienen un peso mucho mayor en la industria. Además de haber consolidado hace décadas su propio sindicato (acá se rigen bajo Argentores), en muchos proyectos los autores llegan a ocupar el puesto de showrunner, cargo máximo de una producción. Leandro Calderone, coautor de Argentina, tierra de amor y venganza, marca las diferencias: “Un showrunner es alguien que tiene el control general del programa, desde la línea argumental y editorial de los guiones, la elección del casting, hasta el concepto general de una ficción, su estética. Por ejemplo, Matthew Weiner es el creador y showrunner de Mad Men, pero a lo largo de todas las temporadas hubo muchos guionistas y asistentes de guionistas que escribieron los episodios. Ese rol acá lo ocupan los productores, como Suar, Cris Morena o Sebastián Ortega. Los guionistas tienen diferentes grados de participación en esas decisiones. En mi caso, afortunadamente, con los productores con los que trabajé siempre fui muy escuchado respecto del casting y hasta en la música”.

Para Marcos Osorio Vidal, guionista de Apache, la vida de Carlos Tevez y El Tigre Verón, el sistema de showrunner “tranquilamente se podría aplicar en Argentina. Es posible e imprescindible. Me parece espectacular que un guionista tenga a cargo el desarrollo integral de una serie, pero la realidad es que no siempre un showrunner es guionista. Tampoco alcanza con saber contar una historia. Yo, particularmente, prefiero que mande el que mejor sepa contar. Sea guionista, director, productor o vestuarista”.

El escritor Germán Maggiori, autor de la novela Entre hombres, que HBO adaptó (coproducción con Pol-ka) para que forme parte de su pantalla en 2020, agrega: “Lo más interesante suele provenir de los writers’ rooms, eso habla de la importancia que le conceden en otros lugares al oficio de guionista, algo que se refleja en el poderoso sindicato que nuclea en Estados Unidos a la actividad y en los salarios que perciben, que están entre los más altos de la industria. Acá estamos lejos todavía”. “Es el trabajo peor pago de todos los escalafones, somos los que firmamos contratos más leoninos en términos de cesión de derechos y condiciones de trabajo, y sin embargo somos los más necesarios a la hora de empezar”, suma Feldman.

Halvorsen agrega: “Hace poco leí la biografía de Alberto Migré que escribió Liliana Viola. Se ve claramente cómo la figura del autor perdió poder. Entiendo que un autor con autoridad (valga la redundancia) es incómodo en un sistema de producción pero, por otro lado, creo que es lo que ahora piden las plataformas”. “A los guiones de Migré les decían ‘los guiones de hierro’: nadie podía cambiarles una coma, y acá desde los productores hasta los actores te cambian el guión, porque los actores estudian poco los libretos”, revela Feldman.

Limitaciones. Existen dos variables que pueden incidir en la labor de los guionistas: el rating y los anunciantes. En pleno rodaje de Tu parte del trato, la ficción que coproducen TNT, Pol-ka y Amaya Muruzabal, con Nicolás Cabré, Jazmín Stuart y Eleonora Wexler, el director y guionista, Guillermo Amoedo, afirma que no escribe sin miedo pero admite que “después los productores o el canal te piden que recortes algo, como bajar un poco la violencia o algunos temas que pueden ser polémicos”. Maggiori, también coautor de El Tigre Verón, remarca: “En general, el departamento de censura es competencia de los productores, que suelen estar más preocupados que nosotros, y con razón, por el público y los anunciantes”.

Feldman afirma que el rating ya no incide tanto en los guionistas como antes: hoy una ficción sale al aire con los capítulos cerrados o casi sobre el final de las grabaciones, como sucede con Pequeña Victoria, El Tigre Verón, El marginal. “Ahora se padece el ninguneo de horario; cuando no cumplís la expectativa de rating empezás a viajar por la grilla en horarios insólitos y podés salir a las 12 y media de la noche. Yo viví eso de ‘el rating de ayer bajó, entonces cambiame esta linea’. Es un padecimiento”. Korovsky admite: “Claro que el rating ceba. Saber que el programa funciona predispone de otra manera al momento de escribir”.

Guillermo Salmerón, autor de Sueño bendito, la biopic de Maradona para Amazon, confiesa que “no hay nada a lo que no nos atrevamos. Siempre trabajamos con mucha libertad. Yo no haría cosas misóginas, por ejemplo; tratamos con Silvina (Olschansky, su socia) de estar a tono con los tiempos que corren y el autor debe adaptarse a las problemáticas actuales”.