Con la muerte del Príncipe Felipe de Edimburgo a los 99 años, la mente vuela rauda a la forma en que The Crown presentó la vida de la reina Isabel II de Inglaterra y la de su consorte. De qué manera (según la exitosa ficción) se casaron y atravesaron unos 50 años de matrimonio (hasta la actual cuarta temporada), demostrando el importante rol que desempeñó en la monarquía británica de las últimas siete décadas.
Interpretado sucesivamente por Matt Smith y Tobias Menzies, en la quinta temporada será corporizado por el gran Jonathan Pryce, quien supo ser Perón en Evita y Bergoglio en Los dos papas. Siempre frío y distante, un dandy elegante y buen mozo, Felipe fue madurando junto a su mujer, según indica la obra de teatro en el que se basó la serie, The Audience.
Fue Isabel quien lo eligió como marido. Elegante con su atuendo militar, compuso junto a su esposa la pareja de oro de cara al mundo cuando reemplazaron al rey Jorge en una recorrida por el Commonwealth.
73 años juntos: la historia de amor de la reina Isabel y Felipe de Edimburgo
Así vimos cómo, desde el comienzo de su relación, intentó imponer su influencia en la reina y cómo ella se esforzó por darle un lugar destacado. Sin embargo, en un tira y afloje que la serie explota muy bien en las primeras temporadas, se ven las desavenencias que generaron en el matrimonio la personalidad arrogante de un hombre que fue criado para ser monarca y se deja entrever algún desliz extramatrimonial.
Incluso se lo ve en largos viajes (durante meses) en solitario o acompañado solo por hombres, escapadas buscando una realización personal que su cargo de príncipe consorte no le brinda y hasta sintiéndose preso dentro de la vida de compromisos reales. También fue protagonista de algunos escándalos, rápidamente tapados por la inteligencia real.
Como aviador avezado, fue miembro de las fuerzas armadas reales, fue el primer interesado en la carrera espacial y en la llegada del hombre a la luna, mientras cuestionaba la escasez de sus logros personales. Un deportista nato y entusiasta en la juventud, más afecto a las competencias que a las ceremonias oficiales, luego vimos un cambio radical a medida que fue madurando.
Su costado más vulnerable quedó presente con la aparición en la corte de su madre, una mentalmente delicada Alicia de Battemberg, que falleció en el palacio de Buckingham y puso en evidencia los conflictos de su niñez. Y el lado más fuerte aparece en todas las ocasiones en que influye en sus hijos mayores, Ana y Carlos, instándolos a abrazar los deberes monárquicos, algo que de joven rechazaba.