ESPECTACULOS
Backstage

Donde nacen las escenas de ‘Educando a Nina’

PERFIL se metió en los estudios en que Griselda Siciliani, Esteban Lamothe y gran elenco producen la ficción local más vista de la televisión. Las intimidades de las grabaciones.

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ACCION. Renzo (Lamothe) y Nina (Siciliani) se piden disculpas y terminan a los besos. Maana, el encuentro Nina y Mara. | Pablo Cuarterolo

Todos los decorados de interiores que se ven en Educando a Nina están dentro del Estudio 4 en Teleinde, propiedad de Telefe en Martínez. PERFIL ingresa a la ya famosa La Pensión para ver la primera escena –post parate de almuerzo– en el cuarto de Nina. Griselda Siciliani y Jorgelina Aruzzi, es decir las superamigas Nina y Susy Ximena, toman unos mates y repasan la letra subrayando los guiones antes del primer ensayo. Un caloventor escondido debajo de la cama de Nina contrarresta apenas el frío. Mientras esperan el “acción” del director, Siciliani cuenta una anécdota graciosa en que una amiga termina corriendo como Eva por un campo escapando de una situación embarazosa. Nueve personas la escuchan y ríen a carcajadas tras el remate: son tres cámaras, dos microfonistas, un asistente de dirección, la apuntadora y dos maquilladoras. En total, cincuenta personas que trabajan todos los días en jornadas desde las 8 hasta las 18.
Siciliani es la actriz que más escenas graba por día –un promedio de 19– pero además es el imán estrella del set. “Y la más mimada”, reconoce el equipo de la tira.
Detrás del decorado, varias nenas sacan fotos con smartphones y tablets. Cuentan que son “recontra fanáticas” de la comedia y sus padres aprovecharon para que visiten el set en las vacaciones de invierno. Gala (11) y Lola (7) son las hijas de una maquilladora del noticiero del canal. “Me gustan las canciones de Nina, me redivierten, y me río muchísimo con los gestos que hace”, dice la hermana mayor. Siciliani, en un alto de grabación, da su análisis a PERFIL: “Yo siento que los más chicos se enganchan más con Nina, porque es muy blanca e inocente, y los más grandes con Mara, porque es la más pasada, la que puede tener cosas más zarpadas y la doble lectura”. Justo cuando en el capítulo de mañana se encontrarán las dos por primera vez. Aruzzi dice que la química con Griselda fue desde el principio y que excede lo profesional: “Hablamos mucho de nuestras hijas y a veces las traemos acá el mismo día”.  
Uno de los momentos más esperados por el público en estos primeros tres meses de aire fue el encuentro de amor entre Nina y Renzo (Lamothe). “Detrás de cámara estaba todo el equipo de exteriores. Fue en una cabaña en el Tigre, la grabamos en varias partes, unas siete veces para hacer los dos capítulos”, cuenta la mujer de Adrián Suar y revela que debieron repetir la escena de sexo en más de una oportunidad. “Estéticamente, tienen que ser más bellas, los planos bien dirigidos. La única vez que estuvimos casi solos fue con la cámara de 360 grados, si no salían en el plano. Queríamos mostrar y lucir la locación, que de verdad era una cabaña en el medio de la nada”, suma Griselda.
Aruzzi entra en escena. Luce un vestido negro, ajustado y con un ostentoso escote. Los técnicos la piropean sin tapujos. Ella contesta: “Tengo menos levante que una máquina de peluches”. La primera pasada del ensayo es sin la tonada cordobesa graciosa de Susy Ximena y la segunda ya sí con la supervisión de la apuntadora, Natalia, y del coach de tonada cordobés, Miguel Israilevich. “Con los actores empecé a trabajar dos semanas antes de empezar a grabar, muy cerca de la fecha. Les di unas reglas del acento y luego les cambié modismos, retocando cosas del sentido del humor cordobés”, dijo Israilevich, además actor y director, nacido en Córdoba capital. En el estreno de la tira, hubo polémicas por el acento y muchos cordobeses descargaron su furia en las redes sociales. “Mis amigos y familiares de allá (de Córdoba) lo reaprueban”. Aruzzi reconoce que “hacer el acento cordobés fue una de las cosas más difíciles en mi carrera” pero que Pablo Culell y Sebastián Ortega la convencieron. “Me costó muchísimo, miraba cosas en YouTube y escuchaba músicos cordobeses. Ahora ya estoy cómoda”.
Siciliani y Aruzzi están sentadas en la cama donde Susy Ximena le cuenta que vio a Mara, la gemela de Nina. Nina le confiesa que le va a preguntar por su verdadero origen, algo que nunca se animó. Para descomprimir, Susy le cuenta un chisme mientras Nina le sostiene el cepillo del pelo como si fuera un micrófono. El asistente de dirección le pide que haga un gesto como si se lo fuera a comer. “Ay, fue mi inconsciente”, agrega Aruzzi al texto del personaje y llueven risas de todos los costados. “Hay mucha improvisación pero sin irnos de la escena y del libro”, reconoce el director Mariano Ardanaz, quien maneja la delgada línea de contar una comedia que atrape a chicos y a grandes. “Nos cuidamos mucho con el tema de las palabras y gestos. Y Sebastián (Ortega) es quien más está pendiente del humor escatológico. Nos dice ‘ojo con esto’, ‘esto no me gustó’, etc.”, admite Ardanaz, empleado de Underground. “Hay que medir lo que hacemos. Es un programa para toda la familia con personajes de color para grandes y chicos”, suma Lamothe, el galan de la telenovela pero que graba la mitad de escenas que Siciliani.
La transformación de Griselda de Mara a Nina demora una hora entre maquillaje, peinado y vestuario. A las 8, la actriz ingresa en su camarín y a las 9 debe estar en el piso para grabar la primera escena de la jornada. Clara es la maquilladora que sigue de cerca a Siciliani. “Nina es toda rosa en la sombra y labial, más barrial. Mara es más delineado negro, boca roja, con más glam”, cuenta la maquilladora. Entre escenas la retoca, le trae un té, y cuenta que miman mucho a Griselda. “Sobre la escena de sexo usamos pocas sombras. Cuidamos la piel. Por suerte, es una chica fácil porque no tiene problemas de piel”, agrega. La vestimenta de Susy Ximena la propuso el mismo Ortrega. “En una reunión me dijo: quiero que seas una bomba sexy”, se ríe Aruzzi.
Reina un clima agradable entre los técnicos y los actores. “Le vaya bien o le vaya mal al programa, entre los técnicos siempre tenemos buen clima, hagamos sesenta puntos de rating o cero”, dice el microfonista Gustavo Coronel. El camarógrafo César Sánchez escucha y admite: “Te soy sincero, mejora muchísimo el humor si mide en rating, y por suerte la novela va bien”. “Estamos contentos del rating que hacemos. Yo quiero que le vaya bien. Después, si les ganamos a otros programas, no estoy pendiente de eso”, afirma Lamothe mientras espera detrás de una puerta grabar un encuentro con disculpas entre Renzo y Nina. “Tenés el kiosco abierto”, le advierte Griselda. El actor se alista mientras que los técnicos halagan la figura de la actriz. En una sola toma, los ex compañeros de Farsantes logran el clima perfecto de una escena que termina con beso.