Muy delgado, contenido, como severo, Zuhair Jury pertenece al grupo de los que saben escuchar más que ser escuchados. Para expresarse, elige la literatura y el cine: autor de cuentos y guionista de su hermano menor, Leonardo Favio, en este momento está filmando El piano mudo, su quinta película después de El fantástico mundo de María Montiel (1978), La mayoría silenciada (1986), El largo viaje de Nahuel Pan (1995) y Tobi y el libro mágico (2000).
Durante cuatro meses, Jury dialogó con el pianista Miguel Angel Estrella para poder escribir su historia y armar el guión del film. “ Se trata de una personalidad muy particular, tan grande músico como un inmenso humanista, además de ser un peronista de la mejor factura y un militante de la época de la dictadura”, dice el director. Contará la vida del artista desde su nacimiento en Vinará, un caserío en Santiago del Estero, a 40 kilómetros de Tucumán, hasta el presente con su fundación Música Esperanza y el cargo de embajador de la Unesco. Pero el nudo central del film es el período en que fue preso y torturado por la dictadura de Uruguay a fines de los sangrientos años setenta, horror del que sobrevivió gracias a la presión internacional. “ La Corona británica le envió un piano pero cuando se lo entregaron estaba destrozado y sólo le quedaba el teclado mudo: una burla satánica. Pero un músico de su dimensión puede ejecutar sintiendo lo que está tocando”, cuenta Jury sobre el título de su película. “ Aunque no me gusta el racconto como recurso para narrar, esta vez lo uso –explica– porque él podía evadirse de la tortura con su imaginación, podía estar en otro lado, por eso me permito así regresar a su infancia.”
Desde el 8 de enero, la filmación se realiza en Amaicha, una zona de serranías y desiertos en Tucumán, donde cuentan con el apoyo del gobierno de la provincia. “ Desde arriba hasta abajo, han colaborado con nosotros. Especialmente, el director de la cárcel, Ernesto López Salas, un hombre sensible y humanista que permitió que los internos participaran en el film. Fue un soplo de vida. Conocen a Estrella porque ya fue a tocar allí, por lo menos dos veces”.
Producida con fondos del INCAA más el apoyo español, el actor protagónico es Sebastián Blanco Leiva –alumno del director Carlos Gandolfo que quedó a cargo de su escuela– mientras que el resto son todos actores tucumanos. Con sinceridad, Jury dice que la idea del film partió de una proposición de Claudio Ramos, el hijo de Julio, el fallecido fundador de Ambito Financiero: “ No soy de tomar ideas de terceros, trabajo sobre mis propios fantasmas, pero como la vida de Miguel Angel tiene que ver con lo que me es afín, la tomé para desarrollarla. El que se titula ‘director de cine’ solamente es un técnico. Pero el arte no es un oficio, es un suceso de creación, tiene que estar hermanada la historia con quien va a contarla. El director es también guionista o por lo menos debe participar activamente en la historia. Por ejemplo, yo no podría hacer una historia clasemedista porque no sé reflejarla ya que me formé en la clase popular”.
—¿Este film es afín al actual momento político?
—Esta historia empezó 8 años atrás, cuando nadie imaginaba a un presidente que dispusiese la dignidad y la justicia, y las instalara. Nunca imaginamos que nadie podría restañar esas brutales heridas. Me siento identificado con este gobierno y esta revisión de los genocidas. Quiero estar a la altura de la vida que trato. No espero nada más, que se diga que “es un film respetable”.
—¿Qué le gusta del actual cine argentino?
—Estoy muy desactualizado pero Caja negra, de Luis Ortega, es una obra trascendental, uno de los filmes más conmovedores. Pablo Trapero también me parece maravilloso.
—¿Es difícil hacer cine en este país?
—Lleva mucho tiempo hacer un film, y mis temas pueden no ser redituables. No estoy para mercados de entretenimiento e historias baladíes. Ni nunca supe de relaciones públicas.
—¿Cómo está Favio?
—Compaginando su última película (El romance del Aniceto y la Francisca, en versión ballet). Y está bien de salud