Falta muy poco para que Cosa de minas, el exitoso espectáculo que protagoniza, llegue a su décima temporada. El número redondo sería ideal para una celebración, pero Dalia Gutmann no quiere saber nada: “Ya tengo la necesidad de pasar a algo nuevo –explica–. Me encanta hacerlo, me dio muchas satisfacciones, pero siento que tengo ponerle un cierre. Estoy empezando a pensar en el show que voy a hacer el año que viene. Primero voy a viajar un poco más con Cosa de minas, pero ya lo estoy despidiendo”, agrega esta pionera del stand up que además, está a punto de editar un tercer libro (los otros son Entregada al ridículo, al que siguió uno titulado también Cosa de minas) y de aparecer nuevamente en la cuarta temporada de La culpa es de Colón, ciclo del canal Comedy Central del que también son parte Fernanda Metilli, Malena Guinzburg, Connie Ballarini y Natalia Carulias.
En su celebrado show, que ahora tiene funciones veraniegas en el Teatro Roxy Comedy de Mar del Plata (San Luis 1750), Gutmann hace catarsis a través del humor, suma videos y canciones y, fundamentalmente, consigue una inmediata identificación del público femenino, la clave de un éxito que la llevó a recorrer buena parte de la Argentina y que también pegó en Ecuador, Perú y Uruguay.
¿Hay riesgo de repetirse después de tantos años? Ella asegura que no: “Es un espectáculo que va cambiando todo el tiempo –sostiene–. Al ser un unipersonal, me puedo tomar esas licencias. Lo que se mantiene constante es la esencia, y eso es lo que le da frescura. Yo hablo desde mi lugar de mina sin ningún tabú, sin sentirme reprimida, sin que me dé vergüenza nada. Traslado al escenario todo lo que charlamos las mujeres entre nosotras”.
—¿Hiciste cambios importantes en cada temporada?
—El espectáculo que hago hoy es diferente al que hacía cuando empecé. Capaz que repito temas, pero busco otras observaciones sobre esos temas. Es natural que sea así porque en todos estos años también cambié yo, cambió mi vida, me pasaron muchas cosas... Siempre estuve muy atenta a esos cambios. Y una particularidad que tengo como comediante es que yo no trabajo con un texto escrito. Sé muy bien lo que quiero decir, pero lo digo en cada show con las palabras que me salen ese día. Así que si alguien ve dos veces el espectáculo, probablemente note cambios. Y si vino hace cinco años, va a encontrar un show completamente distinto.
—En todo este tiempo se produjeron muchos cambios impulsados por el feminismo. ¿Cómo incidió eso en vos y en tu show?
—Todos estamos repensando todo, ¿no? Yo me he replanteado dónde me quiero parar como mujer porque pensaba que el mundo era de una manera y, gracias a un montón de mujeres que empezaron a levantar la voz, vi que son de otra muy distinta. Trabajando en este medio, capaz que algunos tipos te tiraban onda y vos no sabías bien qué hacer. Había que hacer todo un invento para que el otro no se sienta dañado, para que no se ofenda si le parabas el carro. Por suerte, esos límites están empezando a quedar más claros. Yo estoy aprendiendo un montón. Y creo también que tenemos que ser más indulgentes cuando juzgamos porque todos estamos aprendiendo. Es un cambio cultural que nos atraviesa a todos, hay que tener paciencia. Va a generar resistencias, obviamente.
—¿Hay algún tema con el que no hacés humor?
—Cuando hacés humor, siempre alguien se ofende. Primero eso. Pero yo no tengo tantos problemas porque nunca tuve un humor teñido por alguna discriminación. No soy moralista, pero me parece que hay temas con los que hay que tener más cuidado. Reírse de la elección sexual de una persona me parece mal, por ejemplo. Y antes eso era bastante común. O el remate con el culo de la mina... No da eso, muchachos, busquemos otros recursos. Pero igual no soy la policía del humor, ¡ojo!
—Hiciste teatro, radio, televisión y cine. ¿Te gusta todo por igual?
—Me gustaría hacer algo más en cine. Pero la verdad es que el medio no es lo más importante. Cine, radio, podcast, tele... Medio que es todo lo mismo. Lo importante es quiénes son tus jefes y tus compañeros. Es fundamental con quién estás. Importa la gente, no el lugar.
Una pareja divertida
A la hora de hablar de referentes o colegas que admira, Dalia Gutmann dice que tiene muchísimos acá en el país y que casi todos son buenos amigos. Puesta en la obligación de elegir a uno, se inclina por Martín Pugliese: “Es un buen comediante, un buen actor y un buen bailarín –opina–. Y tiene un manejo notable del cuerpo, algo que es importante para un buen stand up. En líneas generales, el humor que a mí me gusta es el más visceral. Tengo que notar que la persona que hace el monólogo tiene muchas ganas de hacerlo. Por eso cuando me aburro de un material lo saco de la rutina, porque eso se percibe enseguida. Hay que tener algo para decir. Algo novedoso, único”. En pareja con el conductor radial y también comediante Sebastián Wainraich hace más de 15 años, Dalia asegura que con él de trabajo hablan poco y nada. “Nos llevamos bien como pareja y como padres de nuestros hijos, pero en lo laboral nos manejamos siempre de una manera muy independiente, estamos más cómodos así. Sería mucho incluir también al laburo. Lo importante es que nos seguimos divirtiendo juntos”.