La temporada de lírica 2018 del Teatro Colón iniciará el cierre de la programación anual con la ópera Norma, de Vincenzo Bellini, a partir del próximo domingo 2 de diciembre (serán cuatro funciones: 2, 4, 5 y 7). Una de las obras cumbres del bel canto, estrenada en la Scala de Milán en 1831, en esta oportunidad cuenta con dirección de escena del argentino Mario Pontiggia, quien acumula la mitad de su vida viviendo en Europa.
—Maestro, con tanta experiencia y reconocimiento, ¿cómo vive la previa al estreno?
—Hay expectativas, más en este momento que es una situación particular, porque debido al evento del G20 nosotros vamos a hacer una general el 25, con un estreno el 2, y van pasar varios días, lo que nos lleva a hacer una especie de ensayo intermedio que más bien es un ensayo técnico. Estamos trabajando con tiempos estrechos, pero hay que decir siempre que en esta casa en la que me eduqué y estudié hay excelentes profesionales. Es gente que sabe hacer bien su trabajo y tienen ganas de hacerlo. Es obvio que cuando uno empieza un estreno son nervios distintos que después de 37 años de carrera. Hoy no son nervios, son inquietudes, de intentar hacer todo lo mejor.
—¿Cómo definiría usted esta puesta de “Norma”?
—Todos siempre quieren saber si es moderna o es clásica. Es una producción tal como fue planteada por los escenógrafos. Las producciones anteriores que hice de Norma no tienen nada que ver con lo que estoy haciendo acá. Era una produ-cción totalmente distinta, otros espacios, otros contextos. Acá necesitaban una producción que reúna ciertas características técnicas, una producción enorme que tuviera más facilidad de montaje, y me hicieron la propuesta de trabajar con telas pintadas, con telas montadas sobre bastidores, con una idea de un decorado bastante acromático, naturalístico, pero sumamente simple. Al ver el material de vestuario pensé que lo mejor era darle a Norma una mitad de la tragedia griega clásica y el romanticismo de mitad del 19. Es una obra única. Por momentos en que podría ser Medea y otros momentos es visceral. El espacio es despojado, con pocos elementos que van cambiando. Concentré todo en un mundo femenino.
—Hace 12 años realizó la célebre ópera “Boris Godunov” que cerró el Colón para refaccionarlo, ¿cómo encuentra el hoy elegido mejor coliseo del mundo?
—El edificio tiene un valor histórico patrimonial muy importante y además, para quien no tuvo el placer de trabajar aquí tiene un valor mítico. Hay muchísimos cantantes internacionales que dicen “me encantaría ir al Colón”. El Colón es el sueño del emigrante hecho realidad. Para los europeos el Colón es el triunfo del arte lírico en Sudamérica. El Colón es un emblema mítico en la ópera mundial y los que todavía no pudieron aspiran venir a cantar algún día. Tiene una herradura mucho mejor que otros teatros del mundo. Es un teatro de óptima orquesta, óptimo coro, y todo el personal y equipo técnico son muy competentes, trabajan en contextos y situaciones estresantes que sin embargo, lo hacen con una sonrisa. Acá la realidad cotidiana no es la que uno esperaría por diversas circunstancias, pero aun así se sacan las cosas adelante dando lo mejor.
Adoración por Federico Fellini
A Mario Pontiggia se le dibuja una sonrisa al recordar la película que más representa –según su criterio– a la ópera y a la música clásica. Y no duda en la elección. “Adoro a Fellini por Y la nave va. Es una película muy morbosa de esta gran diva que llevan sus cenizas al mar, que es lo mismo que hicieron con Maria Callas tiempo después, donde todos los colegas de la época, los rivales, acompañan este viaje y después en el ensayo final donde hace esta especie de réquiem en honor a la diva. Creo que Fellini acertó netamente con un aspecto que es muy gracioso de nuestro mundo, que la gente no lo aprecia porque hay que aprender a reírse, y hay que aprender a no ser paranoico en el mundo de la ópera y poder reírse de situaciones absurdas. Después de todo, somos los únicos privilegiados que podemos jugar todos los días. Nosotros jugamos todos los días a hacer cosas que en la vida real no hacemos, no matamos gente, no morimos, y tenemos varias vidas con nosotros, y debemos tener ese espíritu de gozar del trabajo.
En Y la nave va todo eso está. Incluso Fellini, que es grandísimo, ha hecho muchas películas musicales y cuando le propusieron hacer una puesta en escena de una ópera le dijo que sabía cómo hacerlo. Pero al mismo tiempo, hace una famosa prueba de orquesta donde hace una paráfrasis entre el mundo político y un ensayo de orquesta donde todos se pelean. En Y la nave va tiene la mirada irónica del absurdo de muchas situaciones de partes mezquinas y cómicas de esta profesión.