Calificación: Buena.
Eugéne Francois Vidocq (1775-1857) fue un personaje real. Un ladrón y aventurero romántico y sanguinario, capaz de huir de todas las cárceles. Dueño de una memoria prodigiosa, conocía al detalle la vida de aquellos que cómo él sembraban el terror en la sociedad francesa del 1800, también fue un dedicado artesano en pulir sus métodos de estafa. Luego de enmascarar su identidad en distintas profesiones: vendedor de telas, comediante, terminó convirtiéndose en el creador del departamento de Seguridad del Estado francés.
Personaje que sedujo a Poe y Victor Hugo, no es casual que el escenario de época en que se ubica el film tenga relación con el París de la novela Los miserables. Depardieu lo llevó al cine en 2001, pero es quizás esta versión de Jean-Francois Richet la que consigue cautivar al público con esta tesis de policial oscuro, el que con su dosis de romanticismo y efectistas escenas de sangre, cuerpos destrozados, mugre y barrocos salones de palacios, dan una apretada síntesis de ese hombre convertido en leyenda.
El film es una libre semblanza de este precursor del policial negro francés, que con su dotes de conquistador logra que durante el Imperio Napoleónico pase de ser acusado de criminal a convertirse en informante de la policía y acceder al despacho de Fouché. Este era un político experto en espionaje que colaboró con Napoleón, quién personificado por Fabrice Lucchini y junto a Vincent Cassel se roban algunas de las mejores escenas del film, en diálogos y descripciones sobre cómo veía el Estado al pueblo francés, capaz de reclamar sin descaro los zapatos de María Antonieta cuando fue llevada a la guillotina.
Cassel y Richet habían trabajado juntos en la serie Mesrine y de esa relación el cineasta consigue una de las más impactantes interpretaciones del francés.
Los textos históricos señalan que Vidocq fue el primero que creó una metodología criminalística que fue puliendo el sistema policial del Estado. Pero la intención de este film es contar un relato policial contundente, durante la construcción del Arco de Triunfo, en el que no falta su costado romántico, con las atractivas presencias de Olga Kurylenko y Freya Mavor.