Veintiún años después, Tanguito y Mariana vuelven a hacer el amor en la terraza del Teatro Colón, retorna el incipiente rock nacional de los 70 refugiado en antros porteños que escapaban de los militares represores de Onganía, y el hit El amor es más fuerte. Regresa aquella militancia de jóvenes que daban la vida en contra de la violencia de Estado. Por un ideal. Vuelve la frase: “Nada se compra y nada se vende” que decía Tanguito una y otra vez y que los espectadores recibían como flechazos cuando en Argentina se vivía el clímax del menemismo. Vuelve, pero en HD y remasterizada, Tango feroz: la leyenda de Tanguito, ópera prima de Marcelo Piñeyro, uno de los éxitos de taquilla cinematográfica en 1993 y de la historia del cine nacional, que será reestrenada el próximo jueves.
Tanguito es Fernán Mirás, y Mariana es Cecilia Dopazo. Eran dos jóvenes actores en aquella época en que gozaban de la impunidad de los 23 y 22 años, mostrándose como Adán y Eva sin pudor en la pantalla grande. Dos décadas después, la vida los encuentra casados, padres, estabilizados y con una visión formada respecto de la sociedad de aquellos momentos y de los actuales.
—¿Cómo lidiaron con el éxito siendo tan jóvenes?
Miras: Me veo tan pendejo que digo: “Bastante bien la manejamos. Era un nene”. Fue un quilombo, un estresazo, lo que pasó.
Dopazo: Muerta de miedo. Todos querían un pedazo nuestro: contratarnos para publicidades, presencias en boliches o eventos, hacer notas. Eso era presión. Viajamos al extranjero, Francia, San Sebastián, festivales, haciendo conferencias de prensa a los 22. ¡Como si a esa edad tuviésemos algo importante para decir! Me llamaron para hacer la tapa de Playboy. Y yo decía: “¿Hello? Yo fui al Conservatorio de Arte Dramático. ¿Qué me estás diciendo?”.
Cecilia Dopazo cuenta que su marido, el director de cine Juan Taratuto, con quien tuvo dos hijos, Santino (13) y Francisco (10), está editando mañana, tarde y noche Papeles al viento, la película que filmó con Diego Torres, Pablo Echarri, Pablo Rago y Diego Peretti. “La vi, quedó divina. La estrena en enero”, dice. Fernán Mirás protagoniza Viudas e hijos del rock & roll en Telefe (ver recuadro) y convive con su mujer, María Amelia, y sus tres hijos: Santiago (6) y los mellizos Sofía y Sebastián, de 2 años.
—Cecilia, ¿harías un desnudo en la actualidad?
D: No. Soy madre y en primer lugar están mis hijos. Sí haría algo sutil, que se dé a entender, pero no volvería a hacer como en la película. Mis hijos están en una edad en que sería complicado para ellos que vean a su madre haciendo eso. Cuando sean grandes no me dará pudor. Es una de las cosas más importantes que hizo su madre. El tema es que tienen que tener cierta madurez que aún no tienen.
—El film retrata la militancia de los 70, ¿en qué se comprometieron con Tanguito en ese momento?
D: El contexto de la película era todo lo contrario a lo que planteaba el menemismo: pizza y champagne, tener el Audi, sos persona en tanto tenés, que hay que acomodarse porque las cosas no iban a cambiar. Y eso hizo que fuera muy sorpresiva.
M: Era una película que decía que todo no se compra y todo no se vende en una época en que ese discurso no vendía nada. La bajada de línea era lo opuesto. Se estrenó y a la semana la crítica la trató más o menos, todos pensaban que iba a durar poco tiempo, y a las dos semanas explotó y nunca paró. Se creía en la película, en un ideal, y los padres que vivieron los 70 pudieron compartir eso con sus hijos.
—Los jóvenes volvieron a militar con el kirchnerismo de manera activa. ¿Qué ven de aquellos jóvenes en los actuales?
M: Recuerdo a Piñeyro tratando de explicarnos al elenco qué carajo era la militancia. No sabíamos qué era. Y hoy en día un pibe de 17, los que conozco, si no militan saben lo que es. Recuerdo que, cuando explotó, dos periodistas muy famosos de derecha dijeron: “Pretenden mandar a toda una generación nueva al matadero”. Más que una opinión era una amenaza así: “Si sos joven y la mirás te vamos a matar”. Fuerte.
—Hay similitudes y diferencias, ¿no?
D: Sí, hace unos años empezó con Néstor y con la posterior muerte de Néstor, pero hay una gran diferencia: aquellos jóvenes luchaban contra una dictadura, contra la aceptación de la violencia de Estado, el horror más grande que puede haber, que iba en contra de los derechos humanos. Es una diferencia abismal. Con el kirchnerismo podés estar a favor o en contra, pero no hay una violencia ejercida como hubo en esa época. En ese caso te jugabas la vida militando; hoy por hoy no se juegan la vida. Hay un abismo de diferencia.
M: Hace seis años iba para el teatro, caminaba por Callao, y venía una marcha de pibes de 17 años. Iba atrás de ellos muerto de envidia; un pibe quería levantarse a una piba hablando de 6,7,8 y me remitía a aquella época. Me parece maravilloso, hace instalar la discusión política.
—¿Cómo ven al país hoy?
D: Estoy incómoda en el país, tuve la posibilidad de ir a Europa el año pasado y sentí una cuestión orgánica: se me aflojó el cuerpo, se me aflojó caminar con la cartera por las veredas, se me aflojó el tema de cruzar la calle con los chicos, los autos paran, acá caminar con una cartera es casi imposible, allá hay reglas claras que se cumplen, y si bien pobreza hay en todos lados, no vi tanta como acá. Es triste. Incluso en Madrid, que desde hace ya un tiempo están viviendo una crisis muy grande, con mucha desocupación, y no se puede comparar con lo que sucede desde hace muchos años acá. Lo de la gran ciudad es algo espantoso, la capital y la ciudad, que vas pasando por la autopista Illia y ves cómo va creciendo la villa (31), que ya no se puede tapar con nada y que va a tapar la autopista y nadie hace nada. Veo que hay mucha pobreza, no sólo en la Capital. Hace tres semanas estuve en Jujuy y pasa lo mismo. Y te dicen: “En las provincias se vive dignamente”, y eso es mentira, mentira. Se vive horrible. No hay que maquillar que sólo está en Capital. Estoy triste, alarmada, preocupada.
M: Yo pienso exactamente lo contrario a Cecilia. Estoy feliz con el país que veo, lo que hace Latinoamérica como región, equilibrando un poco más las cosas contra el poder económico. Una cantidad de cosas que pensé que durante años nunca iban a pasar, como que la política dominara la economía, más allá del problema de la inflación, la realidad de mi empleada doméstica, trabajos vinculados a las clases bajas, cambiaron para bien. Uno ve lo de los fondos buitre, más allá de la situación que pasa Argentina, que hasta apretaron a Obama, y son poderes que están ahí siempre esperando para mandar ellos, y me preocupa esa pelea, pero me siento feliz porque al país le va mucho mejor que hace diez años, por lo que se hizo por los derechos humanos, por el hecho de que existan las paritarias y sindicatos que protegen a los trabajadores.
Nostalgia de los 80
—¿Les dijo Piñeyro por qué los eligió en 1992?
D: Hace poco lo supe, y terminé llorando. Marcelo dijo que a Fernán lo había visto en la obra Cuba y su pequeño Teddy y quedó totalmente flasheado. Después lo vio en El protagonista con Oscar Martínez. Fernán era uno de los mejores actores de su generación, y no era popular. Fue el mejor del casting por lejos. Yo fui a un casting abierto recomendada por Alejandro Doria, y se presentaron todas las actrices conocidas de mi generación. Fui, hice una escena, pasé, hice una más comprometida, y quedé.
—Graduados fue un éxito con los flashbacks de los 80, y ahora pasa en Viudas e hijos del rock & roll. Radio Aspen 102.3, la radio de los clásicos, creció muchísimo, y en cine reestrenan Tango feroz. ¿La gente que lo consume cree que todo tiempo pasado fue mejor?
M: Una historia de hace cinco años no te cambia mucho, pero una historia de hace veinte o treinta años te hace mirar tu vida, pensar sobre el paso del tiempo, te pone en perspectiva. La radio de clásicos funciona porque la música de esa época era muchísimo mejor que la de ahora.
D: Tal cual. El otro día escuchaba Aspen y pensaba: “No volvió a hacerse esta música”. Por algo los Beatles se siguen escuchando. La ficción tiene el gancho de volver a valorizar, y escuchar esas canciones te divierte, te genera humor, da una nostalgia de la buena y atrae a una generación a ver televisión.