Los primeros números van llegando. Pero lo cierto es que nunca se había visto algo así: cadenas de cine que deciden no cerrar y mostrar durante 24 horas una película, un teatro en una première mundial con siete de los diez actores y actrices mejor pagos del mundo llorando y aplaudiendo a un productor de pie y el mundo obsesionado con algo que antes, hace 11 años nomás, era un consumo de una parcela de la sociedad global. Se sabía desde el estreno de Avengers: Infinity War que su secuela, la recientemente estrenada Avengers: Endgame, vendida como el final de los primeros 21 films con los que Marvel cambió Hollywood para siempre desde el estreno de Iron Man, en 2008, sería un éxito. Uno excepcional. Pero ha devenido un evento único, que redefine la cultura pop mainstream: allí donde antes reinaba el director, hoy lideran el marketing y la producción. No es ninguna novedad la forma en que domina esa fórmula en Hollywood, pero sí lo es bajo la figura de Kevin Feige, el Stan Lee de Marvel en el cine. Kevin Feige, el cerebro de Marvel a la hora de contrataciones, planes y películas a futuro, es celebrado más que Robert Downey Jr., Chris Hemsworth o Chris Pratt (tres actores que Marvel puso, o volvió a poner, en el mapa y en ranking Forbes de ganancias globales). Marvel es la empresa, la cruzada, más exitosa desde Star Wars. No por nada la saga galáctica posee 9,3 mil millones de recaudación global y Marvel, 18,6 miles de millones (OK, posee casi el doble de películas con sus hoy 22 films). Marvel es la franquicia pop más exitosa de la historia de Hollywood. ¿Por qué eso es un riesgo para el cine?
Incluso en esa afirmación sobre el éxito de Marvel, en ese suceso, hay una prueba de fuego para la película que batió todos los récords de entradas anticipadas en el mundo: ¿puede Endgame superar la barrera siempre soñada de los mil millones de recaudación en tan solo su primer fin de semana en cartelera?
Esa es la gran duda de Hollywood, la gran prueba de Kevin Feige y el real suceso que puede poner a Endgame como norte y línea de llegada de un modelo de entretenimiento enorme, más cercano a una serie gigante que se desarrolla en el cine. Claro que es un modelo que ya se ha intentando replicar (allí están los fracasos de Warner y sus superhéroes de DC) pero que, a la luz de los resultados más recientes, puede reflotar nuevamente como obsesión en sus contrincantes.
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El modelo de Marvel es único, aunque difiere apenas del formato de dominación cultural actual que vemos jueves a jueves (estrenos enormes, que en pocas semanas deben triplicar su costo de producción y de marketing, generalmente basados en franquicias pop que ya circulan en diferentes generaciones). Avengers: Endgame viene a confirmar el éxito de ese modelo y a cerrar un ciclo. Sí, está el factor geek, de cariño global a personajes como Iron Man, Capitán América, Thor y así la lista de usinas de merchandising: todos quieren saber qué pasa, quién vive y quién no, quién sigue en los films planificados por los próximos cuatro años de Marvel. Pero los costos de actores como Downey Jr. y Chris Evans han implicado en parte el final de sus contratos. Todo es una cuestión de costo, excepcionalmente camuflado como un universo lúdico orgánico que debe llegar a su final.
Ese cariño es el anzuelo que todos, quienes sabían los personajes Marvel de memoria y quienes no tenían idea de quién era Thor, mordieron y es un anzuelo que nació amarrete: desde su mesa de catering en el estreno de Iron Man (apenas unas papas fritas en boles) hasta los 300 millones de marketing que costó Endgame y la reciente nominación al Oscar de Pantera Negra, Marvel aprendió cosas que nadie sabía que existían en el mercadeo global de franquicias vende juguetes en el cine. Es la empresa que mejor entendió que para ser dueña del entretenimiento solo había que aprovechar una industria cultural que ya tenía décadas en funcionamiento, es decir, décadas de ensayos y errores, de posibilidades y de un entramado entre personajes tremendamente excepcional en la historia de los relatos pop industriales: el cómic de superhéroes. Pero al mismo tiempo, Marvel como empresa entendió que podía crear su propio star-system, su propia cantera de estrellas de alfombra roja. Esa mezcla, junto con el crecimiento de las redes sociales, permitió que Marvel fuera lo que es hoy: una de las propiedades más cotizadas del gigante Disney, experta en crear talentos, fans y sentimientos de pertenencia. ¿O por qué creen que Disney salió a la billonaria compra de Fox? Más franquicias, más material para destruir al gigante que hoy le teme: Netflix. El advenimiento de Disney +, la plataforma de Disney, posee una galería de franquicias invencibles. Y allí hay anunciados varios shows de Marvel.
Volviendo a la obsesión por los mil millones en un solo fin de semana: Endgame se estrenó globalmente estos días en todo el planeta salvo Rusia. Es decir, en mercados claves como China y Estados Unidos. Con hasta 300 millones del mercado norteamericano, y hasta 280 millones del chino, más 300 o 400 millones del resto del mundo, Endgame podría destronar a Rápidos y furiosos 8, que posee la corona del mejor fin de semana de recaudación global.
¿Por qué es importante ese número? Porque implica la victoria de un modelo que incluso estrenando una película de tres horas de duración es capaz de copar 4.600 salas en Estados Unidos y Canadá, más de 630 en nuestro país (un 75% del total de salas que implica un récord absoluto de ocupación: el film anterior, Avenger, ocupó 453 y había sido récord) y así en cada terreno donde se lanzó: se ame o no a Marvel, es la victoria más aplastante del modelo del “tanque que todas las pantallas ocupa”.
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Detrás de la felicidad geek del evento, aparece un film único (una culminación de un ciclo con más de diez años de films) que al lograr ese suceso podría torcer incluso más que antes los anhelos de pisar y dominar Hollywood. ¿Qué pasa si de ahora en más todo Hollywood corre detrás de un Endgame? Seguro, hace años se trata de imitar lo que Marvel ha conseguido, su folletín que todos quieren ver, pero cuando a los ya 18,6 miles de millones recaudados por Marvel y sus 21 películas anteriores se les sumen las ganancias de Endgame finalmente habrá triunfado un modelo que mezcla pop, cariño por los personajes, folletín, mercadeo desfachatado y dominación global: ¿cómo no intentar imitarlo una vez más?
Los actores y el éxito
En su momento más feliz, es innegable que Marvel ha tocado una fibra excepcional.
- Paul Rudd, quien interpreta a Ant-Man en Endgame: “Es una sensación extraña estar involucrado en una película que el mundo anhela ver tan desesperadamente. Creo que casi nunca en la historia del cine hubo tanta anticipación por algo. Me recuerda a cuando se anhelaba el próximo show de los Beatles en Ed Sullivan”. Rudd bromea al final pero los Beatles hoy son los superhéroes Marvel. El mismo Rudd deja en claro la faceta más impactante del fenómeno: “Es un grupo formidable de personajes, realmente investidos en eso que quieren contar. Y que sea tan enorme te da la pauta de que nunca en la vida voy a estar en algo así de gigante. Los niños que se te acercan a conocer estos superhéroes en la calle y su alegría te da la pauta de lo que son estos superhéroes hoy en nuestra cultura popular”.
- Scarlett Johansson, que interpreta a Black Widow desde hace años, lo sabe y refleja los sentimientos de los actores que hace casi una década han construido este imperio: “Es imposible traducir en palabras el viaje de este personaje durante la última década. Han ido superando su caricatura y han ido encontrando su propia voz, saber qué busca, qué necesita, qué quiere. Casi un reflejo de mi propia experiencia”.
- Don Cheadle, actor que interpreta a War Machine: “Ha sido un viaje muy divertido, muy poderoso, que entusiasma mucho a todos”.
- Chris Hemswroth, el actor que interpreta a Thor, se ríe del pasado. “Recuerdo la primera Vengadores, cuando ya se hablaba de la fatiga que podía generar el género. Hoy hay millones de personas que quieren ver qué sucede después de Infinity War”.
*Material gentileza de Disney.