ESPECTACULOS
Pepe Monje

El padre de Dios en la ficción más esperada

El actor narra sus días en la superproducción de Amazon sobre la vida de Diego Armando Maradona.

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Papel. Monje es el famoso Don Diego, el progenitor del ídolo deportivo más popular de la historia. | GZA. PRENSA DENMON / CEDOC PERFIL

Algunos consideran que el arte es un fuego sagrado, pero nadie duda que el fuego que enfrentan los bomberos es de verdad y no una metáfora. El actor Pepe Monje afronta diariamente estos peligros: la actuación y los incendios. Su rostro es conocido tanto en cine, teatro como en televisión. Formó parte de importantes elencos y ciclos exitosos. 

Desde octubre es uno de los protagonistas de Detrás de esa puerta, de Rafael Calomino con puesta y dirección de Eduardo Lamoglia, junto a Emiliano Díaz y Silvia Dietrich. Las funciones son los domingos a las 16 horas en el Tinglado Teatro (Mario Bravo 948). Mientras espera para a fin de este mes ver en la pantalla su caracterización de Don Diego, el padre de Maradona en la serie y también analiza cómo es ser bombero voluntario en el famoso barrio de La Boca.

—¿Te sentiste encasillado en los papeles de “malo”?

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—Hay momentos en los que no sé si uno tiene la posibilidad de poder elegir, son muy pocos los afortunados, a veces lo que uno decide es cómo hacerlos. No es uno el que se encasilla, sino a veces son los productores. Pero la historia y la sociedad van rompiendo los estereotipos. Busco componer los personajes desde el alma, aunque tengamos una máscara. Tal vez en televisión un poco…pero alguien los tenía que hacer…A veces pienso, estoy contento, pero debería informarle a mi cara, espero que con el tiempo se note. 

—¿Y tu personaje en “Detrás de esa puerta”?

—Aquí soy el investigador, pero los tres papeles son importantes. El director, Lamoglia, hizo una versión, siempre que se lleva al escenario se va cambiando. Me gustaría tenerlo de compañero, en el mismo elenco, él siempre está junto a uno, pone el cuerpo para ayudarte a crear. Pienso que durante la pandemia Lamoglia se puso al frente y lo siento muy maduro, exquisito. Él dice que es un “viaje al interior de un crimen”, pero también se podría decir al interior de una cabeza. La obra tiene mucha poesía, estética y simbolismo, creo que permite varias lecturas. Es muy teatral. Me dieron el texto en marzo y en abril nos pusimos a ensayar y primero trabajamos por zoom. Se avanza mucho con esta tecnología, es un medio, no una imposición. Hoy nos resuelve un montón de cosas. 

—¿Podés anticipar sobre tu caracterización de Don Diego en la serie Maradona?

—Tuve la suerte de componer un personaje que en la historia que tenemos todos de la familia de Diego, sólo hay algunas imágenes, fotos. No podemos compararlo inmediatamente como con otras personas que también estuvieron en su vida. Tuve la libertad de no tener la comparación inmediata, sobre todo en estas series biográficas. Trabajé con tres Diegos (Nazareno Casero, Nicolás Goldschmidt y Juan Palomino); mientras que Claudio Rissi hace mí mismo papel, Don Diego, pero mucho mayor. Filmé cronológicamente, empezamos en Villa Fiorito, Paternal, después nos fuimos a España, Nápoles y México. 

—¿Qué balance hacés? 

—No podía tener excusas, nos llevaron hasta Nápoles para hacer una escena allí. Tenías que clavar la pelota en el arco. Es una gran posibilidad para los actores argentinos. Creo que nos vamos a mostrar frente a otros ojos, veremos cómo funcionamos. Dicen que se verá en muchos países. Ojalá vuelva el actor nacional a instalarse, como lo fuimos. Esperamos que esta proyección nos abra más temporadas y otras nuevas ficciones. Entra una nueva plataforma – Amazon- y tal vez surja una tercera. Desearía que sea una oportunidad para todo el país, no sólo para los que vivimos en Buenos Aires. Hay excelentes intérpretes en nuestras provincias, sin tics, ojalá que se abra el juego real.

 

La serie del 10 

Juan Carlos Fontana

La serie muestra al 10, entre el cielo y el infierno, al hombre detrás del ídolo y al revés. Para los fans quizás no sea muy agradable que en una de las primeras escenas se vea a Juan Palomino (notable, como siempre), en el papel de Maradona, en la Punta del Este de 2000, cuando casi se lo dio por muerto. Desde las secuencias de apertura se percibe un muy buen producto fílmico y dispuesto a despertar polémicas. Se dice que el querido Pelusa dio su aprobación al guión. Lo cierto es que si se toman en cuenta los dos primeros capítulos que vimos, el material emociona, entretiene y no distrae en ningún instante. Te incita, como espectador, a querer ver más. Alejandro Aimetta, el director, de trayectoria en México, aunque es argentino, consiguió una biodocuficción de notable relieve. Desde las primeras escenas ficcionales se va mechando pasado y presente del ídolo y se intercala material documental de épocas notables: sus goles, sus jugadas únicas. Parte de su niñez en Fiorito, sus padres, cómo del potrero pasa a jugar en los juveniles, luego Argentino Juniors, la época Menotti, Coppola, sus padres, Claudia y el ciclo sigue siempre in crescendo: fútbol, familia y un jugador sin igual. La edición, montaje, música, escenas breves: con lo esencial y certeras en contenido e interpretaciones notables (que esquivan los estereotipos al estilo de El marginal, o La 1-5/18), redondean un producto que recuerda el drama y la épica del cine argentino de siempre, al estilo de Pelota de trapo (Leopoldo Torres Ríos, 1948), o Gatica, el Mono (Leonardo Favio, 1993).