Los Oscar han logrado algo un poco sorprendente: sea en medio de una pandemia, hace un año, o este mismo instante, han logrado tener la palabra crisis asociada siempre a ellos. La edición 94 del premio que celebra lo mejor de Hollywood vive una crisis de identidad. Por un lado, su ausencia de diversidad ha generado sacudones varios en los premios. Por el otro, el más importante a la hora de la transmisión: desde su primera emisión en 1930, los Oscar van perdiendo año a año audiencia, y, por ende, popularidad. La necesidad de tachar todos los casilleros políticamente correctos y de conseguir más espectadores en un mundo donde todos piensa “Lo veo mañana en Internet” ha llevado a que la nueva edición tenga como conductoras a comediantes generalmente asociadas con lo extremo, con abolir normas: Amy Schumer, Wanda Sykes y Regina Hall. Recuerden que hace años que la ceremonia no tenía un solo conductor. ¿Por qué tantas conductoras y tantos nombres presentando? Para que la gente no cambie de canal.
En ese plan, la Academia se disparó, o no, en su propio pie: para que la ceremonia avance más rápido, muchos premios técnicos serán pregrabados antes de la emisión: Mejor Corto Animado, Mejor Corto Documental, Edición, Mejor Corto, Maquillaje y peinados, banda de sonido original, diseño de producción y Sonido. La decisión de “borrar” ocho categorías, o de grabarlas y emitirlas durante la función en vivo generó muchísimo malestar. Hay que recordar que los Golden Globe, alguna vez un premio respetado, sufrieron una especie de cancelación a causa de descubrirse la ausencia de diversidad entre su integrantes y finalmente ni se llevaron a cabo físicamente este año (y muchas celebridades dijeron que no iría al premio). Entre los intentos desesperados de Oscar por revigorizarse, se llevó a cabo un concurso en Twitter, los Oscars Fan Favourite, que implicaba votar la película favorita más allá de las nominaciones y el momento del año. Otra vez: un intento desvelado por llegar a audiencias que rompen récords, es decir, los fanáticos de Marvel (digan lo que gusten, pero ellos sí van al cine, como acaba de confirmar que Spider-Man: sin camino a casa haya superado la barrera de los 4 millones de espectadores en Argentina). Alguna vez se propuso, y fue rechazada, la idea de generar un Oscar a Mejor Película Popular. Una idea atacada tanto por quienes creen que una película de Marvel puede ganar un Oscar o por aquellos que no quieren que Marvel gane un Oscar de esta manera. La desesperación en evidencia ¿implica el fin de los premios?
Lejos de las dudas, este año parece que finalmente Netflix se afianza y puede llegar a ganar un Oscar a Mejor Película con El poder del perro, la película de Jane Campion (es la primera mujer en ser nominada dos veces en la categoría Mejor Dirección) que posee la mayor cantidad de nominaciones y es probable se alce con muchos de los más importantes. Por otro lado, producción original de Apple, Coda, viene arrasando en la previa y se ha convertido en la segunda firma candidata al mayor premio de la noche. Las plataformas salvan la noche ¿podrán salvar a los Oscar de ser obsoletos?