ESPECTACULOS
juan pablo ledo

“La danza pura es hermosa”

Convicciones. El bailarín del Colón cree que no hay difusión de la danza, salvo en la exposición mediática que se da en televisión.
| Nestor Grassi
Es uno de los primeros bailarines del Teatro Colón. Antes, formó parte del Ballet Argentino de Julio Bocca. Ahora, es uno de los elegidos por Paloma Herrera, para acompañarla en galas internacionales. Mientras tanto, Juan Pablo Ledo proyecta su carrera no sólo como intérprete, sino también como coreógrafo y director de su propia compañía, llamada Taco, Punta y Traspié. Con un conjunto de bailarines, desde 2007 vienen organizando espectáculos en la Argentina y en el exterior. Ya realizaron giras por Chile, Brasil, incluso en Shanghai, la ciudad más poblada de China. Los martes de febrero y marzo, se presentan, con apoyo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el Teatro Metropolitan Citi con el espectáculo Gala de ballet y tango. Para todo esto, Ledo explica que debe concentrarse exclusivamente en la rigurosidad del mundo de la danza clásica, a pesar de que público más numeroso se incline hacia propuestas asociadas a figuras televisivas.
—¿Qué tipo de espectadores siguen a tu compañía?
—Viene público del Colón, gente abonada y nuevas generaciones, pero el público en general está queriendo ver otras cosas. Nosotros queremos mostrar el arte desde un lugar… no digo elitista, porque al contrario, tiene que llegar a todos, pero sí, puro, refinado. Al público hay que mostrarle el trabajo metódico, específico de los bailarines, porque hoy, en la avenida Corrientes, no hay un espectáculo de danza-ballet. Se han hecho comedias musicales y algo cercano al circo, con gente que tiene exposición mediática. Mi desafío es, partiendo del Colón, tomar un camino renovado.
—¿Has pensado en vincularte a la televisión?
—De hecho, he bailado en varios programas de televisión. Por ejemplo, con Eleonora Cassano, en Canal 7, en un ciclo que hicieron (Angel) Mahler y (Pepe) Cibrián. Y en 2012 estuve con Tinelli haciendo la apertura de ShowMatch. En esa ocasión, fui a hacer lo mío: con Karina Olmedo, bailé Espartaco. Hicimos lo que hacemos arriba de un escenario. Realmente vieron bailar.
—¿Volverías?
—Tengo una base primordial que es la espiritual. Hago las cosas que estén bien delante de Dios. No me gusta especificar la religión de mi vida espiritual. Puedo decir que soy fundamentalmente cristiano; en particular, cristiano evangélico. En mi carrera, vendrán desafíos, (y la posibilidad de) pasar ciertos límites, pero siempre manteniendo esta conducta: no usar el cuerpo con otros fines. Siento la danza desde una pureza… no hay que hacerla burda, ni chabacana… Me gusta bailar todo tipo de música, pero desde lo artístico, que no tenga connotaciones raras. La danza pura es hermosa. Si tiene otra connotación, lo sexual y demás, yo no, no… Quiero mantener la conducta que vengo llevando. Este año tengo muchos compromisos, no veo viable nada… estoy transitando otro camino.
—“ShowMatch” aumentó el interés de la gente por el ballet?
—Creo que la vocación por el ballet clásico no aumentó. Décadas atrás los estudios de danza explotaban; ahora no, pero no podemos echar la culpa a programas televisivos. En este momento hay que retroalimentar esa pasión por la danza que nos dejaron como herencia y que yo mamé de maestros como Wasil Tupin. Tenemos que ver de qué manera mostramos la danza como un atractivo para generaciones nuevas. En la Argentina no hay difusión de la danza, excepto por tu exposición pública, utilizando el formato televisivo que ayuda mucho a convocar. El ballet es algo alcanzable e inalcanzable a la vez. La danza, que es algo especial, atípico, es la bailarina que se pare en punta. Lo otro es un fenómeno tal vez con menos danza, con menos estudio, pero con más aparato mediático…