ESPECTACULOS
NORMA ALEANDRO-LUIS PUENZO

Aleandro y Puenzo: “‘La historia oficial’ la tuvimos que rodar en secreto”

El director y la protagonista, 31 años después del film que ganó el Oscar, revelan los miedos que pasaron. Un clásico vuelve restaurado.

Momento. Inolvidable, cuando los jóvenes Aleandro y Puenzo reciben el Oscar en Los Angeles.
| Cedoc Perfil

A 31 años de su estreno, vuelve La historia oficial. Dueña hoy de una restauración que, primero, deja en claro “la urgencia por rescatar nuestro cine”, dirá el ganador del Oscar Luis Puenzo y, segundo, la importancia de una historia distinta a la de cualquier film argentino. Norma Aleandro, recién llegada del exilio por aquel 1983 donde empezaba a generarse la película a escondidas, cuenta: “Como un matrimonio por separarse, así me puse cuando Luis propuso el papel: yo lloraba y él me hablaba”.

¿Por qué lloraba Aleandro? “Lloraba por lo que era el libro, era lo que uno quería que se supiera en este país”. La actriz confiesa que “él se había empecinado, aunque no nos conocíamos, en que fuera yo” y, principalmente, “todos teníamos miedo.”

Porque ese rodaje es también una historia poderosa, donde Puenzo filmaba en su propio hogar, donde hubo amenazas, donde el miedo existió hasta mucho después del estreno. Puenzo: “Protegidos, protegidos, no estuvimos nunca. En algún momento tuve miedo por mis chicos y mi mujer. Y pensábamos si era mejor que ella se llevara los chicos a otro lado, ya que filmábamos en mi casa, por ejemplo, que es la casa de la película, de la pareja de Norma y Héctor Alterio. ¿Qué era más seguro? ¿Estar todos juntos o no? ¿Eramos temerarios? No. ¿Y por qué hicimos eso? No me parecía temerario, era consciente del peligro. Pero estábamos acostumbrados a vivir esa vida”.

Agrega Norma: “La filmamos en la casa de Puenzo, redecorada. Estaban los hijos de Puenzo y la hija, la mujer, la gente de la casa, todos nos amparaban muchísimo. Estaban felices de que estuviéramos filmando ahí. Nos vestíamos en el cuarto de los chicos. Nos dormíamos una siestita ahí si había tiempo.

En las escenas donde estamos en la cama con Alterio es la cama de Puenzo y su mujer, que debían mantener todo quietito de un día para otro, por la continuidad del día siguiente. Era muy familiero todo lo que nos pasaba puertas adentro. Pero el tema era volver e ir al día siguiente ahí. Apenas ponías un pie afuera del set, miedo. Además existió la amenaza a la niña y la mamá, con cuatro hombres armados que le dijeron que paremos la película o nos mataban”.

—¿Qué hicieron?

​ALEANDRA: Decidimos darla por terminada a la prensa y seguir filmándola en secreto. Lo cual era casi infantil. Secreto pero estamos en el mismo lugar. Aprovechábamos los carros de asalto en la plaza de Almagro, las madres verdaderas, la carpeta real que nos dio Abuelas donde se veían fotos de niños desaparecidos.

—¿Cuál creen es la importancia de la película hoy?

​PUENZO: Es curioso, por ahí es porque me hago viejo, pero creo que ahora es más importante que antes. La verdad es que yo muchas veces he dicho, a lo largo de la historia de la película: “Muchachos, es una película”. No le busquen más. La historia se fue cargando con lo extradiegético, y en un punto se empezó a hacer cargo. Mi principal orgullo es que la realidad la fue confirmando. Fue confirmando las decisiones que tomamos con la película, lo que escribimos, ya que desde una frase es una decisión,
hasta donde poníamos la cámara, como cuando filmamos poniendo en la calle en riesgo nuestra vida.

A: La película está vigente. Hay gente que no sabe bien lo que pasó. Se habló siempre de no perder la memoria, pero el tiempo y las ganas de no hablar de cosas desagradables hacen que se vaya diluyendo esto y quede en las Madres, las Abuelas, en ciertos momentos y fechas donde se vuelve a hablar. Para la gente joven es algo distante, como podía ser la época de Hitler en Alemania. Creo que esta película puede ayudar a mucha gente a enterarse de lo que pasó. Eso no terminó, terminó una parte y seguirá por varias generaciones, porque no sólo son los hijos o nietos que hay que encontrar, sino también en qué estado está esa gente aunque la encuentren.

—¿Qué miedos siguieron apareciendo?

A: Con mi marido nos preguntábamos algo sensato: ¿dejarán estrenar esta película? Si se estrena, ¿qué nos puede pasar? Yo venía del exilio, primero Uruguay, donde aparecían muertos en la costa, la gente que tiraban de los aviones. Se sabía. Aquí nadie se quería enterar. Algunos no querían enterarse, otros sospechaban, pero no tanto. Otros decían que de ninguna manera, que estaba todo tranquilísimo. Nadie se atrevía a hacer nada. Todo el mundo salía con el documento. A todo el mundo lo paraban. Me tomé el hacer la película como una obligación ciudadana. Me arrepentí como 80 mil veces, durante y después de filmarla.

—¿Cómo responden hoy a la teoría de los dos demonios?

P: A mí me acusaron mucho de que la película tenía la teoría de los dos demonios. Por una escena en particular. Hay una escena, la del garaje con Chunchuna Villafañe, en que Chunchuna hablando de su ex marido, un guerrillero, le dice a Alterio: “Era igual a vos, la otra cara de la moneda”. No sólo no es la teoría de los dos demonios, sí puedo decirte que la teoría de los dos demonios ha sido una gran coartada para salvar de juicios a gente que algún día será juzgada.

A: Creo que hubo una guerrilla que mereció juicios. Y algunos están presos. Pero nadie merece que lo rapten, lo torturen y lo maten. Yo lo que creo es que realmente fue muy descontrolada la guerrilla. Yo estaba en contra y tenía amigos metidos hasta el caracú. Estaba en contra de lo que estaban haciendo. No me parecía que eso podía ser conducente para nada. Además estaba muriendo mucha gente.

P: No se nos escaparon frases en el guión con Aída Bortnik, la guionista: suscribimos cada frase. Pocos observan que el eje de la película es la autoría civil del golpe militar. Los golpes no fueron porque sí, fueron golpes económicos que tenían que ver con las corporaciones en Argentina y en toda Latinoamérica. Lo mismo pasó con Pinochet en Chile, con los brasileños. En todo caso, los milicos fueron la mano de obra. La historia oficial tiene esto como eje. Cuenta el eje de corporaciones: Alterio, protagonista; abogados; un general en el directorio, como tenían todas las empresas; y norteamericanos. Eso está clarito. Cuando Chunchuna le dice eso, a vos, a Alterio, se lo dice a un civil, no a un militar. No compara al guerrillero con el militar. Esto es clarísimo. No es algo que yo invento. Esa comparación es completamente genuina. Le está diciendo que los guerrilleros y los civiles hicieron esto, éste es el gran conflicto, que está todavía, que subyace digamos. Ese conflicto entre Kicillof y Prat- Gay, es ese conflicto, está todavía acá. No es un invento, no lo inventé yo. Eso estaba y está.