ESPECTACULOS
PABLO CONDE

“La idea es que nadie se quede afuera”

El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata regresa con nuevo director artístico. Tendrá visitas internacionales como el director John McTiernan, ciclos de clásicos, competencias y muchas secciones de siempre. El film de apertura será un saludo a la figura del fallecido maestro Jean-Luc Godard.

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Debut. El programador histórico hace su primer evento marplatanse como director artístico imprimiendo su huella personal. | GZA. PRENSA FESTIVAL DE MAR DEL PLATA

Siempre creí en el trabajo en equipo”, dice Pablo Conde, flamante Director artístico del Festival de Cine de Mar del Plata, en la previa de la edición número 37. “Las inquietudes de uno en diálogo con las búsquedas del resto son las que hacen que la programación tenga su riqueza y variedad”. Conde sabe de lo que habla: integra el equipo de programación del festival desde 2009. Y, en su primero al mando, parece decidido a intensificar la mirada heterogénea del cine que se convirtió en una marca registrada de Mar del Plata. Desde la visita del director John McTiernan (Duro de matar, Depredador), hasta el homenaje a Leonardo Favio a diez años de su muerte, pasando por la retrospectiva de la realizadora japonesa Kinuyo Tanaka, la visita de la francesa Patricia Mazuy, el foco de comedias británicas o la proyección de Nosferatu y otros clásicos centenarios que serán musicalizados en vivo, este año el festival no deja rincón del cine sin ocupar. “La idea es que nadie se quede afuera”, dice Conde. “Cualquiera sea el espectador, siempre va a encontrar algo que lo atraiga”.

—El mensaje que esta edición parece transmitir es que todo es cine…

—Parece tonto decirlo, pero a veces no está mal recordarlo. Es un eje que venimos profundizando desde que empezamos a trabajar como grupo más o menos desde el año 2009. Yo me acuerdo de que en esos años se hablaba de que el festival no tenía perfil. Es muy gracioso revisitar esas ediciones y ver que esta misma búsqueda finalmente terminó siendo comprendida, aceptada y disfrutada. Esta idea de poder tener una retrospectiva de la obra de Jim Henson, como se ha hecho, mientras a la par se pasaban películas de europa de grandes autores que comenzaban sus carreras, o se apoyaba a cineastas argentinos que recién empezaban y después se transformaron en nombres rotundos. Así es como entendemos el cine en el festival. Nos interesa poner en diálogo películas de distintas épocas, estilos, y géneros. En ese sentido, convocar a John McTiernan, por ejemplo, es convocar a una persona que trasciende el simple hecho de hacer películas de acción. 

—¿Por qué McTiernan?

—Bueno, Duro de matar es la película de acción moderna. Pero, detrás de eso, además, hay un director con una carrera muy interesante, con películas muy distintas entre sí. Es un director que tiene cinefilia. Ha visto otro cine, no solo el norteamericano. Entiende muy bien la necesidad de construir bien un personaje, de plantear el universo en el que se mete… Va más allá. Tiene un estilo, si se quiere, “artesanal” dentro de la industria, y eso le da mucha personalidad, un poco en la tradición de otros visitantes que hemos tenido como Joe Dante o John Landis. 

—En esta edición se van a celebrar las trayectorias de Cecilia Roth y Ricardo Darín… 

—Quizás a esta altura ellos no lo necesitan, pero me parece que, más allá de festejar esas carreras que forman parte de nuestra cultura real y cinéfila, está bueno pensar en los por qué de ese éxito, de esa conexión con el público. No es solo la sumatoria de buenas actuaciones lo que hace que las trayectorias de Roth y Darín sean destacables, sino la construcción de esas personas cinematográficas. Las elecciones que hicieron. La idea es alumbrar esos caminos. Por otro lado, en el foco de trayectorias también vamos a homenajear a la investigadora Paula Félix-Didier por su compromiso con la preservación de nuestro cine, y al Cine Club Núcleo, que cumple 70 años. Ahí están muy explícitos los ejes por los que se mueve el festival.

—¿Cómo surge el homenaje a Leonardo Favio?

—Se cumplen 10 años de su partida, estamos en un “año faviano”. La verdad es que Favio está vivo todo el tiempo. Es una de las figuras rutilantes de nuestro cine. Lo que nos gustaría rescatar es su figura, no solo su arte. Se van a proyectar tres de sus películas, pero además se hizo un trabajo de entrevistas a personas que trabajaron con él, que lo conocieron, y que cuentan anécdotas de Favio como persona. Se trata de alguien que vivió muy intensamente la vida, y queremos transmitir toda su picardía y conocimiento. 

—¿Por qué incluyeron un foco de comedias británicas?

—El mundo está mal, no hace falta que me explaye demasiado sobre esto. Está mal, y necesitamos reencontrarnos con el disfrute de compartir el visionado. La sala de cine como lugar de comunión real, más allá de los lugares comunes. Y si hay algo que se potencia en la experiencia compartida, es la risa. Por eso pensamos que era supernecesario hacer activismo desde la comedia, y armamos un foco de comedia británica con el apoyo de la embajada, al que llamamos “comedias inoxidables”. El humor es la mejor manera de compartir una sala. Pero también, aprovechando que ya no tenemos el tipo de restricciones que nos impuso la pandemia el año pasado, vamos a hacer proyecciones de cine centenario con música en vivo. Hay una cantidad de actividades apabullante este año. 

—En los libros que va a editar el festival también se ve la intención de diversidad…

—En todos lados, sí. Este año vamos a editar un libro sobre Videodrome, la película de David Cronenberg, que está dividido en tres partes: una de análisis y textos teóricos de críticos como Mark Fisher, otra de entrevistas al director en diferentes momentos de su carrera, y otra más “en primera persona”, en la que convocamos a diferentes artistas a que cuenten cómo los afectó esa película. Obviamente vamos a proyectar Videodrome en el Auditorium: me muero de ganas de que llegue ese momento. 

Y después, por otro lado, un libro de estudio sobre el rescate de un material de más de 100 años de la productora y directora argentina Renée Oro, que es un hallazgo total. O sea: un libro de gestión, de puesta en valor de una directora, y otro para pensar desde diferentes ángulos una película de culto de un cineasta contemporáneo. Está todo ahí. 

—¿Qué va a pasar con tus presentaciones en la sección de medianoche, ahora que sos el Director del festival?

—Ese fue el gran planteo que me hice cuando me nombraron. La sección “Hora cero” creció muchísimo con los años. Ahí encuentran su lugar las películas más alocadas y salvajes del festival, y yo las presento desde un lugar sumamente descontracturado, con un humor y un desenfado que no me 

permito en otros momentos. Fue motivo de gran debate interno. Pero la cantidad de personas que me insistió para que no deje de hacerlo fue enorme. Gente que ni siquiera conozco. Esto lo digo siempre: el público del Festival de Cine de Mar del Plata es lo más grande que hay. Así que, bueno, sabrá entender la parte más institucional de la tarea de que estas presentaciones más delirantes también son una parte vital del festival.

 

Godard, a la apertura

La película de apertura de la 37º edición del festival será Sin aliento, el clásico de la nouvelle vague francesa dirigido por Jean-Luc Godard, a modo de homenaje por su reciente fallecimiento. “Godard siempre se despegó del lugar común para ir más allá”, dice Conde. “En ese sentido, se da un diálogo muy interesante con el homenaje a Favio. Godard entendía al cine como filosofía, como forma de vida, como herramienta para entender a la raza humana y a la expresión artística en sí misma”. Si bien esa deriva experimental dio lugar a películas arriesgadas y poco convencionales, la decisión fue proyectar una más tradicional. “Podríamos haber elegido una más jugada, más radical”, dice Conde, “pero creo que Sin aliento es una de sus declaraciones más absolutas, y la experiencia de vivir esa película en una sala de cine va a ser muy enriquecedora para mucha gente”. Además de Sin aliento, también se podrá ver Godard seul le cinéma, de Cyril Leuthy, un documental sobre la obra del director francés.

“Era inevitable que estuviera presente en el año de su muerte”, dice Conde. “Pero, además, era necesario. Sin aliento riza el rizo y vuelve al principio: filmada muy lejos del lugar común, se convirtió justamente en un lugar común en esas listas tipo ‘mejores películas de todos los tiempos’. Por eso proyectarla hoy, como disparador para pensar en la relación de Godard con el cine, es una declaración de principios”.