El 11 y 12 de agosto se realizará la VII Gala Internacional de Ballet de Buenos Aires, que organiza la productora Ars, en el Teatro Coliseo. Entre los 15 artistas anunciados, no hay ninguno argentino –como sí sucedió en anteriores ediciones– y hay dos que provienen de la que fuera la URSS. Ambos bailarán fragmentos de El lago de los cisnes, sobre la música de Tchaikovski, pero en versiones coreográficas radicalmente diferentes.
Denis Rodkin, nacido en 1990 en Moscú, primer bailarín del Bolshoi, hará la tradicional de Marius Petipa, donde será el partenaire de Iuliia Stepanova, a cargo del rol de la melancólica ave. En cambio, Ivan Putrov, nacido en 1980 en Kiev, Ucrania, ex integrante del Royal Ballet de Londres y actualmente bailarín independiente, llevará el pantalón alado diseñado por Lez Brotherston, para convertirse él en cisne, en la coreografía de Matthew Bourne, la misma con la que culmina el film Billy Eliott.
Rodkin y Putrov ofrecieron esta entrevista, cada uno por separado, a PERFIL.
—¿Cómo caracterizarían las coreografías que van a ofrecer?
RODKIN: Además del personaje de Sigfrido, de El lago…, voy a bailar el personaje de Solor, de La bayadera. Ambas obras son perfectos ejemplos del más puro academicismo clásico, del que nuestra escuela rusa está tan orgullosa.
PUTROV: La versión de El lago… que hizo Matthew Bourne ya tiene 25 años y es muy popular en Europa. En su momento, fue considerada como radical pero en la actualidad ya no. Es una postal que no tiene nada que ver con la versión clásica, ese mundo en donde los cisnes son bailarinas con un príncipe en medias de baile ajustadas. Aquí todos los cisnes son hombres.
—¿Cómo se iniciaron en la danza?
R: Nací en una familia rusa común, que no tenía nada que ver con el teatro ni con el ballet. Cuando tenía 10 años, mi madre me llevó a hacer danzas folclóricas solamente para mantenerme ocupado y lejos de las calles.
P: Mi madre era la primera bailarina del Ballet Nacional de Ucrania y mi padre también era bailarín: crecí en un teatro. Después de estudiar en Ucrania, viajé a Londres e ingresé al Royal Ballet. Ahora vivo en Londres, bailo en diferentes compañías y participo en diferentes espectáculos.
—¿Qué es mejor para un bailarín: formarse con maestros particulares o en una escuela con un programa preestablecido?
R: Aunque empecé en una escuela de danza folclórica y perfeccioné mis herramientas cuando, después, ingresé al Bolshoi, pienso que es mejor aprender en una escuela de ballet clásico con clases diarias y una rutina. En Rusia esas escuelas son la Academia Vaganova, en San Petersburgo, y la Academia Estatal de Coreografía de Moscú. Los profesores privados son una ayuda en un nivel avanzado.
P: Hoy hay que explorar mucho más la danza y no conformarse con lo disponible en las compañías. Si los bailarines nos conformamos sólo con la danza clásica sin cuestionarla, nos convertimos en lindas piezas de museo.
—Denis, permanecés en Rusia. ¿Qué cosas te gustan de tu país y qué le cuestionarías?
R: El Bolshoi es el principal establecimiento cultural de Rusia y, en relación con el ballet, del mundo. Estoy muy orgulloso de pertenecer a esa compañía y de representar al ballet ruso en el exterior. Rusia es mi hogar de nacimiento y mi hogar de trabajo. Me gusta su cultura –la literatura, la música– y las mujeres rusas: probablemente las más bellas del mundo. Lo que menos me gusta es el clima.
—Iván, ¿por qué no permaneciste en Ucrania?
P: Cuando me invitaron a Londres, si bien yo habría querido volver a Kiev a realizar una carrera, allí nadie hubiera pensado que lo lograría por mérito propio sino porque soy hijo de bailarines famosos en Ucrania. En Londres, empecé una carrera donde nadie me conocía, pero regreso a bailar a Kiev todos los años, donde el recibimiento es muy cálido.
—¿Qué referencias tienen de Julio Bocca?
R: Sé de él; vi sus videos: en Don Quijote y el pas de deux de Balanchine. Lo considero uno de los bailarines más logrados técnicamente, si no el mejor, del siglo XX.
P: Julio Bocca es una gran leyenda. Espero trabajar con él en el futuro.
Escandalos en el Bolshoi, una trama policial
El Bolshoi está rodeado de historia y prestigio; también, de escándalos de intrigas y corrupción, y hasta de un culebrón policial, según el cual, en 2013, el bailarín Pavel Dmitrichenko habría hecho quemar con ácido la cara del director del ballet, Sergei Filin. Lo más reciente es que el 8 de julio se anunció la cancelación del estreno, previsto para tres días después, de la obra sobre la vida del gran Rudolf Nureyev. La dirección general de Kirill Serebrennikov y la coreografía de Yuri Possokhov aludirían con claridad a la homosexualidad de Nureyev. Esto, junto con el dato de que aquel genio de la danza había escapado de la Unión Soviética en 1961, para radicarse en Estados Unidos, volvió sospechosa la sorpresiva cancelación, en un país con muestras de homofobia. Pero el Bolshoi declaró que la obra no estaba terminada en tiempo y forma.
Al respecto, Rodkin desmiente todo conflicto: “Creo que esa obra verdaderamente estaba sin terminar. Lo siento por mis colegas, que ensayaron dos meses. Creo que el estreno se hará en 2018 o incluso antes. Nureyev fue un verdadero genio a quien admiro mucho. La vida personal de un artista no debe estar sujeta a una discusión pública. Por otra parte, la deserción de la Unión Soviética fue una cosa absolutamente correcta, pues eso lo ayudó a desarrollar su talento excepcional. De otra manera, no hubiera podido ser una estrella mundial. Nadie tiene problemas con esto”.
Por su parte, Putrov muestra cautela: “Se habla mucho sobre el tema, pero la verdad está en Moscú. Vladimir Urin, director general del teatro, dijo que sólo se pospuso el estreno. Tengo la esperanza de que esta decisión no haya sido tomada por homofobia. Yo vivo en Londres, una de las ciudades más tolerantes del mundo. Posponer la obra sobre Nureyev por temor al rechazo del público o por la [in]capacidad de la sociedad de aceptar a Nureyev como un rebelde sería realmente una vergüenza”.