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Entrevista exclusiva

Héctor Larrea en Perfil: "La muerte es una mentira y no pretendo que me recuerden"

A los 80 años, la leyenda viviente de la radiofonía argentina visitó Editorial Perfil. Dice que no tiene achaques de salud y habla sobre feminismo y su Bragado natal.

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VISITA. A los 80, Héctor Larrea dice que está asumiendo la edad y afirma que no tener achaques es fantástico. | Perfil: Juan Obregon

Héctor Larrea arribó a Editorial Perfil pasadas las 11.30 del jueves 14 de marzo. Llegó acompañado por Martín Giménez, Gerente Artístico de Nacional AM 870, y Pilar Molina, responsable de prensa de la emisora. La ciudad ardía por la cantidad de cortes pero a Larrea pareció que nada lo perturbaba. A los 80 años (cumplió la cifra redonda el 30 de octubre del 2018), Larrea saludó con la energía de un chico y con la sonrisa de oreja a oreja a cada uno de los empleados de Perfil que cruzó en el camino y accedió al pedido de fotos, y habló como habla "Hetitor": como si su vida estuviera todo el tiempo con el cartel con luz roja: "En el Aire". Claro, ahí es cuando uno reafirma que la radio fue, es y será su vida. Pero lo gratificante e inesperado de la visita de la leyenda viviente de la radio a Perfil es la demostración de sorpresa durante la hora y media que recorrió la editorial. Una caminata lenta pero segura en la que Larrea aceptó un reportaje de vida y obra, de fe y pensamientos, feminismo, su Bragado natal y el recuerdo a Badía.

Tras mirar con sorpresa el metegol y observar los cuadros de Pablo Temes (Jefe de Arte de Perfil) que decoran una de las paredes del estacionamiento, la primera parada del reportaje sucedió en el tercer piso de Perfil, con la gran redacción sobre su espalda. "Estoy asumiendo los 80. Cuando tenes la cabeza bien, fresca, que estas joven, a veces, no te das cuenta y no renuncias a los placeres de la juventud. Un médico me dice: 'Cuando te levantas Héctor, quédate sentado un rato porque sino te vas a marear, esas cosas chiquitas son las que tenes que empezar a asumir, pero no tener achaques es fantástico'".

—Héctor, ¿lloraste por algún artista que ha dejado de existir? ¿Recordás el dolor por la partida de algún artista que lo ha marcado en su vida?

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—Sí, dolor sí. Llanto no porque yo no lloro por tristeza, generalmente lloro por emociones gratas. A mí un niño chiquito, una mamá que tiene un niño y están celebrando la llegada al mundo del niño, no soy indiferente, lo celebro y por lo general me emociono y se me caen lágrimas. Por cosas tristes, no. Bah, vaya a saber por qué no es así, siento el dolor pero también lo amortiguo con la desaparición de gente querida, sean artistas o no, yo soy un hombre de fe y creo en una vida espiritual.

—Ah, ¿cree que hay otra vida después de la muerte?

Sí, creo que somos seres espirituales viviendo una experiencia material, experiencia terrenal. Eso es fe, no me pidas que te explique porque la fe no se puede explicar. Se tiene o no se tiene. Y aquel que no cree sus razones tendrá y el que cree sus razones tendrá lo que pasa que no sabe verbalizarla, entonces como considero que el espíritu es eterno y como dice Hamlet Lima Quintana no lo dice por fe lo dice desde el fondo de su corazón, que la muerte es una mentirosa, la muerte no dice la verdad. Porque la muerte puede terminar con algunas cosas pero no con lo más profundo que son los buenos recuerdos de aquella gente, las amistades, la lucha, la solidaridad, las ganas de vivir, la muerte es una mentira, tal como lo interpretamos nosotros, o la señora con la guadaña que se cuánto. La muerte es un punto que se llama muerte y yo no le temo porque voy a seguir con mi derrotero, este cuerpo se va pero porque ya es hora que se vaya o será hora cuando sea hora pero me espera una vida eterna que francamente no tengo por qué pensar que es mala si es espiritual. Otra gente habla de causa y efecto, que me parece muy interesante. Hasta Borges se ocupa del asunto causa y efecto sin ironía, con mucho respeto. Está el asunto del karma, está el asunto de las resurrecciones, está el tema de las reencarnaciones, en los que no me quiero meter porque no entiendo, francamente no entiendo nada y no sé. En ese sentido soy agnóstico, no sé, puede ser o no, a lo mejor la física se encargará de demostrar con el tiempo que muchas cosas que hoy parecen sobre naturales son absolutamente naturales y comprensibles con el paso del tiempo. Fíjate, hoy estábamos visitando la radio, el control de la radio que está en este edificio, y la mesa es de un metro y medio más o menos, por ochenta centímetros. Esa mesa antes medía tres metros y medio de largo (dice recordando la consola de los estudios de Radio Perfil) y no sé cuánto de alto, ¿por qué? Porque la física ha ido reduciendo todo y haciéndolo aún más efectivo que antes. Lo ha ido reduciendo, reduciendo, reduciendo; ¿cómo funciona? No importa cómo funciona. Un amigo mío me dice "che, vos para tomar una gaseosa helada, necesitás saber cómo funciona la heladera?", Bobby Flores me dice eso. Yo le digo "no, no necesito"… "Y bueno…". Esa mesa funciona así, los técnicos, lo saben los físicos pero nosotros no lo entendemos. Pero hay cosas que hoy nos parecen incompresibles que a lo mejor, o sobrenaturales, que con el tiempo resultan cosas suma o gratamente naturales

—Héctor, ¿cómo te gustaría ser recordado? ¿Lo pensaste?

—Nadie es recordado infinitamente, salvo Gardel, nadie (risas). No, no, no pretendo que me recuerden. Yo digo, me dicen "por qué no guardás cosas, vos no guardás nada no tenés archivo de nada, no tenés archivo de Landriscina que fue un éxito, no tenés archivo de Sánchez, no tenés archivo de nadie". No porque lo que es aire, la radio es aire, se va con el aire. Así como nosotros, este cuerpo que valorizamos tanto y le damos tanta importancia, y está bien mientras no haya excesos, este cuerpo se hará cenizas y volverá a las lejanías astrales que es de donde vino. Allí vuelve todo, lo que es aire, se va con el aire. Y pretender retenerlo a través de la grabación, que si la foto, y esto y lo otro. A mí me parece un esfuerzo demasiado grande y un gasto enorme de energía que pueden volcarse en la producción que uno hace.

—¿Qué te quedó en Bragado?

—Algunos amigos, muy pocos. Porque mis amigos eran todos de mi edad y han tenido la prudencia y la discreción de irse algunos y otros no, me quedan pocos amigos, me quedan pocos familiares, hay que ver que los 80 son 80, ¿no? Te quedan pocos pares, y los quiero mucho y los aprecio mucho y nos hablamos frecuentemente.

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Héctor Larrea

LA FAMILIA LARREA. Hace 50 años exactos, Héctor se cruzó con Eli en la puerta de Radio Nacional y quedó totalmente flechado. Sí, "Hetitor" da fe de que existe el amor a primera vista. Desde aquel entonces fueron inseparables y tuvieron a dos hijas, Florencia (46) y Laura (43), y luego les llegaron tres nietos.

—Una de tus hijas, Laura, vive en Noruega, ¿alguna vez ella trató de convencerte de que te vayas a vivir a Noruega o era un intento en vano porque te gusta mucho Argentina?

—No, primero que me gusta mucho Argentina y particularmente Buenos Aires. Esta ciudad ha sido tan inclusiva conmigo, tan auspiciosa, tan grata, me abrió tantos caminos. Esta ciudad me dio mucho más de lo que yo buscaba pero mucho más de lo que yo buscaba. Una profesión, una familia, mis hijas, mis nietos, todos con sus dificultades, con sus cosas buenas y negativas, con las agradables y desagradables pero eso es vida, ya me lo habían enseñado mis padres. Y no, nunca me movería de esta ciudad, o de algún lugar interesante del país. Yo he recorrido todo el país, todo el país. Vos podés vivir muy bien en Córdoba, podés vivir muy bien en Santa Fe, en Entre Ríos…fíjate que belleza te estoy nombrando, un Jujuy. Qué agradable sería vivir, yo personalmente como estoy hecho, no puedo irme de Buenos Aires.

—¿Está al tanto de lo que está sucediendo con el movimiento feminista en Argentina y en el mundo?

—Sí, claro, es un trabajo muy intenso y nunca me he explicado el por qué, cómo puede ser que una mujer por igual trabajo, cobre menos que un hombre, es absurdo, son cosas que no puedo explicarme. Yo nunca haría eso, de ser empleador, de pagarle menos a una mujer por una razón de género, porque es mujer y después todo lo otro. Y después esa locura que hay hoy día por el femicidio. Es un delirio eso ¿qué pasa? ¿Qué le pasa a algunos hombres? ¿Por dónde pasa esa enfermedad?, porque es jorobado. También me dicen "no digas que es enfermedad porque sino no lo van a juzgar y entonces si está enfermo va a ir cómodamente a un hospital, no se" pero eso sano no es. ¿Has visto la cantidad de femicidios que hay? Y bueno esta lucha, por supuesto que adhiero fervientemente, a la lucha de las mujeres por ponerse en una posición sana, real, más creíble. Esta diferencia de género no es creíble no es sano, no es normal, no es para este momento de la civilización. Está bien, alguien había dicho, y mi amigo Faustino García, un extraordinario periodista de radio Rivadavia me lo decía a cada momento. El me decía "Hétor" a propósito, "Hétor no rezongues, que el mundo da tres pasos para delante, dos para atrás pero uno queda". Yo me pregunto "¿será cierto?"

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Héctor Larrea junto a Gustavo Mendez

—¿Quiénes son las tres personas a quien tendría que agradecerle por haber estado en algún momento particular de su vida?

—Mi madre (Felisa), uno de los seres más importantes. Antonio Carrizo, que fue decisivo en mi vida profesional, nunca se sabía bien por qué pero la vida nos juntaba cuando yo necesitaba algo de él. No porque le fuera a pedir algo sino porque necesitaba su palabra, y agradecimiento grande a quien se hizo cargo de mis ignorancias que es mi cuñado, que es un contador, que se llama José Ignacio Alva. Y yo hubiera sido un desastre, es decir no sé cómo se pagan los impuestos, no sé nada de números. Hay que cumplir con ciertas y determinadas cosas de las que se hizo cargo mi cuñado. Esas tres personalidades han sido imprescindibles en mi vida porque sino, no estaríamos ahora conversando.